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Crítica: ‘The Handmaid’s Tale’ 2×09 —’Smart Power’

(fuente: HBO España)

Poder inteligente es un término usado en política exterior y relaciones internacionales, representa la combinación necesaria entre poder duro y poder blando para conseguir una estrategia vencedora. Se refiere al uso estratégico del poderío militar y/o económico y la diplomacia, algo así como una mezcla perfecta entre el uso de mano dura y tener mano izquierda para conseguir un objetivo.

De política y estrategias va este episodio de The Handmaid’s Tale. El Comandante Waterford viaja como representante del gobierno de Gilead hasta Toronto, que ha decidido iniciar algún diálogo después del ataque terrorista en la inauguración del nuevo Centro Rojo. Por un lado, retrata las complejidades de la política exterior en sus posturas con los gobiernos totalitarios; por el otro, y más importante, nos muestra que la revolución que se ha iniciado en Gilead está haciendo uso de ese poder inteligente: el detonante fue la mano dura, pero la verdadera bomba, y la más potente, han sido las palabras de las víctimas.

-“Le creemos a las mujeres”.
-“Ayer me creían a mí”.
-“Nuestra posición anterior es insostenible”.

Es imposible no ver la analogía de estas palabras con lo que ha ocurrido en Hollywood. Como con Harvey Weinstein (y todos los demás), lo que ocurría en Gilead era un secreto a voces y lo que se reveló no fue una sorpresa para nadie, pero las voces de las víctimas encontraron una plataforma y esta vez la sociedad estaba dispuesta a escuchar; como con Harvey Weinstein (y todos los demás), ahora el gobierno de Canadá no puede permitirse hacer oídos sordos y mirar a otro lado como había hecho hasta el día anterior. Como sociedad tenemos poder para derribar las estructuras de poder, cada pequeño paso es importante.

Si algún día llegaremos a ver en la serie una invasión militar en territorio de los que siempre han estado dispuestos a imponerse por la fuerza fuera de sus fronteras, es algo que no podemos saber por ahora, ni si es la historia que nos quieren contar, pero la caída de la República de Gilead tendrá que llegar de alguna forma.

En su conjunto, Smart Power fue un gran episodio, uno de los mejores de la serie; una hora hilada alrededor de estrategias de supervivencia, del poder que hay en la verdad, de alianzas, fracasos y triunfos.

Serena

“Los canadienses piensan que aquí las mujeres están oprimidas, que no tienen voz. Necesito que tú les muestres una Esposa fuerte de Gilead”.

Así empieza el viaje de Serena, es consciente de la ironía de las palabras de Fred y no es capaz de emitir ningún sonido. Es una mujer oprimida, a quien su marido le pegó 13 veces con un cinturón en nombre de la Biblia.

Fred consiguió lo que quería con ese castigo, destruir cualquier posibilidad de alianza entre las mujeres que quiere controlar. La vergüenza que sintió Serena le hizo elevar nuevamente el muro que ella y June habían derribado los días en que trabajaron juntas. June intenta abrir la puerta que Serena ha cerrado y se dirige a ella con una sonrisa, respetando las reglas y prometiéndole que el bebé va estar bien pero, como ya había hecho Serena en otras ocasiones, descarga su frustración con ella y le anuncia que inmediatamente después del parto tendrá que irse de su casa.

El viaje diplomático a Canadá estuvo contado desde su punto de vista a partir del momento en el que la cámara decide centrarse en ella bajando del avión; solo vemos a Fred cuando está con Serena.

Durante el paseo por la ciudad en coche ni siquiera intenta disimular su reacción ante la vista del mundo tal como lo conocía. En ese momento quizá pensó que iba a disfrutar escapando de su realidad durante un par de días, pero si algo resultó ser este viaje fue un cúmulo de oportunidades perdidas, de fracasos y esa realidad de la que quería escapar escupiéndole en la cara.

