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Crítica: ‘Que te den, Kevin’, un interesante relato de emancipación que se vuelve sobre el lenguaje televisivo

(Fuente: AMC)

Esta crítica se ha escrito tras ver el primer episodio de ‘Que te den, Kevin’ y no contiene spoilers.

En la película Asesino Natos, de 1994, veíamos cómo la adolescencia de Mallory, protagonista del film dirigido por Oliver Stone, era contada a través de un pasaje a modo de sitcom en el que las vejaciones verbales, el abuso de poder y las insinuaciones de violación por parte de su padre contrastaban con la estética televisiva frontal, los amplios escenarios luminosos y las profusas risas enlatadas. En esta voluntad de contraste entre la imagen que da la comedia televisiva tradicional de el ambiente doméstico y su auténtica dimensión afectiva se encuentra en la semilla de Que te den, Kevin, una comedia oscura protagonizada por Annie Murpy (Schitt’s Creek) que acaba de estrenar AMC España.

Que te den, Kevin nos introduce en la historia de Allison McRoberts (Murphy), ama de casa atenta y cariñosa que vive dedicada a su esposo Kevin (Eric Petersen), un hombre entregado a todos aquellos eventos que involucren alcohol y que a menudo cuenta poco con los deseos de su esposa, como el de mudarse a una nueva casa lejos del ruinoso inmueble de suburbio en el que habitan juntos. Pero un día Ann empieza a ver las cosas distintas. Empieza a ver las cosas como son.

¿Qué hace diferente esta propuesta de cualquier otra historia de emancipación femenina que empiezan florecer al calor de una nueva ola feminista post-#MetToo? La forma en la que se traslada en imágenes el estado en el que vive Allison: cuando comparte escena con su marido, el mundo se torna en una sitcom. Cuando este no está cerca, el mundo se vuelve ultrarrealista: el espacio fílmico deja de ser frontal y plano, la casa cambia sus amplios decorados por habitaciones estrechas, la luz se vuelve oscura y desaparecen las risas enlatadas que acompañaban secuencias que sabíamos que no eran graciosas desde nuestro punto de vista de espectador.

La comedia que acompaña a Que te den, Kevin se encuentra, precisamente, en evidenciar la crítica entorno al lenguaje sitcom que subraya la serie en todo momento más que en las bromas que aparecen a lo largo del mismo. La disrupción que se produce entre estos pasajes y aquellos enfocados desde una estética más cercana al realismo ponen en evidencias las costuras del lenguaje de la comedia situacional en televisión, que tan arraigada a la representación doméstica ha estado durante décadas.

La normalización a través del humor de las irresponsabilidades afectivas en el seno familiar es uno de los temas recurrentes de la sitcom y es en este subrayado en el que mejor se desenvuelve Que te den, Kevin. Y también su principal gancho, que dialoga directamente con algunas propuestas recientes como la sitcom de CBS Kevin Can Wait, una comedia escrita y protagonizada por el humorista Kevin James (y que hasta se parece físicamente con el Kevin de la serie que nos convoca). De esta manera, plantea a Kevin McRoberts como una especie de remedo de James, conocido por interpretar hasta la saciedad al típico padre pasota y básico que ha inundado con saña la comedia televisiva hasta la fecha.

En comparación, sus cuarenta y cinco minutos de duración le pesan y hacen que la serie pierda fuelles a ratos durante el capítulo. Ya que la propuesta impresionista de Que te den, Kevin ata la historia al único punto de vista de Allison, seguimos a la protagonista durante la totalidad del metraje y esto puede hacer que, en las partes menos interesantes, la narrativa embarranque ligeramente. Esto no impide disfrutar de las cuidadas actuaciones de los intérpretes, que cambian de registro dependiendo de la estética a la que asistimos y que su visionado resulte bastante estimulante: la heterogeneidad de formas con la que despliega el relato te hace preguntar qué es lo siguiente que ocurrirá y, sobre todo, cuándo dejará Allison a su Marido (que es lo que todos deseamos).

‘Que te den, Kevin’ se emite los miércoles en AMC España.

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