Esta crítica se ha escrito después de ver los dos primeros episodios de ‘Rebel’ y no contiene spoilers.
La vida está llena de matices y cuando se trata de vender algo no hay demasiado espacio para entrar en detalles. Eso debieron de pensar los directivos de ABC cuando dieron luz verde a Rebel, que desde hoy está disponible en Disney + Star. Y lejos de pormenorizar en el argumento de su nuevo proyecto la producción se vendió como “la serie inspirada en Erin Brockovich”, la activista que Julia Roberts llevó al cine en el año 2000 y le sirvió para ganar el único Óscar de su carrera.
Con esa premisa puede que muchos se sentaran frente al televisor, deseando volver a ver la historia dirigida por Steven Sodebergh en formato serie. Porque lo de convertir exitosas películas en series también es una forma de hacer series hoy en día y el personaje lo merecía. Sin embargo, el matiz llega al comenzar el primer episodio, cuando sobre la pantalla queda sobreimpresionado que la serie está inspirada en «la vida de Erin Brockovich hoy».
Olvidarse de lo visto no supone un problema hasta que, con el paso de los minutos, descubrimos a una mujer que hace honor a su apodo, Rebel, de forma histriónica y muy ruidosa, sin matices y sin el más mínimo tacto. Y mientras lucha contra el enemigo que se convierte en su causa, en este caso una multinacional médica, no deja de lado (del todo) a su familia, por muy extensa que sea. Dos exmaridos, un esposo con el que lleva diez años casada, un hijo de cada uno de ellos y su cuñada son los habituales del día a día de la protagonista. Gente no falta a la hora de hacer el mundo más justo.
El problema de Rebel es que, como bien dice una señora que contempla su último numerito, esta luchadora incansable «no es abogada, simplemente grita». Grita mucho y a todas horas, a los que quiere convencer de su causa y a los que trata de aleccionar. Yo estoy muy a favor de las señoras deslenguadas que no dudan en decir lo que piensan, excepto cuando eso es lo único que tienes para que toda una serie resulte atractiva. Y cuando además podías decir lo mismo unas octavas más bajo, porque no se trata de ver quien habla más alto sino quien tiene mejores argumentos.
Si a Rebel le quitas el encanto de ver a Katey Sagal (Hijos de la anarquía) leyéndole la cartilla a seres miserables, a pesar de su tono, lo que le queda es una serie de abogados del montón que probablemente nadie habría aprobado de no ser porque lleva el nombre de Erin Brockovich detrás. La vida personal de la protagonista es demasiado compleja y las tramas se dividen para darle a cada uno de ellos sus minutos, algo que ayuda a rellenar una temporada pero que, narrativamente, aporta bien poco. Porque las causas de Rebel son sociales y muy necesarias, pero la producción habría ganado mucho si se hubiese centrado en el caso sobre el que gira toda la serie y hubiese dejado fuera tanta trama secundaria que en muchos casos solo son rellenos.
Y es una pena, porque además de tener una protagonista de solvencia demostrada Rebel cuenta con un elenco muy atractivo, con caras conocidas como Andy García (Ballers), en el papel de Julian Cruz, su jefe y responsable de un bufete de abogados, James Lesure (Chicas buenas) interpretando a uno de los ex maridos y Mary McDonnell (Fargo) en el rol de Helen Peterson, una de sus clientas. Pero la lista no termina aquí porque también podemos ver a Sam Palladio (Nashville) como el abogado Luke Chapman, Abigail Spencer (Timeless) interpretando a la doctora Nelson o Adam Arkin (Cómo defender a un asesino) en el papel de Mark Duncan.
Los fans de los procedimentales judiciales disfrutarán de la producción, porque no hay nada que nos guste más que un personaje con carácter que lucha incansablemente por hacer justicia. Si además tiene labia, mejor que mejor. Pero todo aquel que busque algo más es probable que se sienta más satisfecho poniéndose otra vez la versión cinematográfica o cualquier otra serie de Sagal ,en la que además de seguir siendo una mujer con carácter probablemente grite mucho menos.
‘Rebel’ se emite los viernes en Disney+ Star.
