Algunos de los protagonistas originales de ‘Urgencias’. (Fuente: Warner)
El 19 de septiembre de 1994, NBC estrenaba un drama médico que, a priori, llamaba la atención más por los nombres que tenía detrás que por su temática. Urgencias estaba producida por Steven Spielberg y basada en una historia de Michael Crichton, autor de Parque Jurásico, y que se había inspirado en sus propias experiencias como médico. Se estrenaba, además, un día más tarde que otro drama del mismo estilo, Chicago Hope, creado por David E. Kelley y que se emitía en CBS. Las dos tenían un grupo coral de protagonistas que se movían alrededor de un hospital de Chicago, pero mientras la segunda era un poco más convencional (hasta en sus pequeñas excentricidades de hacer episodios musicales), Urgencias fue todo un soplo de aire fresco.
¿Por qué? Por su manera de narrar las historias de aquellos médicos que trabajaban demasiado, que apenas tenían vida privada fuera de las urgencias del County General, que muchas veces trataban a pacientes sin techo, sin seguro, con situaciones sociales muy complicadas… El piloto, doble, seguía a una de las nuevas incorporaciones del hospital, el doctor Carter (Noah Wyle), en su primera guardia de 24 horas como residente de cirugía. Con los ojos muy abiertos veía el ritmo frenético con el que funcionaba el servicio, lo exigente que era el adjunto que tenía asignado, el doctor Benton (Eriq La Salle), y hasta presenciaba el intento de suicidio de una de las enfermeras, Carol Hathaway (Julianna Margulies), que había estado en una relación con el pediatra, el doctor Ross (George Clooney).
La televisión estadounidese ya había tenido dramas ambientados en un hospital y con muchos personajes a los que seguir, desde la telenovela Hospital General hasta St. Elsewhere, pero ninguno de ellos había incluido planos como uno de unas ruedas de una camilla corriendo veloces por el pasillo que se incluía en los títulos de crédito de Urgencias.
Ése es el principal legado de esta serie que aguantó 15 temporadas en antena, con una rotación casi completa de personajes, y que es el otro gran aniversario de esta semana en la ficción estadounidense, más allá del de Friends. Hasta que Juego de tronos arrasó en nominaciones y premios el año pasado y en esta edición de los Emmy, Urgencias era la que tenía buena parte de los récords que ha batido la serie de HBO, y su sombra se nota en más sitios que en el cambio constante de protagonistas que ha permitido que Anatomía de Grey la supere como el drama médico en prime time más longevo en Estados Unidos.
Para empezar, como decíamos, Urgencias representó un cambio en la manera en la que se contaban estas historias en televisión. De una manera similar a cómo Canción triste de Hill Street lo había hecho con el policiaco en los 80, la ficción de NBC presentaba pacientes de los que, muchas veces, no sabíamos su destino: sólo veíamos su paso por los boxes de urgencias y cómo recibían sus primeros tratamientos. En cuanto los metían en el ascensor para ir a cirugía o a alguna otra área del hospital, lo más habitual es que dejáramos de saber de ellos.
También morían unos cuantos de ellos, y algunos lo hacían porque los médicos se equivocaban. Estaban estresados, al final de una larga guardia en la que no habían parado en toda la noche y, a veces, cometían errores. Pero el principal legado de Urgencias está en algunas decisiones formales que adoptaron sus productores.
(Fuente: Warner)
Para empezar, emplearon iluminación realista, es decir, las luces que se veían en las urgencias del County General eran las que podían estar en cualquiera de estos servicios en otros hospitales públicos del país. Eso llevaba a que se crearan sombras y contrastes que, a lo mejor, no se habrían permitido en televisión: los ojos de los actores a veces estaban a oscuras y la luz del quirófano no solía ser favorecedora. El estilo que sus directores seguían estaba mucho más cercano al del documental, con cámaras en mano o steadycams que seguían a los personajes por todo el hospital, zooms para captar algo interesante que pasaba en segundo plano y un montaje que apostaba por un ritmo rápido.
Porque ésa era otra de las señas de identidad de Urgencias: si estaban en medio de una crisis o con un paciente muy grave, los personajes hablaban muy rápido, se gritaban, se pisaban las frases unos a otros y corrían de un lado para otro, transmitiendo el frenesí organizado con el que todos se movían para salvarle la vida a una víctima de un accidente de tráfico, por ejemplo.
Y ese estilo acabó influyendo a otras series que, a priori, no podían estar más alejadas, temáticamente, de esa ficción médica. Los responsables de la nueva Battlestar Galactica, por ejemplo, reconocían abiertamente que habían tirado de su manera de rodar para darle a su serie de ciencia ficción espacial un aire mucho más realista, y las escenas cortas y el ritmo rápido que, por ejemplo, Julian Fellowes imprimió a Downton Abbey estaba inspiradas, precisamente, por lo que Urgencias había hecho en 1994.
Sí, por la serie pasaron multitud de actores que luego se hicieron famosos, aparte de George Clooney, tuvo un montón de apariciones especiales de grandes estrellas y hasta emitió un capítulo en directo, pero son esas decisiones narrativas las que han terminado calando más en las series posteriores. Y también se adelantó a Anatomía de Grey a la hora de matar personajes tirándoles un helicóptero encima, en este caso.
Crítica: ‘The Resident’ explota los lugares comunes de una serie más de hospitales
El drama médico, protagonizado por Matt Czuchry, llega a Fox Lifefueradeseries.com