Crítica: ‘The Deuce’ vuelve potenciando a sus mujeres

Maggie Gyllenhaal, en la segunda temporada de ‘The Deuce’. (Fuente: HBO España)

Aquel amago de escándalo que surgió en los pasados Globos de Oro alrededor de James Franco y de las acusaciones de abuso que lanzaron contra él varias mujeres a través de Twitter (decimos amago porque las acusaciones eran de varios años atrás y el tema no creció más) ha hecho que la promoción de la segunda temporada de The Deuce aparque un poco a Frankie y Vinnie, los dos hermanos gemelos a los que interpreta Franco, y se centre más en Eileen (Maggie Gyllenhaal), la ex prostituta que encuentra en el cine porno una avenida para expresarse artística y personalmente.

Desde el principio, ella y el resto de mujeres que trabajaban las calles de Times Square y sus alrededores son el verdadero eje de la serie. Los hermanos Martino pueden servir como puente entre los mafiosos que controlaban los sex shops y los peep shows de la zona y la industria del cine erótico que estaba creciendo en la zona, y que se convierte más en la protagonista con el salto temporal de cinco años que da la segunda temporada.

Entramos en 1977, un año importante porque va a unir varios aspectos. Por un lado, es el momento de mayor éxito del porno, en el que entró en el mainstream y parecía que iba a consolidarse como otra manera de narrar historias . Empezó a crear su propio star system, y entre finales de los 70 y mediados de los 80 vivió su edad dorada, lo que se denominó porno chic. Por otro lado, es también el momento en el que los movimientos feministas de segunda ola alcanzaron sus cotas más altas.

La confluencia de ambos aspectos empieza a notarse en el primer capítulo. Eileen es ya una directora bastante consolidada e intenta que sus películas muestren también el punto de vista femenino, que las mujeres no sean meros objetos en ellas. Debbie, por su parte, está en una relación estable con Vincent y lleva uno de sus bares (el que montó originalmente con el dinero de la mafia), y se interesa por las reivindicaciones laborales de las strippers y por las teorías feministas del momento. Y Lori está despuntando como actriz porno, algo que su chulo, C.C., quiere aprovechar para ganar aún más dinero.

Todas se topan con la resistencia de los hombres en sus vidas, pero ninguna deja de intentarlo. Sus periplos vitales son mucho más interesantes que los de unos personajes masculinos que no se han dado cuenta de que ya no son los reyes de la baraja, de que las dinámicas que regían hasta el momento las relaciones entre géneros están cambiando.

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Mientras algunos siguen anclados en el pasado de la manera más tozuda posible (como Larry), otros sólo quieren aprovechar los nuevos tiempos para explotar más aún a sus chicas (C.C.) y otros no saben por dónde les sopla el viento, que es el caso de Frankie y Vincent. Finales de los 70 también es la época en la que el activismo LGBT gana en visibilidad, y la de la eclosión del punk y el éxito de la música disco. La Nueva York de aquella época es un fondo muy interesante para la segunda temporada de The Deuce.