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Crítica: ‘Industry’, bienvenidos a la jungla de las finanzas

(Fuente: HBO)

Esta crítica se ha escrito después de ver los tres primeros episodios de ‘Industry’ y no contiene spoilers.

Naces, creces, te reproduces y mueres. En el manido ciclo de la vida, que algunos grabamos en nuestra memoria gracias a un anuncio de repelente de cucarachas, nadie se tomó la molestia de incluir que, entre que crecíamos y nos reproducíamos, teníamos que ponernos a trabajar. Un detalle que probablemente obviaron porque el resumen de la evolución vital ya resultaba suficientemente oscuro con el desenlace final, pero que es tan importante que muchas series de televisión se han centrado en esa complicada etapa para desarrollar sus historias, ambientadas en todo tipo de lugares y épocas.

La última en sumarse a la lista es Industry, la serie que HBO España acaba de añadir a su plataforma y en la que los protagonistas son tres chicos y dos chicas que acaban de aterrizar en el mundo laboral. Pero ni ellos son un grupo de jóvenes cualquiera, porque vienen en su mayoría de prestigiosas universidades, ni estrenan su carrera laboral en cualquier sitio. Lo hacen en el peor lugar posible, el corazón económico de Londres, un lugar inhóspito en el que la ambición, la envidia y la falta de escrúpulos son imprescindibles para afrontar el día a día.

Harper (Myha’la Herrold), Yasmin (Marisa Abela), Robert (Harry Lawtey), Gus (David Jonsson) y Hari (Nabhaan Rizwan) llegan cargados de sueños y aspiraciones al prestigioso Pierpoint&Co., un poderoso banco internacional, pero en su primer contacto con sus nuevos compañeros y sus mentores les queda claro que el camino será más largo y difícil de lo que les gustaría. Tienen seis meses para convertirse en imprescindibles, demostrar su valía y cuando lo hayan hecho deberán plantarse delante de un auditorio para convencer a la audiencia de que el trabajo les pertenece por derecho propio.

(Fuente: HBO)

La presión propia de un negocio millonario, los prejuicios de aquellos que deben enseñarles la profesión y la competencia que se crea entre ellos serán algunos de los obstáculos que tendrán que sortear si quieren conseguir su objetivo. Tareas que, cómo no, combinarán con fiestas propias de su edad, cenas que supuestamente les llevarán a hacer contactos, pero no del modo que imaginan, y sexo, porque son jóvenes y guapos y tienen aplicaciones que se lo ponen fácil.

Compuesta por ocho episodios de una hora de duración Industry es, como lo han hecho otras antes, una producción que narra el difícil camino que va desde que dejas los estudios hasta que eres capaz de valerte por ti mismo y pagar un techo y alimentos. O, al menos, eso es lo que queda cuando la despojas del incomprensible lenguaje bursátil, las pantallas llenas de gráficas y parpadeos y los departamentos que, al común de los mortales, le suenan a chino y le parecen todos iguales.

Más cerca de Anatomía de Grey que de Billions, sin el corazón de la primera y la testosterona de la segunda, Industry es una versión millennial de las Armas de Mujer que a muchos nos llevaron a soñar con cruzar el Hudson. Pero Harper, la joven en la que se centra buena parte de la historia, es menos inocente que la adorable Tess McGill. Y aunque al espectador no le cuesta demasiado desear que a la joven llegada de Estados Unidos todo le vaya bien en Londres, y destruya a los tiburones de las finanzas con su mirada, la compleja ambientación bancaria tampoco le permite estar seguro de que sus secretos son más preocupantes de lo que parece en un principio.

(Fuente: HBO)

Para sentir empatía por los personajes es importante conocer sus motivaciones y esto no resulta fácil cuando el entorno laboral está envuelto en siglas y operaciones de las que la mayoría sabemos poco. Sin embargo, mientras nos dejamos llevar por la vertiente económica de la historia su factura y sus protagonistas hacen que sea sencillo conformarse con el lado más reconocible. Ese en el que el alcohol convierte las cenas de empresa en una sucesión de momentos incómodos, las hormonas te llevan a enviar mensajes inconcebibles y la línea entre las drogas legales e ilegales se desdibuja por completo.

Industry poco tiene que ver con Girls, más allá de las complicaciones de la llegada a la vida adulta, pero entre las productoras ejecutivas de la serie encontramos a Lena Dunham, que también se ha encargado de dirigir el primer episodio. El punto de partida con el que se establece, con acierto y elegancia, el molde visual de una serie en la que los trajes de chaqueta y las camisas blancas acompañan y contrarrestan, dependiendo del momento, la falta de sol propia de Londres.

Con los teléfonos, y las exasperantes vibraciones de los móviles, como añadido a la banda sonora electrónica de Nathan Micay, Industry está escrita por los debutantes Mickey Down y Konrad Kay, dos jóvenes que se conocieron en la Universidad de Oxford y trabajaron en un lugar similar a Pierpoint&Co. tras graduarse. El primero solo aguantó un año y el segundo poco más de tres. ¿Quién no ha fantaseado alguna vez con escribir una historia sobre sus primeras, y fallidas, experiencias laborales con la que avergonzar públicamente a aquellos que no supieron ver su talento o, simplemente, convirtieron la etapa vital más compleja en un infierno?

‘Industry’ se emite los martes en HBO España.

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