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Crítica: El final de ‘Succession’ pone el broche a una brillante temporada 2

Una de las ya tradicionales comidas de los Logan. (Fuente: IMDB)

Esta crítica se ha escrito tras ver la segunda temporada completa de ‘Succession’.

Succession es una de esas series que en cada episodio crece. Sus personajes se vuelven mucho más matizados, las intrigas, más enrevesadas y las relaciones entre sus miembros, mucho más complejas. Si algo nos ha dejado el cierre de la segunda temporada son dudas, miedos y ganas de ver cómo sigue.

Este año hemos visto que los Roy son capaces de quererse. De una forma tóxica y complicada, pero algo hay. Lo que hace más tétrico que, a su vez, puedan venderse. Es como si sus cabezas estuvieran compartimentalizadas y lograran separar las traiciones de los apoyos, todo esto mientras mezclan eventos privados con personal de la empresa. Todo se mezcla y se confunde en un mundo donde nadie entendemos nada.

Los primeros 40 minutos del cierre de temporada sólo transcurren. Unos se bañan, otros demuestran haberse acostumbrado a la buena vida y los menos son felices. Suceden cosas, pero a ellos y a nosotros nos dan un poco igual, porque una crisis matrimonial no es nada en comparación con la decisión que hay que tomar. Logan tiene en su mano alzar a unos y hundir a otros. Un cabeza de turco no garantizará que la empresa sobreviva, pero aumenta las posibilidades.

Y por fin se toma una decisión. Kendall es el rival más débil. Está cansado, su nombre se ha devaluado, no sabemos si puede hacerse responsable de la carga que supondría liderar la empresa familiar pero, sobre todo, llevamos toda la temporada viéndole a un metro del hundimiento (no se puede más que recordar esas dos maravillosas escenas de esta temporada de él contra la azotea). No es nada, y si alguna vez lo fue, queda poquísimo. No es popular, no es fuerte, no es un líder nato. Logan lo resume exquisitamente: no es un asesino. Debe morir por todos.

(Fuente: IMDB)

Crees que puedes apagar lo que queda de episodio, porque sólo queda una aburrida rueda de prensa. Pero el espíritu de la traición permanente aflora, saca el sable y públicamente corta la cabeza de su padre. Empiezas a dudar, ¿desde cuándo estaba previsto esto? ¿Acaso lleva todo el año esperando el momento para poder atacar? Entonces caes en la cuenta; es cierto, todo el arco de la supuesta traición de la primera temporada se cerraba abruptamente; continuar con él sería una gran estrategia. El enemigo siempre fue el mismo, él sólo esperaba su momento. Y cuando ha podido, no ha dudado.

¿Es orgullo reprimido lo que se ve en Logan?

Un as bajo la manga

Una de las mayores virtudes de Succession es que nunca sabes si has llegado a puerto seguro. Porque si lo que se ve en Logan es orgullo, existen dos hipótesis.

Entre todo el dolor, la exposición pública, el sacrificio y la humillación, podemos estar viendo a un padre que por fin obtiene de su hijo lo que siempre ha deseado: ambición y capacidad de hacer lo que haga falta. Aunque sea en su contra. Sería poético. Muy duro, pero bello. El cachorro al que educaste para matar sin piedad ha mordido la mano que lo alimenta.

Pero existe una segunda posibilidad. Siempre ha sido Kendall. El amaestrado, el mayor, el elegido. Y Logan ama su obra, aunque eso incluya a su familia, y la única forma de que sacrificarse sea útil es vistiéndolo de espectáculo. En ese sentido, qué mejor que una aparente traición. ¿Y si todo siguiera siendo un plan del patriarca? Vamos a tener que esperar un buen tiempo para aclarar las dudas, pero reconozco que Logan, pese a su evidente sociopatía, me despierta algo de ternura y sería precioso que hubiéramos presenciado el mayor de los sacrificios por su familia.

(Fuente: IMDB)

¿Dónde deja a esto a Shiv?

De cualquiera de las maneras hay una gran castigada, y no es otra que Shiv. La han mareado, ilusionado, prometido y traicionado. A ella sí que la han traicionado. Estuvimos cerca de ver un imperio gobernado por una mujer, pero no parece que vaya a suceder, por el momento. Con todo, hay una escena que abre la puerta a la oportunidad. Algo prometió para que el asunto de los cruceros no empeorara. Y alguna garantía debió de dar para que una completa desconocida creyera en su palabra.

Tras una temporada con la miel en los labios, de golpe todo parece arruinarse. Tom no ha podido más y por fin ha puesto sobre la mesa un drama que se veía venir, pero es que no perdamos de vista que uno de los motivos por los que mandó al carajo su trabajo fue por una promesa. Sí, de un señor que poco cumple lo que dice, pero no deja de ser su padre. Nos prometieron un reino, y no queremos ni más ni menos que lo que es nuestro por derecho.

Si por algo vamos a pelear los shivers es por el gobierno de nuestra pelirroja. El reloj corre.

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