Con motivo del estreno de la segunda temporada de Dollface, recuperamos esta crítica inicial de la serie.
Esta crítica no contiene spoilers.
¿Cuál es vuestra serie preferida sobre amigas? De las que están en emisión, yo me debato entre The Bold Type e Insecure, pero también tenemos Dead To Me, Tuca y Bertie, Grace and Frankie, esa PEN15 que aún no ha llegado a España, e incluso La amiga estupenda, a pesar de lo que nos hace sufrir; vivimos una buena época, tenemos para elegir. Creo que dentro de este subgénero podríamos enmarcar a Dollface, la comedia de Hulu que estrena su segunda temporada en HBO Max.
El principal atractivo de la serie es Kat Dennings. No sé si os pasa lo mismo a vosotros, pero a mí me gusta mucho verla en pantalla, así que tenerla de protagonista era, de entrada, una razón más que suficiente para animarme a darle al play. En Dollface interpreta a Jules, una joven a la que en la primera escena la deja su novio después de una relación de cinco años. Este es un detonante de lo más cotidiano, que podría derivar en una amplia variedad de situaciones más o menos interesantes; en su caso, el conflicto es que el fin de esa relación desmorona su vida, no porque el chico en cuestión sea su gran amor, sino porque durante ese tiempo se convirtió en su satélite y toda la gente con la que se socializaba era la del entorno de él (sus amigos, su familia, sus compañeros de trabajo…).
Jules se descubre como alguien sin vida propia porque había estado viviendo la de su novio, por lo que decide recuperar el contacto con esas amigas a las que había dejado de ver porque ya no las necesitaba, y también hablar por primera vez con esas compañeras de trabajo que siempre comen juntas y que la hacen sentir tan fuera de lugar; porque Jules desconfía mucho de los grupos de mujeres, aunque no sabemos por qué. Realmente, lo único que sabemos de ella en los dos primeros episodios es que le gusta limpiar cuando está nerviosa; esa es su principal característica. La pobre Jules tiene mucho trabajo por delante en este viaje de búsqueda de su identidad e independencia porque, a primera vista, no tiene mucho mundo interior.
Pero sí vemos lo que pasa por su cabeza. Una de las particularidades de Dollface es la forma en la que nos muestra las dudas y miedos de su protagonista, pues lo hace a través de unas escenas de corte fantástico en las que una mujer con cabeza de gato (o una gata con cuerpo humano) es la guía espiritual de un viaje en el que cualquier atisbo de subtexto se convierte en texto con luces de neón. Que no sea un recurso original (hola, Crazy Ex-Girlfriend o Man Seeking Woman) o que esté cómodamente instalado en los tópicos, no significa que no sea una elección simpática. Tiene sus momentos.
Además de Kennings, también podréis ver a Brenda Song (Estación 19), Shay Mitchell (You, Pretty Little Liars), Vella Lovell y Esther Povitsky (ambas secundarias memorables en Crazy Ex-Girlfriend), aunque aviso que sus personajes son bastante caricaturescos. Si se os hacen bola (es más que probable) no os preocupéis, porque los episodios solo duran media hora y se hace un poco más fácil digerirlos. No tengo mucho más que decir sobre Dollface; es una serie que parece ligera y simpática -lo cual va bien para estos meses del año-, de las que solo necesitas un episodio para saber si la sigues viendo. Yo vi el segundo solo para poder escribir esta crítica. Si a vosotros os conquista, disfrutadla, porque está renovada.
Dollface estrena su segunda temporada el 12 de Febrero en HBO Max. La primera temporada ya está disponible completa en la plataforma