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Crítica: ‘Héroes invisibles’, cuando hay que hacer lo que hay que hacer

(Fuente: Filmin)

Esta crítica se ha escrito tras ver la miniserie completa.

La globalización como fenómeno ya no es una novedad. Casi, incluso, nos suena a arcaico y eso que, hasta hace bien poco, todos hablábamos de ella. El mundo de las series no es ajeno a la globalización, y ejemplos hay muchos, pero el que nos trae hoy aquí es de los más, si no el que más, “raro” (dicho sea con todo el respeto) que conozco: una coproducción entre la productora chilena Parox y la finlandesa Kaiho con la financiación de CHV, CNTV y Corfo en Chile y del canal de televisión público de Finlandia YLE. Hablamos de Héroes invisibles, recién estrenada por Filmin en España.

El 11 de septiembre de 1973 es una de esas fechas oscuras en la historia de la democracia. El golpe de estado que llevó a cabo el general Pinochet contra el régimen democrático de Salvador Allende puso fin a casi 50 años de desarrollo de institucionalidad democrática en el país, sumiendo a Chile en una espiral de destierros, encarcelamientos y ejecuciones sumarísimas de los “opositores” al recién instalado régimen, y a casi 18 años de dictadura militar. Sin embargo, incluso en los contextos más difíciles, siempre surgen héroes que abrazan la causa de la libertad, sin mediar ideologías ni creencias. Éste es el caso de Tapani Brotherus y su mujer Ilkka Jaamala.

Situémonos: Finlandia, 1973. Tapani Brotherus (Pelle Heikkilä) es un diplomático al que le asignan el puesto de responsable comercial en la embajada finlandesa en Santiago de Chile. Una vez allí, pergeña un acuerdo con el gobierno comunista de Allende para la explotación forestal de una zona en el sur del país. Poco después de la firma del acuerdo, el general Pinochet encabeza el golpe de estado que acaba con el régimen democrático y la vida de Allende. La caza de brujas ha comenzado.

Finlandia, que enarbola la bandera de la neutralidad, eludiendo inmiscuirse en los asuntos internos de Chile, ordena a Brotherus mantenerse al margen. Pero todo cambia cuando, de la noche a la mañana, funcionarios, militares y simpatizantes de Allende saltan la valla de su residencia huyendo de los golpistas.

(Fuente: Filmin)

Tapani e Ilkka (Sophia Heikkilä) se encuentran en una situación complicada. Por un lado, el Ministerio de Exteriores finlandés niega toda ayuda o cooperación a los refugiados, pero ambos, de férreas convicciones humanitarias, desoyen a sus superiores. Su residencia, donde viven con sus dos hijos, se llena de huidos; en poco más de dos semanas, alojan a una treintena de refugiados. Desde un antiguo escolta de Allende, presente en los últimos momentos del Palacio de la Moneda, hasta funcionarios, políticos o personas corrientes cuya posición ideológica les supone un pelotón de fusilamiento. Los recursos del matrimonio son limitados y alimentar a tantas personas se vuelve complicado.

La aparición de Harald Edelstam (Mikael Persbrandt), embajador sueco en Santiago, supone un soplo de aire fresco. Edelstam se posiciona del lado de los refugiados, acogiendo a varios en su embajada, y uniendo esfuerzos con Tapani e Ilkka para conseguir visados y sacarlos del país. A su vez, el gobierno de la RDA decide traer de vuelta a sus funcionarios de la embajada, dejando sólo a tres. Gracias a las habilidades diplomáticas de Tapani, aprovecha las instalaciones alemanas para, bajo la protección de Finlandia (sin que su gobierno sepa nada), usarlas como centro de refugiados. Pero todo empeora cuando Edelstam es declarado persona non-grata en Chile y su gobierno le ordena volver.

La miniserie ensalza la historia y labor de Tapani e Ilkka, desde luego (y con motivo, gracias a ellos y según las listas de la muerte de Heikki Hiilamon -asistencia secreta finlandesa a personas perseguidas en Chile-, cerca de 1.700 llegaron a Finlandia con su ayuda y otros 500 refugiados a otros países), pero lo que nos traslada el drama es “qué harías tú en su lugar”. Dejando aparte disquisiciones políticas (indudablemente, cualquier dictadura, sea del pelaje que sea, es nociva), la historia nos lleva a un componente moral ineludible. La solidaridad y generosidad como virtudes frente a la desidia y conformismo como defectos. La conversión de personas normales en héroes (siempre aludiendo a mi admirado y releído Joseph Campbell) cuando reciben la llamada de la misión y, lejos de rechazarla, se embarcan en ella para experimentar una transformación capital en sus vidas.

La miniserie está escrita por Manuela Infante, Tarja Kylmá y Mika Kurvinen, y está dirigida por este último junto a Alicia Scherson. Rodada en finés y español, y casi íntegramente en Chile, Héroes invisibles es uno de esos productos que no deben pasar desapercibidos. Más allá de la calidad de la producción (muy conseguida), de las correctas interpretaciones y de un guión que alterna el drama con alguna situación cómica (lo que es de agradecer), llevar al gran público una historia así no sólo reconforta y te reconcilia con el ser humano, si no que debería ser un ejemplo a seguir. Y poner rostro y nombre a los héroes invisibles.

‘Héroes invisibles’ está disponible en Filmin.

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