El Hombre Manco, en una imagen del regreso de ‘Twin Peaks’ (Fuente: Movistar+)
“Perturbadora, rara, divertida y, básicamente, imposible de reseñar”. Así describe The Hollywood Reporter el arranque del regreso de Twin Peaks, la clásica serie de principios de los 90 que, 26 años después de su cancelación en ABC, retoma su historia en Showtime. Y la retoma de una manera muy literal. Si nunca hemos visto nada de las dos temporadas originales, ni Fuego camina conmigo, ni hemos leído el libro La historia secreta de Twin Peaks, es muy probable no seamos capaces de entender nada de lo que estemos viendo.
Porque ya puede costar hasta siendo un veterano del universo de David Lynch, su co-creador con Mark Frost, y el director de los 18 episodios que va a tener esta tercera temporada. Ambos no se ponen ninguna cortapisa en las escenas más surrealistas, ni en algunas con un tono claramente de humor ligeramente absurdo, ni en una en concreto bastante aterradora, y tampoco se preocupan demasiado por explicar qué está pasando.
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Twin Peaks es un estado mental, más que una serie de televisión, y si en 1990 no se parecía a nada de lo que había en la parrilla, en 2017 mantiene esa misma individualidad intacta. Se nota en un plano aéreo de Nueva York y se nota en la distorsionada versión de una canción de Muddy Magnolias que se escucha en el primer episodio: Lynch y Frost no van a plegarse más que a lo que ellos quieran hacer con Twin Peaks.
Lo que es tanto una ventaja como un inconveniente. Hay partes que funcionan mejor que otras, imágenes que casi parecen más un chiste que algo serio, y una resistencia a acoger a nuevos espectadores muy destacable en un panorama repleto de reboots y regresos que pretenden apelar a la nostalgia de los viejos fans y atraer a unos cuantos nuevos.
Para comentar un poco mejor lo que ha dado de sí este principio de la temporada (los episodios 3 y 4 han sido lanzados por Showtime en su servicio de VOD y estarán disponibles también en el de Movistar+), tenemos que adentrarnos en lo que podría considerarse territorio de spoilers.
A partir de aquí habrá spoilers de los dos primeros episodios de ‘Twin Peaks: The return’.
¿Qué nos cuenta esta vuelta al universo de Twin Peaks? Lo que hace es retomar la historia 25 años después de donde se quedó en ABC: con el agente Cooper atrapado en ese cuarto rojo de la Logia Negra y su döppelganger, que escapó de allí al final de la segunda temporada, poseído por BOB y campando a sus anchas por el mundo. En Dakota del Sur, por ejemplo, vuelve a reproducir el patrón de Laura Palmer al hacer que un director de instituto respetado cometa un sangriento asesinato.
Si Cooper quiere salir de ese limbo surrealista, tiene que conseguir que su doble malvado vuelva a entrar, y en los dos primeros episodios, las escenas en esa habitación tienen mucha relevancia y, probablemente, sean también el estándar para medir si entramos en el juego de Lynch y Frost o no (esa rama parlante que parece salida de un videoclip de MTV de mediados de los 90 es un buen indicativo de esto). Su trama está integrada en la de ese joven cuyo trabajo es vigilar una gran caja de cristal en un rascacielos en Nueva York, y que deja la escena más perturbadora del arranque, con esa criatura que se materializa como si fuera estática en un televisor y que demuestra enseguida que es muy real, y con sed de sangre.
Y, por otro lado, tenemos a los habitantes de Twin Peaks y a Hawk, alertado por la Mujer del Leño de que algo relacionado con la desaparición de Cooper está a punto de ocurrir. Las breves escenas con ella son el toque más emocional porque su intérprete, Catherine Coulson, estaba claramente muy enferma mientras las rodaba, y la manera en la que apremia a Hawk a que no pierda el tiempo tiene una capa extra más meta al saber que Coulson falleció en 2015.
El primer episodio, de hecho, está dedicado a ella, mientras el segundo lo está a Frank Silva (BOB), que murió a mediados de los 90.
Matthew Lillard es uno de los añadidos a la serie. (Fuente: Movistar+)
Si ya puede ser complicado juzgar una temporada por sus dos primeros capítulos, hacerlo con Twin Peaks es hasta temerario. Podemos determinar sí nos convence o no, y si estamos dispuestos a dejarnos llevar durante 16 capítulos más o no, pero poco más. Claramente, va a tener fans entregados y detractores acérrimos, y BOB-Cooper lleva un estilismo realmente extraño.
Destaca mucho que apenas hay música; el silencio y sonidos de fondo que generan una sensación de desasosiego son prácticamente la única banda sonora, y las escenas son largas y muy lentas. Como ocurría en los 90, la serie no tiene ninguna prisa por contar lo que quiera contar.
Veremos hasta dónde llevan Lynch y Frost su vuelta a la costa noroeste del Pacífico.
Notas al margen
- El sentido del humor de Twin Peaks queda bien claro en la escena en la que los policías de Buckhorn (Dakota del Sur) intentan entrar en el apartamento de Ruth Davenport.
- Nuevas incorporaciones vistas en este arranque doble: Matthew Lillard, Jennifer Jason Leigh, Ashley Judd y Balthazar Getty. El último ya trabajó anteriormente con Lynch en Carretera perdida.
- La extraña manera en la que los personajes hablan, y se mueven, en la Habitación Roja se logra haciendo que los actores digan sus diálogos al revés, e interpreten toda la escena también al revés. Ésta, en el montaje, se pasa igualmente al revés, lo que da el resultado ya conocido.
- El grupo que aparece en el Roadhouse, al final del segundo episodio, es Chromatics. La canción que interpretan es Shadow y está inspirada precisamente en una película de David Lynch, Terciopelo azul.
‘Twin Peaks’ se estrena en Movistar Series Xtra los lunes a las 4:05 de la madrugada, en simultáneo con Showtime.
