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Crítica: ‘The Virtues’, una brutal miniserie sobre cómo romper una vida

Stephen Graham protagoniza ‘The Virtues’. (Fuente: Channel 4)

Esta crítica se ha escrito después de ver la miniserie completa y contiene spoilers.

Miniserión. Una sola palabra basta para definirla. Todo lo demás que leas a partir de ahora no será un memento para justificar esa definición, porque no lo necesita. Todo lo que leas, decía, a partir de ahora será el placer que me brindo, egoístamente, para rememorar las casi cuatro horas de narración que han conseguido enmudecerme, emocionarme y acongojarme. Y arrancarme más de una lágrima. The Virtues te retuerce las entrañas, las zarandea y las coloca frente a ti; te abofetea con una realidad a la que no estás acostumbrado y te invita a no continuar con el siguiente capítulo. Sin embargo, sigues. Y vuelves a llorar.

Shane Meadows (This is England, Dead Man´s Shoes) y Jack Thorne (The Last Panthers, National Treasure), creadores de The Virtues, abordan un tema escabroso, desabrido, desagradable, mezquino (y así seguiría todo el artículo) que no deja a nadie indiferente: los abusos sexuales a menores. A partir de ahí, imaginen lo que quieran. Sin embargo, la grandeza de la serie va más allá de la maldad per se que alberga un suceso así.

Tomando como base los abusos sexuales que sufrió el propio Meadows de pequeño y usando como referencia su particular viaje para enfrentarse y derrotar su bloqueo emocional desde el hecho en su infancia, Meadows y Thorne recrean en el personaje protagonista un retorno al pasado, tan necesario como cruel, para desentrañar no solo el pasado que decidió desterrar, sino también el cúmulo de errores que han acaecido desde esa decisión.

De qué va ‘The Virtues’

Situémonos: Liverpool, en la actualidad. Joseph (Stephen Graham), un exconvicto en libertad provisional, asiste a una cena con su hijo, su exmujer y la pareja de esta. Durante la comida, le anuncian que la nueva familia se traslada a vivir a Australia, lo que no le permitirá ver casi nunca a su hijo. A pesar de la noticia, intenta no trasladar su tristeza al pequeño, manteniendo una falsa actitud optimista. Después de despedirse, acude a un bar y decide anegar su miseria en alcohol, drogas y sus “nuevos mejores amigos”. La noche se torna larga y divertida, pero al despertar, Joseph vuelve a su amarga realidad. Y a su amarga existencia.

Sin nada ni nadie que le ate, invierte sus últimas libras en regresar a su Belfast natal para encontrar a su hermana Anna (Helen Behan). Ella y Joseph fueron separados de pequeños cuando quedaron huérfanos y desde entonces nunca tuvieron contacto ya que los servicios sociales les separaron en orfanatos diferentes. La sorpresa de Anna es total cuando una mañana, a punto de llevar a sus hijos al colegio, encuentra dormido delante de su casa a un hombre que resulta ser su hermano desaparecido treinta años atrás. El reencuentro aporta a Joseph una primera redención, pero será insuficiente para desembarazarse de las rémoras que lleva consigo desde los nueve años.

(Fuente: Channel 4)

La aparición de la cuñada de Anna, Dinah (Niamh Algar) también supone un soplo de aire fresco para Joseph, pero esconde un secreto, proveniente del pasado, que condiciona su existencia vital y que Joseph tardará en descubrir. Desde aquí, Dinah y Joseph emprenden un camino a la redención, por un lado, y al perdón por otro. Nada como buscar en otro una razón para enmendar la propia existencia. Joseph decide remar hacia atrás en busca de su demonio, aquél que un día cercenó su inocencia de cuajo. Dinah, por su parte, acude a la causante de una decisión que tomaron por ella, cuando era demasiado joven para desconfiar.

Una obra dura con impecables actuaciones

Los sellos autobiográficos no siempre atienden a lo planteado y escrito desde un principio; ni siquiera a la idea primigenia, y menos aún cuando los temas son delicados como es el caso. Sin embargo, The Virtues se concibió, y realizó, para ser brutalmente directa, para golpearte en el estómago y dejarte roto. Ahí reside su grandeza.

Meadows se vale, o usa, tres herramientas que cimentan el tono desgarrador que confiere a la serie. En primer lugar, la apuesta por un rodaje orgánico, vivo, en constante movimiento y con poca post producción. Ese modus salvajemente natural dota más realismo descarnado a la narración y, por ende, más veracidad. En segundo lugar, el aumento deliberado del tono oscuro en cada entrega para llegar a un clímax tan turbio como emotivo en la parte final del cuarto capítulo. Por último, la música y letras de P.J. Harvey, sobre todo el tema The Crowded Cell. Impagable.

Stephen Graham está en estado de gracia. Si bien es cierto que es uno de los actores fetiche de Meadows, en The Virtues alcanza unas cotas soberbias. Más allá de la credibilidad que despliega en todas las escenas, es increíble cómo te traslada su amargura, tristeza y su deriva emocional: consigue que sientas y padezcas en ese viaje tan duro como necesario. Y ojo con Niamh Algar. Para mí ha sido todo un descubrimiento: fresca, natural, convincente y cercana. Muy cercana.

The Virtues es una de las joyas de este año, sin duda. Espero que disfruten de ella como yo lo hice. Y espero que lloren con ella como yo lo hice.

La temporada completa de ‘The Virtues’ está disponible en Filmin.

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