Parte del cartel que anunciaba la desaparición de Desiree, Miriam y Antonia, en noviembre de 1992.
Making a murderer fue la primera incursión de Netflix en las series documentales del género true crime, y su éxito animó tanto a la plataforma, como a otros canales de televisión, a contar de una manera similar algún crimen o alguna injusticia social. En España, Antena 3 encargó a la productora Bambú una serie que contara la investigación de la muerte de Asunta Basterra, Lo que la verdad esconde, uno de los casos más mediáticos de la historia reciente española.
Bambú volverá a probar suerte en ese género, pero ahora lo hará en Netflix, con una docuserie de cuatro episodios que se estrenará globalmente en 2019 y que se centrará en el que, quizá, es el crimen más televisado de España: el de las niñas de Alcàsser.
Ramón Campos, productor ejecutivo de la serie, afirma en un comunicado que El crimen de Alcàsser está impulsado por un intento de mostrar todo lo que rodeó al caso: “Nuestra intención es que este sea el documental definitivo sobre uno de los casos que han estremecido a la sociedad española durante años. En él estarán todos los protagonistas para desentrañar por fin lo sucedido aquel oscuro noviembre de 1992 en Alcàsser. Ofreceremos a todos la oportunidad de reflejar fielmente su verdad”.
Dos portadas de la prensa el día que aparecieron los cadáveres de las tres adolescentes.
Del crimen de Alcàsser se cumplieron 25 años en 2017, y el aniversario sirvió no sólo para recordar las circunstancias en las que se produjo, sino también el gran circo mediático en el que se convirtió, primero, la búsqueda de las jóvenes y, después, el juicio a Miguel Ricart, único detenido. La huida del otro principal sospechoso, Antonio Anglés, y la cobertura exhaustiva que programas de televisión de todo tipo hicieron del caso acabaron convirtiéndolo en una parte muy destacada de la crónica de la España negra.
Éste arrancó el 13 de noviembre de 1992, cuando tres adolescentes de Alcàsser (Desiree Hernández, Miriam García y Antonia Gómez) desaparecen en la carretera que lleva a Picassent. Una mujer las vio subirse a un coche blanco en el que viajaban, al menos, dos hombres. A partir de ahí, el circo mediático discurre paralelo a la investigación policial, cada vez más grande y más morboso con el paso del tiempo, y es un aspecto que resulta muy difícil desligar del caso.
