Crítica: ‘Star Trek: Discovery’ 2×05 — ‘Santos de la imperfección’

por Marina Such15 de febrero de 2019

Ten cuidado con el Demogorgon, Burnham. (Fuente: Imdb)

En la ciencia ficción, nadie está realmente muerto. Ni siquiera viendo su cadáver. Esa aplicación de la ley de Lavoisier (la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma) es la nos devuelve al doctor Culber y la que da la resolución a un capítulo que parece cerrar una etapa en Star Trek: Discovery y abrir otra nueva, centrada en la colaboración reticente con la Sección 31 y la búsqueda de Spock.

La red micelial parece quedar atrás (por ahora) y la segunda mitad de la temporada va a tratar más de lleno esas misteriosas señales de energía (y ese Ángel Rojo que, la verdad, recuerda demasiado a uno de los asesinatos más gore vistos en la serie Hannibal). Lo último que vemos de una de las grandes novedades de la serie es lo más parecido a su versión del Mundo del Revés, con una Tilly a la que le falta bien poco para no correr el mismo destino que Barb.

Este Santos de la imperfección es una carrera contrarreloj para que la alférez pueda regresar a Discovery, para que todos decidan si pueden confiar en la Sección 31 y para que, entre Lavoisier y la primera ley de la termodinámica, averigüen una manera de sacar a Culber de la red, que ésta ya no esté amenazada de muerte y que él resucite de una manera bastante literal.

Culber no lo pasa demasiado bien en la red micelial. (Fuente: Imdb)

El dilema al que se enfrentan los personajes es un clásico: tú ves como un monstruo a alguien que cree que estás intentando matarle. Se explora de nuevo la misma idea que con la esfera viviente del episodio anterior, a la que se categoriza en primera instancia como una amenaza, sin detenerse a pensar en qué puede haber detrás de su comportamiento. Los JahSepp se dedican a descomponer materia, una acción que Culber siente como una agresión, así que él se protege de una manera que los JahSepp ven prácticamente como un acto de guerra. Y el ciclo pervive hasta que uno de los dos haga buenas las ideas de Daenerys Targaryen y rompa la rueda.

Realmente, acaba siendo una maniobra muy elaborada para que Wilson Cruz regrese a la serie. El capítulo destaca más por la incomodidad y la tensión que siguen a Georghiou cada vez que aparece en la Discovery. La manera en la que Burnham la vigila constantemente, más lo que la emperatriz se divierte con ello, aportan una chispa que siempre es bienvenida. Con Georghiou, nunca sabes qué va a pasar.

La vuelta de Tyler también puede aportar algo un poco distinto, aunque en este capítulo apenas justifique que continúe pululando por ahí. Su arco parecía estar agotado. A lo mejor, convertirse en agente a las órdenes de ese Equipo A de la Flota le da otra energía.

Georghiou disfruta mucho incomodando a todo el mundo. (Fuente: Imdb)

Éste ha sido un episodio más de transición que otra cosa. El fleco suelto que era todavía la red micelial se cierra con un despliegue de luces azules y un renacimiento muy explícito de Culber y lo que sí se nota es cómo algunos de los personajes más secundarios, los oficiales en el puente de mando que prácticamente sólo responden a órdenes y sueltan tecnojerga, van adquiriendo cierta personalidad muy poco a poco. Los intercambios de miradas entre Detmer y Owosekun en los momentos de tensión forman parte de los pequeños detalles que contribuyen a que Star Trek: Discovery sea algo más que mera aventura espacial.

Spock está ya a la vuelta de la esquina. Ahora es cuando, teóricamente, veremos si de verdad Burnham ha aprendido a comprender mejor sus emociones y a no reprimirlas. En la primera temporada, su segunda mitad representó un salto cualitativo bastante notable, y aunque este año no ha sido un paso atrás, veremos si hay otro paso adelante preparado en la recta final.