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Crítica: ‘The Handmaid’s Tale’ 1×05 — Actos de rebeldía

Otro gran episodio de The Handmaid’s Tale que consigue construir una unidad narrativa entre los flashbacks y el presente, por similitud y por contraste. Traiciones, complicidad y secretos compartidos se exploran en ambas líneas de la historia: Luke le era infiel a su esposa y June iniciaba la relación sin contárselo a Moira (así nos confirman también por qué su relación era ilegal/pecaminosa según las leyes de Gilead); la señora de la nueva casa de Emily encuentra excusas para evitar las Ceremonias; Serena traiciona el orden establecido y al comandante, Fred y June a Serena, Nick a Fred. El título del episodio es claramente irónico. O, simplemente, plantea a quién se le debe lealtad: a uno mismo.

Los juegos de poder

“-No está permitido.
-Lo está conmigo”.

Una vez más, como ya nos tienen acostumbrados, y como ocurre en la realidad cuando no existe la igualdad entre los miembros de una relación, se establecen dinámicas de poder. Aunque se establezcan relaciones de complicidad por traiciones comunes, siempre hay alguien que disfruta de una situación de control con respecto al otro.

El acceso a la palabra escrita no está permitido, a menos que sea el comandante quien lo ofrezca. El contacto físico, más allá del necesario biológicamente, durante la Ceremonia no está permitido, a menos que sea el comandante quien se lo permita porque no corre ningún riesgo. La esterilidad masculina es un concepto prohibido, pero algunos pueden expresarlo en voz alta, si quien escucha es inferior. Se asume que los hombres tienen más poder que las mujeres, y aun siendo un Ojo, Nick no puede decirle que no a Serena. Él y June son coercionados y Serena se sienta a mirar.

Mejor nunca significa que sea mejor para todos

Siempre será peor para alguien.

Esa frase del comandante, además de darnos una razón más (y no la única durante el episodio) para querer quemarlo vivo, a él y a todos los demás, plantea una idea muy compleja, y dolorosa de procesar, que se explora a través de la nueva Ofglen: la del privilegio.

La de Gilead, es una realidad horrible e indefendible, y aun así, para ella, es mejor que la realidad que vivía antes. No es este un argumento a favor de la pesadilla que se ha institucionalizado, es una prueba de la desigualdad y la injusticia en la que vivimos, y lo insensibles que somos ante ellas.

La serie nos cuestiona constantemente y nos hace reflexionar sobre todo lo que damos por ganado y por seguro. Ni hacemos nada para merecerlo más que otros, ni deberíamos estar tranquilos pensando que lo tenemos garantizado eternamente.

Son invencibles

La trama de Emily fue maravillosa en esta hora de The Handmaid’s Tale. Por un lado, nos permitió comprobar, una vez más, que no todos, aunque estén en situaciones de cierto poder, son leales a la ideología del horror. La actitud de la esposa del comandante a quien ha sido asignada fue un soplo de esperanza, porque nos demuestra que la rebelión se gesta de diferentes formas y poco a poco. Pero, como bien dice Emily, no puede enfermarse cada mes; esa es una solución que no puede sostenerse en el tiempo, y no puede depender de ella.

La escena en el mercado fue intensa, emocionante, heroica. Realmente parecía invencible. El acto de rebeldía de Emily es activismo puro, se sintió libre por un momento y sirvió de inspiración para todas.

El placer sexual femenino como acto de rebelión

“Ahora, tenéis respeto y protección. Podéis realizar vuestro destino biológico en paz”.

El espíritu de Gilead condensado en una frase. Condescendencia y misoginia. La mujer que sale de la costilla de Adán.

El placer sexual femenino ha sido y sigue siendo tabú, por eso, la escena final de June es tan importante. Una vez más, encuentra inspiración y fuerza en otras como ella. Decide así, asumir todos y cada uno de los riesgos que implican subir las escaleras a la habitación de Nick, y darle una patada en los huevos a la sociedad de Gilead.

Sexo deseado. Sexo placentero. Sexo por el mero disfrute. Deja a Offred en el suelo con la ropa, es June al desnudo, literal y metafóricamente.

Su situación no ha cambiado y al despertarse a la mañana siguiente seguirá siendo esclava del sistema, pero durante unos minutos gloriosos ha tenido el control de la situación.

‘The Handmaid’s Tale’: Bienvenidos a la República misógina de Gilead
Comentario, sin spoilers, del primer episodio de la serie basada en la obra de Margaret Atwoodfueradeseries.com

Notas al margen

  • La solidaridad entre las criadas sigue siendo una cosa hermosa entre tanta monstruosidad; como el momento en el mercado en el que una de las criadas entiende lo que le pide June y acepta distraer a la nueva Ofglen con las margaritas, aunque le den alergia. Puede que la traición domine todo el episodio, pero las criadas son leales entre ellas.
  • Supongo que no es muy arriesgado pensar que este episodio podría ser una despedida de Emily. Si así fuera, no podría irse en un punto más alto, se va como una verdadera heroína. Pero me gustaría ver más de ella.
  • Mayday, así se hace llamar la resistencia en Gilead. Seguiremos a la espera de que nos cuenten más detalles de su funcionamiento.
  • Una muestra de lo maravillosa que está Elisabeth Moss a nivel de actuación la tenemos en la escena en la cocina con Nick; en cinco segundos consigue transmitir miedo, rabia, impotencia, tristeza y sensualidad con una sola expresión.
  • La expresión de June cuando ve a Emily en el coche nos lleva al momento del episodio pasado en el que vio a Moira escaparse en el tren. La admiración y aprobación con la que miramos a los héroes.
  • El poema que recuerda June es de Margaret Atwood: “You fit into me like a hook into an eye, a fish hook an open eye”.

Todas las críticas de ‘The Handmaid’s Tale’

Los nuevos episodios de The Handmaid’s Tale se estrenan los miércoles en HBO España.

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