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Crítica: ‘Crimen en el paraíso’ exprime el pez fuera del agua

Una imagen de la séptima temporada de ‘Crimen en el paraíso’. (Fuente: Cosmo)

El pez fuera del agua es uno de los puntos de partida más habituales a la hora de crear comedias. Toma a un personaje con una personalidad muy marcada y lánzalo en medio de un entorno totalmente extraño y, lo que es más importante, diametralmente opuesto al protagonista, y espera a ver qué ocurre. El conflicto entre personaje y entorno garantiza risas y drama, si eso es lo que se busca.

Doctor en Alaska, por ejemplo, es un buen ejemplo de esto. Tenemos a un médico de Nueva York, y quintaesencialmente judío neoyorquino, trasplantado a regañadientes a un remoto pueblo de Alaska en el que el propietario de su consulta es un ex astronauta con delirios de gran hombre de negocios y su casera, una niña de familia bien de Michigan que acaba siendo piloto de avionetas. El contraste entre las neurosis de Fleischmann y el ritmo relajado de un lugar en el que es normal ver alces paseándose por la calle era el centro de toda la serie, y si cambiamos a un médico de Nueva York por un policía estricto de Londres y a Cicely por la isla de Saint Marie, tenemos Crimen en el paraíso.

Con muchas salvedades, claro, pero su punto de partida es el mismo. Cuando la serie, creada por Robert Thorogood, se estrenó en 2011, el protagonista era un estirado inspector de Londres al que enviaban a una isla del Caribe a investigar la muerte del jefe de policía. Un tipo de ciudad en una isla quien, además, es un detective acostumbrado a otro ritmo de vida y a otra manera de llevar a cabo su trabajo; el pez fuera del agua perfecto.

Los policías de Saint Marie investigan un caso. (Fuente: Cosmo).

Crimen en el paraíso entrelaza ese esquema con una serie de casos de toda la vida, de las que son muy habituales en las parrillas de las cadenas británicas. Su principal diferencia es que, en lugar de transcurrir en Londres, o en Manchester, o en la región septentrional de Northumberland (como Vera), tiene lugar en una ficticia isla caribeña que, en realidad, es la isla de Guadalupe, territorio francés. Lo exótico de su entorno es, probablemente, parte del encanto de una serie que es un gran éxito de público.

Y sus armas son bien sencillas. Los tres protagonistas que ha tenido hasta ahora han destacado siempre por algo que los hacía contrastar con los habitantes de Saint Marie y con sus compañeros en la policía. Entre la rigidez de Richard Poole, el despiste de Humphrey Goodman y las pequeñas excentricidades de Jack Mooney siempre se ha buscado que, al menos inicialmente, el proceso de adaptación de ellos a su entorno es un extra a la investigación de unos asesinatos que pretenden que el espectador pueda averiguar quién es el culpable al mismo tiempo que los detectives, o incluso antes.

El esquema autoconclusivo de estas series y su tono amable contribuye a que funcionen bien entre la audiencia. El humor que surge del “choque” entre los urbanitas británicos y los isleños, más el desarrollo de las historias personales de los protagonistas, da a las investigaciones esa ligereza que aporta entretenimiento y termina por enganchar a sus seguidores.

La séptima temporada de ‘Crimen en el paraíso’ se estrena esta noche, a las 21:30, en COSMO.

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