Lydia Quigley se afianza como la villana de la serie. (Fuente: COSMO)
Si alguien creía que Harlots: Cortesanas era una serie de época sin más porque sus protagonistas son “cortesanas” del siglo XVIII, el primer capítulo de la segunda temporada le quita esa idea de la cabeza en dos minutos. Cualquiera que haya visto la primera entrega sabe perfectamente que la creación de Moira Buffini y Alison Newman es de todo menos sentimental: es cínica, brutal y no deja que ninguna de sus protagonistas se haga ilusiones del lugar que ocupan en el mundo.
Pero eso no quiere decir que no vayan a seguir intentando mejorarlo. Y que no defiendan lo que han conseguido con uñas y dientes. La rivalidad entre Lydia Quigley y Margaret Wells se vuelve aún más encarnizada después de los eventos del final de la primera temporada porque, con las dos tirando de todas las artimañas que conocen para destruir a la otra. Pero los contactos de Quigley pueden, tal vez, ser demasiado poderosos.
El arranque de la segunda temporada, que se estrena esta noche en COSMO, afianza todavía más a la madame como la gran villana de la serie. Es manipuladora, cruel y, tal vez, está demasiado segura de su posición, y Lesley Manville le extrae todo el jugo al personaje en sus escenas. Siempre da la sensación de ser una araña atrayendo al resto de personajes a su tela de secretos, favores y juegos de influencia, pero también parece que, en esta temporada, puede estar abarcando más de lo recomendable.
Samantha Morton, como Margaret Wells. (Fuente: COSMO)
El refrán “quien siembra vientos, recoge tempestades” se cierne sobre Lydia del mismo modo que le llega a una Margaret cuyas acciones del año pasado tienen consecuencias. La venganza no es un negocio del que uno pueda salir indemne y, además, hay que conocer bien a tu rival. La tan prometida ampliación del mundo de las cortesanas aparece en la forma de unos personajes inquietantes y peligrosos y, además, de ese juez y esa aristócrata que representan tanto la principal amenaza para Quigley como su carta para escapar de la cárcel.
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Todos los conflictos que surgen en la serie provienen de ese dilema, que Charlotte Wells ejemplificaba al principio con su negativa a firmar contratos de exclusividad con uno de sus clientes.
Fuente: COSMO
El arranque de la nueva temporada mantiene el ritmo (puntuado por esas percusiones de su banda sonora) y la mirada sin concesiones a una sociedad hipócrita en la que el valor de una persona provenía de lo que se tenía y donde se agitaba el nombre de Dios para acabar oprimiendo a los menos favorecidos. No se idealiza ni se presenta como romántico ni un solo aspecto de las vidas de estas mujeres, y menos aún en unos episodios que apuntan a que todas llegarán hasta sus límites antes de conseguir lo que buscan. O de perderlo.
Por supuesto, el trabajo de ambientación sigue siendo de primer nivel y la dirección continúa buscando la inmediatez y salirse del encorsetamiento de muchos dramas de época. Harlots está hecha desde una mirada contemporánea, una que ve el sexo en este mundo como un negocio y un juego de poder. Sólo que es un juego que va a tomar un cariz aún más peligroso.
La segunda temporada de ‘Harlots: Cortesanas’ se estrena esta noche, a las 22:00, en COSMO.
