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9 directores de terror que queremos en la nueva ‘Historias para no dormir’

(Fuente: RTVE)

Hace ya más de 50 años que se emitió el primer episodio de Historias para no dormir, la antología terrorífica de Chicho Ibáñez Serrador, y va siendo hora de sacarla de la tumba. Así lo cree Fernando López Puig, director de contenidos de TVE, que aseguró hace poco al diario ABC que se baraja la posibilidad de producir una nueva encarnación de la serie “con los grandes directores de terror de este país, que tenemos muchos y muy buenos”.

La serie, una saga de cuentos espeluznantes dirigida por Narciso Ibáñez Serrador, fue otra más de las quimeras escupidas por el realizador, que caracterizaban la tan extraña televisión pública (no había otra, vaya) de la última década del franquismo. Se emitió entre 1966 y 1968, con un par de episodios sueltos en los 70 y un esqueje también en 1982; y ahora el ente público pretende resucitar el mito con algunos de los grandes ojos del terror español, muchos de ellos deudores confesos del legado de Chicho.

Ya lo hizo Telecinco en 2005 con las Películas para no dormir, un relanzamiento de la idea en la tele privada, compuesto por varias tv movies a cargo de directores reconocidos como Enrique Urbizu o Mateo Gil. Ibáñez Serrador, de hecho, dirigió la primera de las entregas, pero la cadena emitió la secuela en varias ventanas y de mala manera. Ahora, aunque sin Chicho (que falleció el pasado junio, habiendo disfrutado apenas del Goya de honor que recibió en febrero), es probable que la idea regrese a casa; y en Fuera de Series hemos querido fantasear con los 9 directores que nos gustaría ver recogiendo el testigo del uruguayo-español.

1 y 2. Paco Plaza y Jaume Balagueró

(Fuente: Flickr/Nicogenin)

La pareja que fue en su momento la nueva sangre del terror español está ya más que consolidada, y los queremos en una nueva Historias para no dormir. Con la franquicia Rec, Plaza y Balagueró ganaron muchas cosas para el cine español. Por ejemplo, colocar una saga de un mal llamado género menor en todas las taquillas, hacerlo además en forma de falso documental, atraer un remake estadounidense y recaudar 15 veces su presupuesto. A partir de la segunda entrega no dirigieron conjuntamente, sino una película cada uno (y en solitario tampoco les va mal, como a Plaza con su valorada Verónica); pero los queremos juntos. Por Chicho.

3. Álex de la Iglesia

(Fuente: Oliver Haupt)

Si la antología regresa a las pantallas, necesita un Álex de la Iglesia, y no solo por el homenaje que hizo a Chicho con el final de El bar: de la Iglesia es alguien que, rozando el género y muchas veces tomando sus elementos, se mantiene en otros lugares mucho más chocantes que el terror puro. Paradójicamente, dos de las películas que renovaron el cine de terror español en los 90, Acción mutante y El día de la bestia, ni siquiera son cintas estrictamente terroríficas. Pero el amor por los prostéticos, la sangre, el espíritu B y la magia artesanal están ahí, y una tv movie como las que TVE contempla lo agradecería.

4. J. A. Bayona

(Fuente: TVE)

Se dice que Chicho no tuvo antecesores, y que tampoco tendrá sucesores. Pero el nombre de Juan Antonio Bayona parece lo más cercano a un nieto en el oficio que podamos atribuirle al uruguayo-español. No es un secreto la emocionante admiración que el exitoso director profesaba a Ibáñez Serrador (que parece que era recíproca), y Bayona no se queda atrás en lo referente al terror con respecto a su abuelo creativo. Mostradas las cartas con El orfanato, el barcelonés también ha producido El secreto de Marrowbone y dirigido los dos primeros episodios de la serie Penny Dreadful, sentando el estilo visual de esa mezcolanza de cuentos tenebrosos.

5. Paco Cabezas

(Fuente: AMC)

Si sacamos a colación Penny Dreadful, no puede quedarse por el camino Paco Cabezas. Al sevillano, que amerizó en Hollywood de la mano de Nicolas Cage con el thriller Tokarev, se lo rifan en la industria televisiva estadounidense, y ya es hora de que nosotros también compremos algún boleto. Ha estado además en The Strain, Fear the Walking Dead e Into the Badlands, y sería de vergüenza no tenerlo en cualquier proyecto televisivo español que quisiera colgarse la etiqueta de “terror”.

