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Crítica: ‘Star Trek: Picard’ 1×05 — ‘La chusma de la Ciudad del Polvo Estelar’

Siete de Nueve tiene una entrada por todo lo alto. (Fuente: CBS All Access)

Así que Agnes no era tan mosquita muerta como parecía. O su conciencia le pesa mucho más que al almirante. En Star Trek: Picard llegan por fin a NubeLibre y se encuentran allí con que muy pocos han sido sinceros sobre sus intenciones. Raffi tenía un motivo muy personal para ir, la doctora Jurati cree estar haciendo lo correcto, aunque aún no sepamos según qué principios, y Siete de Nueve tiene cuentas que ajustar con alguien que la traicionó en el pasado y que no ve en ella más que la posibilidad de ganancia económica.

Es curioso cómo los Borg, que eran uno de los grandes villanos de La nueva generación, aquí aparecen más como víctimas de desalmados crueles que pretenden desguazarlos y venderlos por partes como si fueran coches usados. Los romulanos del Cubo están haciendo algo no demasiado alejado del negocio de Bjayzl y compañía en NubeLibre, un sitio, por cierto, que el director Jonathan Frakes muestra con unos evidentes dejà vú a Blade Runner.

Es fácil comprender qué sentimientos impulsan a Siete de Nueve al subirse a la nave de Picard y viajar con ellos hasta allí. También es sencillo darse cuenta de que, en cuanto rescatan a Bruce Maddox, va a volver para vengarse porque lo que Bjayzl hizo la afecta a ella en lo más profundo. En su estancia en la Voyager de la capitana Janeway recuperó casi toda su humanidad, pero su parte Borg no puede negarse. Tampoco puede ignorar que hay multitud de personas como ella que son presas fáciles para esos “chatarreros”, así que así nace esa Siete de Nueve justiciera que, francamente, justifica que le den un spin-off para ella sola.

Era uno de los mejores personajes de Star Trek: Voyager (y de aquella franquicia de series), y aquí confirma que quien tuvo, retuvo.

Las escenas en NubeLibre están repletas de diversión, tensión y las clásicas dudas morales de Star Trek. Se aprovecha para darle un poco más de tridimensionalidad a Raffi con ese hijo que no quiere saber nada de ella, y también vemos una faceta más distendida de Ríos con su atuendo estrafalario y su intento por parecer un intermediario curtido.

También es cierto que, por un momento, todo parece más fácil de lo previsto, pero ahí es cuando Siete regresa para matar a Bjayzl y Jurati hace lo propio con Bruce Maddox, que ha servido solamente para ofrecer una pieza vital de información, que es la ubicación de Soji en el Artefacto, es decir, el Cubo Borg aislado e incautado por los romulanos.

Las motivaciones de Jurati pueden ser varias, desde una culpabilidad extraña al horror de enterarse de que Maddox creó a Dahj y Soji sin consultar con nadie, o incluso que el Tal Shiar haya llegado a algún tipo de acuerdo, o amenaza, con ella. De momento, añade algo imprevisto a su carácter y una nueva complicación para Picard, que irá al Cubo sin el principal arquitecto de esos nuevos sintéticos.

Y la temporada entra en su recta final habiendo creado bien la dinámica entre la tripulación de Picard en muy pocos episodios.

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Todas las críticas de ‘Star Trek: Picard’ T1

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