Crítica: ‘Big Little Lies’ 2×06 — ‘La mala madre’

por Maritxu Olazabal17 de julio de 2019

Renata está teniendo que despedirse de todas sus cosas por su marido (Fuente: IMDB)

La cuenta atrás para el momento en que alguna se delate está cerca. O eso parece creer la policía. Sabemos que la primera lo tendrá más fácil; las demás deberán sobrevivir como puedan. En una trama como esta ninguna es la opción fácil para ingresar en prisión. Todas tienen hijos, y todas están o solas a con una pareja con quien no están pasando el mejor momento. No existe la solución práctica. Y el tiempo corre.

Lo cierto es que las cinco mujeres están forzadas a permanecer unidas, pese a que no entre todas existe una relación honesta de amistad. Es uno de los componentes que más se echan en falta este año. Pese a que el final de la primera temporada mostraba un grupo unido por la necesidad y dispuesto a encararlo todo juntas, aunque parten de algunas relaciones previas de amor mutuo, parece que el secreto las aleja cada vez más. Viven permanentemente vigilándose y reuniéndose casi a escondidas para resistir, pero no les queda mucho más. Más allá de la autodestrucción mutua asegurada todas están pasando por un momento en que su realidad se deshace en las manos.

Si por algo se caracteriza el sexto episodio es por la sensación de ahogo. Posiblemente sea a Celeste a la que le toca hacer un mayor ejercicio de contención. Nicole Kidman está simplemente fantástica en unas situaciones incómodas y en las que debe transmitir dramatismo sin caer en el chillido y la gesticulación extrema. Es impotencia pura. Mientras la señalan por estar con otros hombres, mientras la culpan por no saber digerir toda la historia vivida con su pareja y mientras la amenazan con perder lo único que le queda.

En general es Celeste la que tiene una trama, no sólo más potente, sino que además podría hacerlas caer a todas incluso sin necesidad de que una de ellas se dé por vencida. Un juicio siempre es algo serio, pero cuando te enfrentas a tu suegra, que desconfía de ti como madre y que sigue pensando que algo tiene que haber tras la muerte de su hijo la pone en el disparadero.

De hecho todo el papel de Mary Louise inspira una mezcla entre lástima y rabia. Lástima porque no deja de ser una madre que ha perdido un hijo al que amaba y adoraba. Pero rabia porque ante las verdades que le ponen delante se niega a creerlas y da vueltas una y otra vez a cómo dejar a Perry en buena posición. Entendemos la parte en que se preocupa porque sus nietos se encuentren en buenas manos, pero posiblemente ha optado por la vía legal cuando aún no se habían agotado caminos menos beligerantes. Sé por qué lo hace, pero no soy capaz de justificarla. Y además tiene la cuestionable capacidad de sacar de sus casillas a cualquiera; a Celeste, a Jane y a nosotros mismos.

Sin Mary Louise sería mucho más fácil criticar a Celeste. Lo intenta, pero se queda a medias. Porque pierde los nervios con los pequeños, porque está perdida y no toma las mejores decisiones. Pero es inevitable que quede la sensación de que todo se podía evitar.

Madeline no hace más que intentar recuperar una confianza desde la propia mentira. (Fuente: IMDB)

Por su parte Madeline vive intentando salvar su matrimonio. Es gracioso, porque todo se está desmoronando por una infidelidad que no iba más allá, pero el verdadero secreto es aquel que no le puede contar. Y no depende de ella, el pacto sellado la obliga a mentir a la persona a la que quiere. Y él lo sabe; sabe que hay algo más allá que los separa constantemente y que hace que cualquier intento de volver a estar bien sea algo inútil.

Aparentemente es uno de esos arcos sencillos. Perder una pareja no es tan duro. Pero si hablamos de Madeline es otro tema. Su vida como madre, esposa y celebridad del pequeño entorno en el que vive es lo que le da sentido. No estudió, no trabaja, no tiene prácticamente aficiones propias. No se ve capaz de soportar otra separación y tener que construirse como individuo independiente. Pero el problema sigue ahí; está intentando recuperar la confianza en base a una mentira. Y eso no puede salir bien.

Pero si alguien está enfadada es Renata. No tenemos muy claro de dónde huye, pero es evidente que no quiere volver a allí. Lo que el año pasado fue una obsesión por la felicidad y la sobreprotección de su niña se ha apartado completamente, dejándonos ver que su bienestar se sustenta en las cosas. En el saber que no tendrá necesidades. Su éxito se sustenta en eso, y le ha sido arrebatado por la persona con quien vive. No ha sido un error de él, sino de ambos, al menos así parecen las consecuencias. Y todo cae, no sólo el dinero, los lujos y la aprobación externa. Le salpica a ella perdiendo sus logros personales, pero además le toca descubrir que su marido se ha acostado con la niñera. Pocas cosas más manidas y que puedan generar más rabia.

Posiblemente Bonnie es la más perseguida por lo sucedido en la fiesta del colegio. Es cierto que fue ella la que lo empujó, pero tener que lidiar primero con la insistencia de su madre y luego con su accidente no la ayuda. Si alguna tiene riesgo aparente de confesar es ella. Todo le recuerda el momento de la caída y su desenlace. Lo que en su momento podría haber sido una declaración relativamente sencilla se ha convertido en una bola de nieve que arrastrará consigo la vida de las cinco. Sin hijos, sin maridos, sin entorno que las mantenga seguras y dentro de su rutina.

Toda la temporada nos conduce a un desenlace pesimista. Nada parece tener buena pinta y lo que pensamos que había sido una buena solución en el final de la primera temporada las persigue para acabar con ellas. Y con todo una luz. Celeste revive, no sabemos con energías sacadas de dónde, pero ahí está, ante la jueza, reclamando poder preguntar a su suegra ante el tribunal. No podemos más que afilar los cuchillos esperando que sea fuerte, tajante y descarnada.