(Fuente: Disney+)
Este artículo se ha escrito tras ver los dos primeros capítulos y no contiene spoilers.
Hace tres días acabó la celebración mundial de la Semana del Espacio que comenzó el pasado cuatro de octubre. Y Disney, que nunca da puntada sin hilo, aprovechó el evento para estrenar Elegidos para la gloria (The Right Stuff), la historia de los siete pilotos norteamericanos de pruebas que integraron el programa Mercury, el proyecto espacial tripulado que marcaría el inicio de la carrera espacial y que por aquel entonces, a finales de los cincuenta del siglo pasado, los rusos les llevaban varias cabezas de ventaja.
En plena guerra fría, la opinión pública norteamericana miraba con recelo y temor los avances soviéticos en el espacio. Desde el lanzamiento del Sputnik 1 en 1957 y hasta el vuelo de Yuri Gagarin en 1961, ambas potencias se embarcaron en una carrera frenética donde satélites, por un lado, y vuelos tripulados por otro (perras en el caso de la URSS y chimpancés en el caso de Estados Unidos), eran los protagonistas indiscutibles de las noticias alrededor del mundo. La NASA, creada por Eisenhower en 1958, planea un proyecto, el Mercury, cuyo objetivo era de la seleccionar los mejores pilotos militares para colocarlos en el espacio. El proceso de selección y entrenamiento de los futuros astronautas desembocó en una suerte de reality show que desentrañó la vida de los pilotos y sus familias.
Los dos primeros capítulos de la serie contextualizan la época y nos hacen una presentación de los siete pilotos, centrándose en Shepard, Glenn y Gordon. Sus personalidades, filias, fobias y vida familiar. Los cuatro restantes, quizás por la menor relevancia que tuvieron en la vida real, se desvanecen dentro de la narración. Así, Shepard es presentado como un vividor, amante de las aventuras amorosas y fumador empedernido, Glenn resulta todo lo contrario: fiel esposo, sosegado y con una biblia bajo el brazo. Gordon, por su parte, vive separado de su mujer, pero la necesita para poder entrar en el programa, luego finge una vida que no tiene y que en el fondo ansía.
Basada en la novela de Tom Wolfe del mismo nombre -que ya tuvo una adaptación al cine en 1983, dirigida por Philip Kaufman-, la serie ha sido creada Mark Lafferty (Castle Rock, Halt and Catch Fire) donde ejerce de showrunner y productor ejecutivo. Con un diseño de producción exquisito, como no podría ser de otra manera, los primeros capítulos presentan un universo accesible y fácil, plagado de un patriotismo comprensible, centrado en la competitividad de los pilotos por hacer historia y donde sus mujeres (de momento) tienen una presencia escasa y casi anodina.
Los diálogos son ágiles, certeros y sin abundar en detalles técnicos que te sacarían de la historia. La carrera contrarreloj por llegar antes que los soviéticos está muy bien reflejada; y es que cuando se plantea el programa, las previsiones hablan de décadas de pruebas, y desde Washington les conceden 24 meses. Es inevitable pensar en qué depararán los seis restantes episodios. La sensación que permanece después de ver los dos primeros es que la narración se centrará en los siete (o los tres principales), más que en las vicisitudes del proyecto Mercury.
‘Elegidos para la gloria’ se emite en Disney+.