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‘Downton Abbey’ es un ligero y muy entretenido visionado de verano

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Algunos de los protagonistas de ‘Downton Abbey’ en su última temporada. (Fuente: ITV)

Después de años de rumores, el fin de semana se confirmó que Downton Abbey tendrá una película escrita por su creador, Julian Fellowes, dirigida por uno de los directores veteranos de la serie, Brian Percival, y que contará con buena parte del reparto original, según publicaba Deadline. El rodaje arrancará este mismo verano, y esta noticia ha hecho que los espectadores recuerden el enorme fenómeno que fue aquella serie, sobre todo en Estados Unidos, donde desató una fiebre que allanó el camino para su actual obsesión con The Crown.

¿Pero que tenía Downton Abbey para que se esperara con interés el anuncio de que regresaría con una película? Cuando se estrenó, en 2011 en la cadena ITV, representó un soplo de aire fresco en las series de época que estaban produciéndose en el Reino Unido hasta entonces. No estaba basada en ningún libro, tenía un reparto coral compuesto mayoritariamente por actores semidesconocidos (con las notables excepciones de Maggie Smith, Hugh Bonneville y Elizabeth McGovern) y, sobre todo, llevaba un ritmo endiablado, con elipsis de un año en medio de un episodio, por ejemplo.

Julian Fellowes la había creado como una manera de ampliar lo que había contado en la película Gosford Park, que mezclaba un misterio de Agatha Christie con el comentario de clase de Arriba y abajo, sólo que si aquella transcurría en los años 30, al final del modo de vida de la aristocracia rural inglesa, Downton Abbey nos llevaría a uno de sus últimos momentos de esplendor, a principios de siglo.

La serie arranca en 1914, con el fallecimiento en el hundimiento del Titanic del heredero del título y las tierras de Lord Grantham, un primo de la familia porque Robert y Cora Crawley sólo tienen tres hijas. Ese momento marca la relación entre ellas: Mary, la mayor, ha asumido (no sin cierto resquemor) que se casará con el nuevo heredero si quiere seguir pintando algo, pues su abuelo estableció en su testamento que sólo así podría continuar Downton dentro de la familia; la mediana, Edith, desarrolla una relación muy complicada con su hermana porque a ella le quedan las migajas de los pretendientes de Mary y tiene pocas opciones, mientras la pequeña, Sybil, enseguida demuestra tener un espíritu más independiente.

Aquí entra en acción Matthew Crawley, abogado de clase más modesta y primo lejano de los Crawley, nombrado nuevo heredero. El choque inicial entre alguien acostumbrado a trabajar para ganarse la vida y el resto de la familia es el detonante de lo que la serie aspirará a contar durante seis cortas temporadas: el cambio social que dejó obsoleta la forma de vida de la aristocracia del campo.

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Esto no quiere decir que Downton Abbey sea un serio tratado social sobre las consecuencias que la Primera Guerra Mundial tuvo en el sistema de clases inglés, porque no es así. La serie es un adictivo culebrón con un nivel de producción impresionante y un reparto que funciona como un mecanismo de relojería, y que eleva en bastantes ocasiones el material con el que trabaja. Mary, por ejemplo, es un personaje más complejo de lo que parece gracias al trabajo de una Michelle Dockery que fue lanzada al estrellato con este papel, al igual que Rose Leslie (ahora en The Good Fight), Lily James (protagonista de la segunda parte de Mamma mia!), Dan Stevens (Legión) o Joanne Froggatt (Liar).

La Condesa Viuda es uno de los personajes favoritos de los fans. (Fuente: ITV)

Además, es mucho más divertida de lo que sugieren sus pomposas fotos promocionales oficiales. La Condesa Viuda (Maggie Smith) es una mina de respuestas ingeniosas y comentarios graciosos y se forman dinámicas entre algunos personajes que resultan de lo más entretenido, especialmente entre el servicio.

Porque Downton Abbey otorga la misma importancia en sus tramas a los señores y a sus criados (lo que generó ciertos recelos cuando se estrenó, ya que lo hizo al mismo tiempo que un remake de BBC de Arriba y abajo), y en ellas hay tanta relevancia de las historias de amor como de algunos sucesos, a veces, un poco más sensacionalistas. La serie peca en ocasiones de cargar demasiado las tintas con las tragedias que les ocurren constantemente a un par de personajes, pero también construye otros a los que los espectadores nunca se cansan de ver, y a los que les desean de corazón que todo les vaya bien.

Los Crawley y sus sirvientes se adaptan como mejor pueden a esos cambios sociales acarreados por las grandes pérdidas sufridas en la Primera Guerra Mundial y todos los personajes van evolucionando. El mayordomo y el ama de llaves, la relación entre Lady Mary y su doncella Anna, las aspiraciones de algunos de los criados por ser algo más en la vida que meros sirvientes, la divertida dinámica entre la Condesa Viuda y la madre de Matthew Crawley… Todo esto figura entre algunos de los logros de Downton Abbey, más una breve tanda hacia el final de la tercera temporada en la que hay momentos de emociones desnudas y duras que Fellowes no alcanzó más. Y no, esos momentos no se encuentran en el especial de Navidad de aquella entrega.

‘Downton Abbey’ está disponible al completo en Netflix, Amazon Prime Video y Movistar+.

marina

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