Sam Waterston, Jill Hennessy, Jerry Orbach y Benjamin Bratt, protagonistas de la sexta temporada de ‘Ley y orden’
Esta semana se termina uno de los procedimentales más longevos de la televisión estadounidense, Bones. Durante doce temporadas, el agente del FBI, Seely Booth, y el equipo de la antropóloga forense Temperance Brennan han resuelto casos en los que el cuerpo de la víctima estaba tan descompuesto, que a veces sólo contaban con sus huesos para saber quién era y qué había pasado con ella.
Bones sigue el esquema de los procedimentales policiacos más clásicos: cada episodio es un caso autoconclusivo y en la investigación resulta muy importante un procedimiento concreto, o los casos están centrados en un aspecto determinado. Esa naturaleza autoconclusiva de los episodios ha hecho que los procedimentales (y las series de policías, en general) hayan acabado teniendo mala prensa entre los seriéfilos, una mala prensa que impide que descubramos algunas buenas series.
Nuestro tema de esta semana se va a centrar en los procedimentales, y vamos a arrancarla recordando diez de estas series que pueden gustar incluso a quienes afirman odiar los procedimentales. Hay vida más allá de Mentes criminales.
‘The Closer’
Os presentamos a Brenda Leigh Johnson (Kyra Sedgwick), interrogadora formada por la CIA, que se muda de Atlanta a Los Ángeles para ser la nueva jefa de la división de crímenes prioritarios. Allí tiene ganarse el respeto de sus compañeros, todos varones, que la miran un poco por encima del hombro por ser del sur y mujer, y lo hace demostrando que es una buena policía y que todavía es mejor sacando confesiones en la sala de interrogatorios.
The Closer, emitida por TNT entre 2005 y 2012, no ocultaba la influencia de la Jane Tennison de Principal sospechoso, pero Brenda tenía otras armas. Tenía muy buenos modales (sus “muchísimas gracias” eran un clásico) y su despiste inicial al adaptarse a una gran ciudad como Los Ángeles, más su afición por el dulce, dejaban momentos muy divertidos. Y tuvo, durante mucho tiempo, los casos mejor construidos de la televisión.
‘Homicidio’
La primera traslación a televisión de un trabajo de David Simon no fue la miniserie The Corner, sino Homicidio, basada en el libro del mismo título que contaba un año en las vidas de los detectives de Homicidios de Baltimore. NBC la emitió entre 1993 y 1999 y fue un cambio importante en las series de policías de la época porque abogaba por un mayor realismo en el trabajo de los detectives y en los casos que investigaban.
La serie empezó a hacer conocidos a actores como Andre Braugher, Melissa Leo o Richard Belzer, cuyo detective Munch apareció por primera vez aquí, antes de dar el salto después a la franquicia de Ley y orden, y es habitual que los críticos estadounidenses la incluyan siempre en sus listas de las mejores series de la historia. Puede decirse que los policías de The Wire le deben mucho a los de Homicidio.
‘Medium’
En los procedimentales policiacos se ha vuelto muy común la figura del “asesor” externo, alguien que tiene una habilidad especial que resulta crucial para resolver los casos. De todo ese subgénero de series, la más destacada es Medium porque, en realidad, es más un drama sobre una familia muy normal en la que, sin embargo, la madre tiene sueños de crímenes que están a punto de ocurrir.
Con Patricia Arquette como gran protagonista, lo que distinguía a Medium, además del estupendo retrato de los DuBois, era lo inquietantes que podían ser los sueños de Allison. Usando, a veces, sólo la música y unos encuadres un poco distintos, la serie lograba escenas bastante perturbadoras. Los episodios con el fantasma asesino del doctor Walker no desentonarían en un maratón de televisión de miedo por Halloween.
‘Ley y orden’
Recordar esta longeva serie casi es un chiste a estas alturas. Sus spin-off (con Unidad de Víctimas Especiales aún en antena) y que aguantara veinte temporadas en emisión han diluido un poco el valor que Ley y orden tuvo en su arranque. La creación de Dick Wolff era diferente porque dividía los episodios entre la investigación policial y el juicio, y porque sólo se veía a sus personajes en su entorno laboral.
La inspiración en historias reales de Ley y orden también acabó siendo motivo de chanza, pero en las primeras temporadas conseguía historias muy interesantes sobre el lado oscuro de su sociedad, e hizo famosos, por ejemplo, a actores como Chris Noth o Jesse L. Martin. De todas sus continuaciones, la adaptación británica (Law & Order UK) merece un vistazo.
