Rose Leslie y Michael Sheen. (Fuente: Movistar+)
El de Roy Cohn y El de Diane en la resistencia son dos episodios en los que se confirman los temas que The Good Fight había empezado a tratar en el arranque de su tercera temporada. Por un lado, Diane ha pasado de la estupefacción por el clima instaurado por la Administración Trump a la indignación y a sentir que tiene que actuar. Por el otro, Maia está viviendo un proceso de crecimiento a marchas forzadas por culpa de Rolan Blum, un abogado excesivo y excéntrico que representa la personificación de ese clima que enerva a Diane.
A saber; Blum miente a sabiendas porque así obtiene ventaja, y utiliza cualquier método a su alcance para ganar, porque eso es lo único que importa. Es lo que aprendió al lado de Roy Cohn, famoso abogado neoyorquino muy conservador al que la serie le dedica uno de sus cortos musicales que son el añadido más BrainDead, y más alocado, de la temporada. Cohn trabajó con Donald Trump en los 80, inculcándole la idea de que, precisamente, todo es válido para destruir a tus oponentes. Su muerte de sida en 1986, más los rumores de que era homosexual (y su inclusión como personaje en Angels in America), aún complican más su figura.
The Good Fight se queda con su lado hipócrita y despiadado. Interpretado por Michael Sheen, Blum es un drogadicto estrafalario al que no conviene jugársela, a no ser que se tenga un plan de contingencia a prueba de bombas. Es lo que Maia va a descubrir en breve. Obligada a trabajar con él en un caso en el que sus dos clientes son claramente culpables de asesinato, aprovecha sus enseñanzas (y las de Marissa) de que se haga valer y deje de pedir perdón por ser una Rindell para obtener el mejor trato para su defendido, lo que lleva a que Blum pierda. Y eso no le gusta nada.
De hecho, en la tradición de The Good Wife de personajes que parecen risibles y que, luego, resultan ser muy peligrosos, este abogado apunta a que va a ser uno de los grandes dolores de cabeza del bufete durante la temporada. Y Sheen consigue, de alguna extraña manera, que su grandilocuente interpretación encaje en el tono de The Good Fight y también en el estilo más sutil de Rose Leslie, que aprovecha cualquier pequeño momento humorístico de Maia.
Diane descubre un club de lanzamiento de hachas. (Fuente: Movistar+)
Por otro lado, descubrir que los hijos de Trump tienen tan poca estima por la gente que trabaja para ellos como los animales a los que cazan lleva a Diane a sumarse a la resistencia, o a ese grupito de mujeres bienintencionadas y frustradas que, en realidad, no saben muy bien qué están haciendo y que son presa fácil de timadoras. Esa trama nos devuelve a los divertidos frikis de la NSA y resulta ser la mayor crítica de Robert y Michelle King hacia los liberales que quieren actuar contra Trump.
Blum no deja de tener razón al decirle a Diane que ellos nunca han querido bajar de verdad al barro, que por mucho que ella afirme que las reglas del juego ya no son las de antes, ninguno es realmente consciente de ello. La señora Lockhart está empezando a serlo, aunque no tener escrúpulos le crea más remordimientos de los esperados. Pero sí se ha forjado en ella la determinación de, como está aprendiendo Maia, no dejarse pisar.
Y mientras Diane practica para suceder a Danny Rand como el inmortal Puño de Hierro, la decisión de Boseman de tapar el escándalo de abusos sexuales de Reddick ya está empezando a volverse en su contra. Fastidia el juicio de su divorcio de Liz y está claro que les explotará en la cara en el futuro. Porque Boseman se ha movido ahí por las viejas reglas, y ésas han saltado por los aires.
Todas las críticas de la temporada 3 de ‘The Good Fight’
La tercera temporada de ‘The Good Fight’ está disponible los jueves en el VOD de Movistar+. También se emite los viernes, a las 22:00, en Movistar Series.