El primer golpe fue recibir su itinerario pictográfico, no podrá decir que no respetan su cultura. El segundo, que le recuerden todos las libertades que ha perdido y tener que fingir diciendo que le encanta tejer. El tercero, el abierto rechazo y desprecio por parte de la mujer que se cruza esperando el ascensor.

Los encuadres de esta escena muestran permanentemente la dualidad de Serena.

El cuarto, mantener la dignidad mientras le dicen en la cara la verdad: que el hijo que espera no es suyo, y rechazar una oferta por un orgullo que le impide reconocer su fracaso; amparándose en que nunca traicionaría a su país, para que le recuerden que ya lo hizo hace tiempo, y por eso está donde está. Y por eso, todas las otras mujeres de Gilead están donde están.

El quinto golpe de realidad fue descubrir que fuera de Gilead la gente los ve como los monstruos que son y reconocer que puede que crea que tiene algún poder sobre la Criada que tiene en casa, pero que June es una persona, una a quien su familia sigue esperando y defendiendo después de tantos años, una protección emocional de la ella que carece en su hogar.

El sexto fue sufrir la humillación de ser expulsados de Canadá, que se cayera la fachada que había ido a representar, el desprecio de las protestas públicas, el miedo en el cuerpo y ver cara a cara a una de las mujeres con las que sabe que Fred rompió las reglas que ha escrito, las mismas en cuyo nombre la castiga a ella. Y a esa realidad regresa, a su jaula de oro, a su armario monocolor.

-“Moira, no Rubi, gilipollas”.

Pero este momento le pertenece totalmente a Moira. Se empodera y reclama su nombre, ya no volverá a decir que es Rubi bajo ninguna circunstancia. Las pancartas de las mujeres que consiguieron huir de Gilead nos llevan inmediatamente al momento del séptimo episodio de esta temporada en el que las Criadas compartieron sus nombres por primera vez. Es importantísimo y muy potente recuperar la identidad de las que las despojaron, tienen que reconocerse como individuos para poder luchar como un colectivo.

June

En la escena que abre el episodio, con la sarcástica reseña de Airbnb que dejaría de su estancia en la casa de los Waterford, June está resignada a seguir con el curso de las cosas, puede que algo cambie, puede que no, pero por ahora simplemente está decidida a esperar a que nazca el bebé. Tiene la peligrosa resignación que lleva pensar que, dentro de lo que cabe, podría estar peor.

Pero después del vaso de agua fría que le echa Serena en la cara antes de irse sabe que tiene que hacer algo. No contempla la posibilidad de huir, lo primero es garantizar la seguridad de la personita que viene en camino. La primera alianza que busca (y consigue) es la de Rita, alguien en quien confía. Sabe que hará lo posible por cuidar al bebé y darle el cariño que necesita. Pero también sabe que la capacidad de acción de Rita es limitada, por lo que decide jugar otra carta, la de la Tía Lydia.

Durante el tiempo que está con ella actúa como la niña obediente que se espera que sea, sabe que no está en posición de exigir y que no conseguirá nada por las malas; June decide usar el poder blando, la mano izquierda, la persuasión. Sabe que eso es lo más inteligente. Conoce a su interlocutora y va hilando su discurso de forma que le permita llamar la atención sobre aquello que tienen en común, la seguridad del bebé. La estrategia es tan efectiva que consigue que Tía Lydia hable de algo que parecía imposible, su vida antes de Gilead.

-“Fui la madrina del hijo de mi hermana. El bebé murió a los cuatro días de nacido”.
-“Lo siento”.
-“No fue mi culpa”.

Esa afirmación de que no fue su culpa resulta muy chocante, porque ni June ni nosotros habíamos pensado que lo fuera; realmente, puede tener varias lecturas, en cualquier caso, necesitamos flashbacks de Tía Lydia ya.

“Sé que debería aceptar la realidad y hacer las pases con que nacerás aquí. Pero a la mierda todo”.

June se fue a la cama pensando que, dentro de lo malo de su situación, había conseguido algo positivo, pero no se esperaba la sorpresa que traía consigo Nick. Las cartas de las Criadas se hicieron públicas, Luke y Moira están vivos, están bien y están juntos. Saber que Moira consiguió lo que parece imposible enciende nuevamente su llama.

