(Fuente: IMDB)
Esta crítica se ha escrito tras ver el primer capítulo de ‘Van der Valk’ y no contiene spoilers.
Todos nos hacemos una idea de por dónde van los tiros si nos hablan de una serie europea, criminal, sin grandes pretensiones y casos correctos. Esa es la esencia de Van der Valk, la última de las apuestas de Cosmo que presenta a un policía ligón, solitario e impertérrito que ejerce en Amsterdam con un equipo un tanto particular. Este está compuesto por un soltero más que sobrio que trabaja junto a su compañera fiel, un principiante nervioso y un forense estrafalario; los cuatro son personajes prototípicos que no por eso funcionan mal.
La propuesta es holandesa, aunque hablen en inglés, y aprovecha estar rodada en la capital de los Países Bajos para ambientar sus escenas en exteriores fácilmente reconocibles. Suele ser habitual, de hecho, en este tipo de series tirar de ciudad para dar cierto empaque al resultado final que, acompañado de tramas más bien conservadoras pero sin error, dan como resultado una serie ligera y agradable que encaja perfectamente en el tono de la cadena.
En formato de episodios de 90 minutos, su primera temporada se presenta con tres capítulos en los que se resuelve un caso por episodio que queda cerrado y resuelto. Su protagonista es guapo, pero distante, un tipo muy seguro de sí mismo que no duda en ligar en horas de trabajo ni en imponer sus deseos. Rompe con las reglas y con lo permitido para aplicar sus soluciones, que suelen acabar en buen puerto, lo que logra que salve el pellejo repetidamente. Y con episodios tan extensos, la serie se puede permitir tirar del hilo para formar casos algo más largos y con mayor recorrido, pero no deja de ser una propuesta procedimental que reclama moderada atención. Un resultado sencillo pero infalible que no requiere mucha explicación para meterse en él de forma confortable.
(Fuente: IMDB)
Posiblemente el mayor de sus defectos es esa corrección que la convierte en una apuesta poco osada y falta de un sello propio que la distinga del resto de títulos; a veces la mayor de sus ventajas se convierte en el techo que no permite subir de categoría y que la mantiene como una propuesta en la media. Pero, pese a todo, da lo que se espera. Con un primer capítulo centrado en un secuestro que acaba con dos víctimas colaterales, Van der Valk arranca en un entorno político que con un poco más de atrevimiento se podría haber convertido en algo más que interesante y de mayor complejidad.
Sin embargo, el episodio transcurre de una forma ágil, razonablemente bien conducida y con una presentación clara y ordenada que resulta agradable y entretenida. El uso del entorno facilita la serie, aprovechando no solo los exteriores, sino la propia arquitectura del lugar para sus escenarios, que consigue darle una firma propia para hacerla reconocible. Lo que no se logra con los personajes, lo hace la propia ciudad. Y digo que no se logra con los personajes, porque aunque estos están claramente perfilados, ojalá se acomoden en sus posiciones y se exploten mucho más.
En ellos reside una de las mayores posibilidades de crecimiento, junto con el potencial de arriesgar más en las tramas. Y es que aunque todos hemos visto policías especialitos, los de Van der Valk podrían llegar a resultar graciosos si se apuesta por ellos y por darles más margen de maniobra. En su primer episodio se nota la ausencia de mayor profundidad en ellos, pero a su vez se puede adivinar algo de intención de dibujarlos como algo más que los acompañantes de un personaje masculino, fuerte y que se las sabe apañar solo. En el resultado con su equipo es donde se podría apostar para, sin perder la independencia de su protagonista, dar algo más de acompañamiento y lograr mayor gancho.
‘Van der Valk’ se emite los martes en COSMO.
Crítica: ‘Eran diez’ renueva el relato de Agatha Christie
La adaptación de Pascal Laugie moderniza el clásico de la novela negrafueradeseries.com
