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Crítica: ‘El misterio de Hanging Rock’, entre lo explícito y lo onírico

Natalie Dormer, como la señora Appleyard. (Fuente: COSMO)

Picnic en Hanging Rock es una obra de culto. Tanto el libro de Joan Lindsay como, sobre todo, la película de Peter Weir, de 1975, han arrojado una larguísima sombra sobre obras posteriores que quisieran contar un misterio a través de la construcción de una atmósfera en la que no está muy claro si todo lo que ocurre es real, está dentro de las mentes de los personajes o, por otro lado, hay algo sobrenatural involucrado. La ambigüedad con la que Lindsay presentó su libro, dejando que muchos lectores creyeran que lo que contaba estaba basado en hechos reales, ya daba una pista de la facilidad con la que la historia atrapa la imaginación.

La nueva versión se titula en España El misterio de Hanging Rock, la estrena COSMO, con doble episodio, el domingo a las 22:00 y, a través de seis capítulos, nos mostrará de nuevo la desaparición de tres chicas y de una de sus maestras en Hanging Rock, en Australia, durante una excursión celebrada el día de San Valentín de 1900. Todas pertenecen a Appleyard College, un internado de señoritas dirigido de una manera muy estricta por la misteriosa señora Appleyard, y en el que algunas de sus alumnas encuentran diferentes maneras de rebelarse.

La moral victoriana, la metáfora del salvaje paisaje australiano, el peso de los secretos, la atracción del misterio y las gafas de sol de Hester Appleyard (muy a lo Gary Oldman en Drácula, según su intérprete, Natalie Dormer) son algunas de las cosas que la serie nos deja ver en sus primeros dos episodios, cuyo tono, por cierto, está muy bien reflejado al elegir The end, de The Doors, como la música de su trailer.

Porque lo que primero destaca de la serie es su deuda estilística con el cine de terror más lisérgico de los 70. Los juegos de colores, los planos distorsionados o ralentizados… Hay algunas escenas en el segundo capítulo que parecen sacadas directamente de El resplandor, por ejemplo. Pero aquí no hay sangre ni asesinos despiadados; lo que sí hay es una explicitación del subtexto presente tanto en el libro como en la película de Weir, un subtexto de sexualidad reprimida que también era importante en ese terror setentero.

Ahí, El misterio de Hanging Rock está a caballo entre la atmósfera onírica de las obras originales y los modos de narrar más comunes en la ficción televisiva del siglo XXI. La desaparición de las chicas ocurre bastante pronto porque lo importante son las consecuencias que crea en el resto de alumnas de la escuela, en Hester Appleyard y en los demás personajes que se mueven a su alrededor, incluida la familia Fitzhubert, representante de la aristocracia británica más retrógrada.

‘El misterio de Hanging Rock’: todo lo que sabemos sobre la serie de COSMO
La adaptación del libro de Joan Lindsay llega con la baza de Natalie Dormer como protagonistafueradeseries.com

Uno de sus miembros, Michael, es la última persona que vio con vida a las jóvenes mientras se adentraban en la espesura alrededor de la Roca, y su obsesión por averiguar qué les ha ocurrido puede estar conectada con la razón por la que abandonó su educación en Inglaterra para acabar viviendo coin sus tíos en ese remoto lugar de Australia. La señora Appleyard, por su parte, guarda un secreto que empieza a acosarla cada vez más, mientras las maestras no pueden evitar sentirse culpables por lo que ha sucedido. Y en cuanto a las alumnas, esas consecuencias se centran en dos de ellas, una que estuvo en el fatídico picnic y otra que se quedó castigada en el colegio.

La relación entre esa niña, Sara, y Hester Appleyard es uno de los aspectos en los que se centran los dos primeros capítulos. Es una relación bastante perturbadora, con Sara rebelándose constantemente y la directora castigándola de la manera más dolorosa posible. Siempre repite que lo hace por el bien de las niñas (ayuda al principio de la serie a Miranda de una manera similar), y da la sensación de que se identifica con ellas más de lo que las alumnas querrían admitir. Pero elige siempre forzar en ellas la sumisión a un orden social y moral en el que unas cuantas ni encajan, ni quieren, ni saben cómo hacerlo.

A Miranda le encanta la naturaleza salvaje. (Fuente: FMA/Xinger Xanger)

La atracción por la naturaleza de Miranda es la forma de rebeldía más obvia, pero la serie traza enseguida la conexión especial entre ella, Marion e Irma a través de flashbacks que explicitan esa represión sólo insinuada, por ejemplo, en la película. Ni siquiera hay que estar demasiado atento para darse cuenta de que hay algo entre Miranda y Marion y de que las tres (que son de las alumnas más mayores, y las más admiradas por el resto) tienen algún tipo de voto entre ellas para no dejarse doblegar por Appleyard.

Los dos capítulos transcurren con rapidez (los dos principales sucesos de la historia ocurren al final del primero y del segundo episodio, respectivamente), y para quienes hayan visto el Picnic de Hanging Rock de Peter Weir, el tono más abiertamente excéntrico puede ser una sorpresa. De hecho, puestos a buscar referentes en películas de atmósfera inquietante en colegios femeninos, quizás sea La residencia, de Chicho Ibáñez Serrador, la que puede dar una mejor idea de por dónde se mueve la serie.

El misterio de Hanging Rock juega a mezclar la represión emocional y, sobre todo, sexual victoriana con la atracción y el miedo hacia un paisaje tan salvaje y tan misterioso como el de aquella Australia que todavía era una colonia del Imperio Británico. Su mayor obviedad en los temas que trata es su principal diferencia con sus materiales de partida, pero hay detalles curiosos por ahí, como el sarcasmo de Hester Appleyard.

Y, si tenéis curiosidad, un usuario de YouTube ha hecho un montaje comparativo (con spoilers, claro) de algunas de las escenas más famosas de la película de Peter Weir con la manera en la que presentan en la serie. El picnic y las secuencias en la Roca no ocultan la deuda que tienen con el filme de 1975.

‘El misterio de Hanging Rock’ se estrena el domingo, a las 22:00h, en COSMO.

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