Luke y Nick

O-T Fagbenle, el actor que interpreta a Luke, nunca había tenido oportunidad de brillar en la serie, hasta este episodio. Ver a Waterford en la pantalla de la tele hizo que la pesadilla fuera por primera vez real y decidió enfrentarse a él y llamarlo en su cara por lo que realmente es: un violador.

En la escena en el bar, Luke consigue cambiar de registro y transmitir cada emoción por la que pasa en sus intercambios con Nick. Primero está a la defensiva porque piensa que Nick va como representante de Gilead, luego baja la guardia cuando le dice que es amigo de June, vuelve a subirla cuando le da la noticia de que está embarazada, lo que convierte las violaciones que sufre su esposa en algo muy real; es una información dolorosa, pero después de mandarlo a tomar viento recapacita y aprovecha la oportunidad de mandarle un mensaje a June, darle las gracias a Nick y pedirle que la proteja.

De este encuentro inesperado y por el poder de la palabra surge la bomba que hace estallar la imagen pública de Gilead en el exterior, la fachada ya ha caído y les será muy difícil encontrar aliados.

En las revoluciones todas las acciones son vitales, por pequeñas que parezcan al principio. Nolite te bastardes carborundorum.

Notas al margen:

  • En la ficción audiovisual la redundancia entre la imagen y el diálogo suele ser un defecto imperdonable. No digas con palabras algo que puedes narrar con imágenes y no hagas que un personaje le cuente a otro algo que acaba de ver el espectador. Esto último se podría aplicar, en teoría, a la escena final entre June y Nick, cuando le dice a ella lo que nosotros habíamos visto unos minutos antes, pero en este caso está totalmente justificado. Lo está por tres razones, porque necesitamos ver la reacción de June ante cada nueva información, porque es lo que provoca un cambio en su personaje al final y porque para el personaje de Nick, y lo que implica en su relación con June, era muy importante que lo dijera.
  • El paquete de Mayday que le hizo llegar Moira a June en el noveno episodio de la temporada pasada era la pistola de Chekov de la serie, tenía que usarse para algo y por fin hemos visto una resolución. Hay un tema pendiente, Eden las vio. Queda la duda de si fue tan creyente como para no leer una línea, aunque fuera sin querer, al coger el paquete (ya podía Nick haberlas guardado en un sobre). Como sistema totalitario que es, en Gilead hay control de la información, por lo que es probable que la población no se entere del incidente, pero también sabemos que suelen circular los rumores. Ya veremos si pasa algo con esto.
  • La trama del viaje a Canadá coincidió con la reciente reunión del G7, las posturas de Donald Trump con países aliados y su tuit llamando débil al Primer ministro de Canadá.

  • No sé si en algún momento llegaremos a saber exactamente cuáles territorios de Estados Unidos controla Gilead, con cuáles hay disputa y cuáles son libres. Habría que ir recopilando la información que nos van dejando caer. Este episodio confirma que Hawai es libre, en la primera temporada nos dijeron que también Alaska. En la bandera que hay en la embajada de Canadá casi todas las estrellas de la bandera están solo perfiladas, y hay muy pocas totalmente blancas, creo recordar que dos. Cuando en el mercado dicen que hay naranjas, puede pensarse que también controlan, o hay intercambio comercial con Florida; Eden dijo en este episodio que las fresas venían de California, lo cual puede ser cierto o solo lo dicen para dar imagen de poder. Si tenéis más información al respecto, dejadlas, por favor, para todos en los comentarios.
  • La canción que cantan los refugiados en el bar se llama America the Beautiful. Es una canción patriótica a la que muchos exigen se le dé carácter oficial. La letra es un poema de 1983 de Katharine Lee Bates y su popularidad creció después de los atentados del 11S, pues se convirtió en el himno no oficial del sentir estadounidense.

  • Fan del nombre del bar en el que se encuentran Nick y Luke: The Comrade: El camarada.

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