Crítica: ‘Star Trek: Discovery’, 2×07 — ‘Luz y sombras’

por Marina Such1 de marzo de 2019

Ethan Peck, en una imagen promocional como Spock. (Fuente: CBS All Access)

Perdidos. Así están todos los personajes en este séptimo episodio de la temporada 2 de Star Trek: Discovery. Pike y Tyler están a punto de quedar varados en el horizonte de sucesos de esa distorsión espaciotemporal sobre Kaminar, mientras Spock está perdido dentro de su propia mente. Después de todo lo que se había contado sobre él en la primera mitad de la temporada, era de esperar que Michael no iba a encontrarse a su hermano en plena posesión de sus facultades. No está catatónico, pero su cerebro está un poco como el tiempo en esa anomalía: es una gran bola de wibbly wobbly timey wimey.

Este Luz y sombras, en realidad, podría categorizarse como un capítulo de transición, de los necesarios para ir colocando las piezas donde deben estar para la recta final de la temporada. Spock hace su esperada aparición en la serie, sí, pero no hemos más que rascar la superficie. Y el encuentro de Pike y Tyler con esa sonda modificada como si fuera un kraken espacial planta otra semilla más en el camino hacia lo que parece una confrontación final contra el Ángel Rojo.

Esa trama B del capítulo es la de un típico rescate contrarreloj en la que, de paso, Pike supera sus reticencias hacia Tyler. Éste intenta compensar las malas acciones que cometió mientras era el klingon Voq con la posición que le da estar en la Sección 31, pero eso no impresiona demasiado a nadie. Todos desconfían de la Sección 31, lo que añade aún más dudas hacia él. Que colabore con Pike para, básicamente, sobrevivir sí que acaba siendo un punto a su favor, aunque todo ese rescate es sólo una elaborada manera de conseguir que el Ángel Rojo sea tratado como una amenaza (no obstante, cualquier instante de Tilly y Stamets resolviendo un problema científico es siempre bienvenido).

Tyler y Pike hacen las paces. (Fuente: CBS All Access)

Lo más interesante del episodio, pese a que sea simplemente un principio, es el reencuentro de Burnham con Spock. No acaba teniendo todo el peso emocional que debería porque la trama de Discovery es demasiado grandilocuente, pero continúa profundizando en lo difícil que es conciliar emoción y lógica para alguien que vive en un lugar tan intelectual como Vulcano. O que sufre de algo muy similar a la dislexia, un dato que desconocíamos de Spock hasta ahora y que explica cómo es la versión de la serie de este personaje.

También convence más a Michael de que no debe dejarlo solo, ni fiarse de las intenciones de la Sección 31 ni de nadie con él. Ver que Amanda y Sarek intentan protegerlo (a los dos) de la mejor manera que ambos saben es otro acicate más para ella, que cada vez que se encuentra de nuevo con Georghiou siempre proporciona gran diversión. Hay cierta electricidad entre ellas, y el juego a dos, tres, cuatro bandas de la ex emperatriz está interpretado por Michelle Yeoh como si fuera lo que le hace sentirse viva. Aparte de que, realmente, da la sensación de que le tiene cierto cariño a Michael, no es sólo que le interese sabotear al capitán Leland.

Así que, ahora, los dos hermanastros son fugitivos. Burnham demuestra su conexión con Spock al tirar de su pasado conjunto con Alicia en el País de las Maravillas para descifrar algunas de las cosas que no para de repetir, y eso les va a llevar a un viejo conocido de Star Trek, el planeta Talos IV, escenario donde transcurre el primer piloto de la serie original.

Volver a casa nunca es fácil para Burnham. (Fuente: CBS All Access)

Entramos en los últimos episodios de la temporada con Burnham, otra vez, separada del resto y en su propia misión, esta vez para averiguar qué es todo lo que sabe Spock de ese Ángel Rojo que es la prioridad para Discovery. La interacción entre ambos es lo que más interesa, ahora mismo, porque pone a la protagonista de la serie ante la tesitura de afrontar sus errores del pasado. Y porque todos tenemos curiosidad por ver cómo es este joven Spock una vez que haya superado esta crisis mental, y emocional, causada por sus visiones.