6. David Victori

(Fuente: TVE)

Ya en materia, hay una cierta tendencia de realizadores españoles de terror que hacen poquitas películas. Y David Victori (de momento, claro) es la culminación de ese modelo: con solo un largometraje y un puñado de episodios de Pulsaciones en su haber de director, el catalán es una figura a tener en cuenta. El estilo demente, mareado y suave que demostró en El pacto se unía a las monstruosas dimensiones de Belén Rueda como estrella indiscutible en el género contemporáneo español. No nos importaría que cualquiera de los dos (o ambos) asomara por el remake.

7. Juan Carlos Fresnadillo

El canario es otro de los directores que TVE debería sopesar para esa nueva entrega de la antología. Con su corto Esposados, que optó a un Oscar, y su primer largo Intacto, con el que recogió al Goya a mejor dirección novel, Fresnadillo allanó el camino para inscribir su nombre en la historia del terror con 28 semanas después, la secuela de la cinta de zombis de Danny Boyle. También ha pasado por televisión (con Falling Water) y fue anunciado como director de la nueva versión de la historia de Merlín y Arturo. Señores de TVE: si se junta con Disney, hay que echarle el guante.

8. Rodrigo Cortés

(Fuente: Pedro J. Pacheco)

El gallego consiguió el reconocimiento internacional con una fórmula muy inteligente: quitar en lugar de añadir. Buried, la cinta con la que el director se dio el lujo de meter a Ryan Reynolds en un ataúd, recaudó en Estados Unidos diez veces su coste y le granjeó a Cortés vía libre para acercarse al género por otros caminos, como en Blackwood. No obstante, la estrategia del relato claustrofóbico en caja de pino, que recuerda al Mercero de La cabina (a ese sí que nos gustaría a todos contratarlo para el remake, ¡ay!), le merece una clara plaza reservada entre el plantel de las nuevas Historias.

9. Alejandro Amenábar

(Fuente: Teresa Isasi/Movistar)

Soñar es gratis, así que ¿por qué no pedir que Alejandro también se alinee con estos Vengadores del celuloide chungo nacional? Desde su muy jodida Tesis, Amenábar ha bailado con el terror a un buen compás y cotas de calidad de la más alta industria. La marca siniestra de Regresión, por ejemplo, tan hollywoodiense por fuera y tan profundamente española a escondidas, revalorizaría la nueva encarnación de la saga de Chicho. Además, el bueno de Álex necesitará un refugio cuando la justicia divina le caiga encima por su película sobre Unamuno y Millán Astray. Si te persiguen los legionarios, los estudios de RTVE no parecen mal lugar para esconderse.

Pero, ¿dónde están las directoras de terror?

Es muy difícil encontrar mujeres realizadoras en el campo del terror; o, al menos, que se hayan labrado carreras tan prolíficas y con cintas tan emblemáticas para el género como los grandes nombres masculinos. El terror, fuera de los nichos y los fichajes de Hollywood, no es el mayor de los mercados del cine español, precisamente, y la presencia de directoras es aún más reducida. Entidades como CIMA ya han hablado largo, tendido y con mucha más autoridad sobre ello; pero no hay más que ver el homenaje mismo que le hizo la Academia a Chicho con motivo del Goya de honor, con un escenario plagado de maromos.

Por eso es tan importante subrayar que sí existen las españolas a los mandos de producciones de terror. Y, por eso, es igual de crucial o más que alguien como Denise Castro esté entre las firmas de una nueva Historias para no dormir. Con otras figuras femeninas ya consolidadas en demás campos (como Carolina Bang en la producción), Castro vino a agitar la presencia de las mujeres en los puestos de dirección de terror. Su propuesta, nada humilde: Drácula. En concreto, la historia candidata al Goya de las desventuras de una autora para filmar su propia versión del relato estrella del género.

La muy escasa notoriedad de las mujeres españolas directoras de terror es un cruce entre las diferencias de acceso entre hombres y mujeres, lo limitado del propio género en nuestro país y una conjunción de narrativas culturales tradicionales que a menudo asocian a la mujer con formas menos incómodas y violentas de representación (paradójicamente, las actrices víctimas de esas espeluznantes criaturas sí suelen ser mujeres). Por eso, se necesitan más ventanas. Y una nueva Historias para no dormir en TVE puede ser la mejor de ellas.

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