‘Longmire’
Adaptación de unas novelas de Craig Johnson sobre un sheriff de Wyoming, Longmire tiene en su ambientación rural su principal punto de diferenciación con otras series de policías. El otro es la importancia que tiene en las tramas la reserva india del condado de Absaroka, y la desconfianza que hay entre sus habitantes y el resto.
Longmire consigue crear una estupenda dinámica de personajes, con un sentido del humor bastante especial, y se vuelve más serializada en sus últimas temporadas, en las que Netflix la rescató de la cancelación de A&E. Todavía está inédita en España, lo que es una verdadera lástima.
‘Southland’
La historia de la emisión de Southland daría para un artículo entero. Estrenada inicialmente en NBC, era una mirada a pie de calle del día a día de varios policías de Los Ángeles. Se buscaba ser lo más realista posible y, aunque al principio no convencía del todo ni al público ni a la crítica, la cadena la renovó por una segunda temporada. Pero, antes de estrenarla, cambió de idea y la canceló.
Allí entró TNT a salvarla, y en el paso al cable básico, Southland se convirtió en una de las series que siempre centraba los artículos de “la mejor serie que no estás viendo”. Actores como Michael Cudlitz, Regina King, Benjamin McKenzie o, en la última temporada, Lucy Liu se sirvieron de esta serie para relanzar sus carreras.
‘Psych’
Si hay una cadena que ha explotado al máximo la fórmula del procedimental, ésa es USA. Sobre todo, en su vertiente más ligera y divertida, que era la que aprovechaba Psych, heredera de Monk en lo de tener a un “detective” peculiar y apostar más abiertamente por la comedia. Porque eso era en realidad Psych, una comedia tontorrona sobre un aspirante a Sherlock Holmes que se hace pasar por vidente y su amigo, el tipo serio que siempre intenta controlarlo.
Nadie en Psych se tomaba a sí mismo demasiado en serio, lo que era la clave de que representara la quintaesencia de la serie de verano: sin pretensiones, ligera, muy divertida y que te hacía pasar un buen rato. Eso no quita para que no tuviera buenos casos, que es algo siempre importante en los procedimentales.
‘In plain sight’
Al descubierto, como se tituló en España, era otro procedimental de USA, esta vez centrado en dos agentes del programa de Protección de Testigos en Nuevo México. La gracia estaba en su protagonista, la agente Mary Shannon (Mary McCormack), su peculiar carácter y la disfuncional familia que la rodeaba. Pero In plain sight ejemplifica uno de los puntos fuertes de los procedimentales: sus personajes.
Mary y su compañero, Marshall Mann (Fred Weller), desarrollaban una muy entretenida relación profesional y de amistad, y la serie supo llevar muy bien tanto el lado personal de Mary (y su sarcasmo como arma para enfrentarse a la vida) como los casos durante las primeras dos, tres temporadas.
‘Scott & Bailey’
La televisión británica también tiene su ración de procedimentales y series de policías, algunas más convencionales y otras, más interesantes. Sin entrar en títulos más sesudos como Line of duty o Happy Valley, una que merece mucho la pena es Scott & Bailey, cuyas protagonistas son dos detectives de Manchester que comparten amistad, además de trabajo.
La dinámica de Suranne Jones y Lesley Sharp en esta serie co-creada por Sally Wainwright es lo más destacado de un título en el que, a veces, se investigan unos casos realmente deprimentes, y donde Scott (la responsable) y Bailey (la díscola) no son las únicas importantes. También destaca su jefa, Gill “Godzilla” Murray (Amelia Bullmore), lo que aporta una mirada femenina muy bienvenida.
‘Life’
El detective Charlie Crews (Damian Lewis) pasa doce años en prisión por un crimen que no ha cometido. Cuando sale, lo hace con deseos de venganza, pero disfrazados bajo una apariencia zen y un poco excéntrica. Su compañera, Dani Reese (Sarah Shahi), es una policía seria que tiene sus propios demonios con los que lidiar, y juntos forman una de las parejas de investigadores más entretenidas de las series recientes.
Life sólo duró dos temporadas (fue una de las damnificadas por la huelga de guionistas de 2007/08), pero demostró que podía encontrarse un punto de vista original en los gastados procedimentales de hombre peculiar y mujer responsable. Fue desarrollando un sentido del humor y unos gags visuales impagables, aunque la conspiración que Crews tenía que desentrañar para vengarse no tenía ningún sentido.