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Empieza el viaje a la juventud de Marianico el Corto en ‘El último show’

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Para ser Buñuel, hay que ser un niño. (Fuente: Aragón TV)

Para atreverse a producir la primera serie original de su historia, Aragón TV quería que el proyecto elegido fuera tan especial como la ocasión merecía. De ahí nació El último show, la serie que Álex Rodrigo (director de La casa de papel y Vis a vis) ha creado para la cadena autonómica, un imposible que podemos ver y escuchar por arte de birlibirloque y que aparece como un milagro entre majors digitales para atraer hacia la televisión regional las miradas críticas. Las de esta casa, al menos.

Su propuesta no deja indiferente: empujar los límites de la ficción mostrando la cara más humana de Miguel Ángel Tirado, el intérprete del personaje cómico Marianico el Corto, que ya apenas se hace gracia a sí mismo y quiere dar un volantazo a su vida como creador. Para este viraje, la idea de Rodrigo fue “recuperar el personaje de Luis Buñuel, que también es aragonés y parece un personaje antagónico a él”, como declaró a Fuera de Series.

Del director de Viridiana, Nazarín y otras tantas no hay rastro en el primer episodio de El último show (el único emitido hasta ahora), pero ya se nos había anticipado que lo que se le mete a Marianico el Corto entre ceja y ceja para una última etapa de su carrera es hacer una película como las de Buñuel. Por el momento, hemos asistido a una primera hora de metraje minada de pistas que señalan el camino hacia la sombra del turolense. Verbigracia, su hija (a la que da vida Itziar Miranda) le espeta: “Te pido un favor y me montas un Cristo surrealista”.

Este Marianico desencantado no es precisamente un anciano de tempo abúlico: tras oír la reprimenda de su hija, se baja del coche en marcha y se tumba en plena calle, a la luz del día, a pincharle las ruedas a una moto con un manojo de llaves. El surrealismo, que Buñuel practicó con ortodoxia desde La edad de oro, nace precisamente de esos impulsos delirantes y primarios, que no quieren, necesitan ni admiten una racionalización a posteriori. Los surrealistas, intelectuales como André Bretón, recogidos al arrullo de los cafés parisinos, cogían carrerilla desde el subconsciente para romper con la rigidez adulta. En definitiva, querer ser Buñuel es querer ser un niño.

La misma guionista Sara Alquézar expuso a Fuera de Series que Marianico, en la historia, es “como un adolescente que tiene el sueño de hacer una película”. Y esa transición de anciano a niño, de viejo a nuevo, de vetusto a inmortal, se da unos primeros taconeos en este episodio de presentación que, muy probablemente, anticipa lo que será una regla durante toda la trama. Por ejemplo, en la escena en la que Miguel Ángel se atreve con el ejercicio físico, el comediante mira con disgusto la torpeza de otro anciano con sus estiramientos, dejando claro que la del octogenario no es una categoría que le complazca.

En este viaje a la juventud de Marianico, que no ha hecho sino arrancar, se han postulado como fundamentales tres parejas de personajes, formadas por la exmujer, la hija y la nieta del humorista y sus respectivos apoyos: el novio de una, la compañera de trabajo de la otra y ese enigmático conocido de clase de la última. Cada uno de los miembros de la familia del personaje tiene su compañero, que es catalizador de un cambio en su vida; y estos movimientos tectónicos tienen, a su vez, su reflejo en Marianico.

Laura Boudet interpreta a la nieta de Miguel Ángel. (Fuente: Aragón TV)

Dar marcha atrás al calendario

En el abrazo de Marianico el Corto con su mánager de toda la vida, al que pone cara José Luis Esteban, tenemos el primero de un par de montajes paralelos repartidos en este primer corte de El último show, que reducen la edad de Marianico a golpe de contrastes. Fundido en un achuchón con su agente, el protagonista es igualado con su hija, decidida también a poner fin a una etapa entre los brazos de su confidente. Pero el calendario sigue dando marcha atrás, y en el siguiente montaje la figura de Miguel Ángel no equivale, sobre la pantalla, a la de su hija, sino a la de su nieta. Mientras uno se viste para un último show (muy convenientemente), la otra reúne sus cuatro o cinco posesiones para marcharse de la casa.

A partir de ahí, la mutación está completa. Por este episodio, al menos: cuando el cómico y su agente miran a través de las rendijas de unas cortinas a los monologuistas que completarán el espectáculo de la noche, la última velada de Marianico, no parecen ancianos sorprendidos por la juventud de los contrapartidas, sino niños espiando la vida vetada de los mayores. Abandonos, resoluciones y cambios sitúan a Miguel Ángel Tirado en una casilla de salida especialmente interesante de cara al resto de la temporada. Ahora sí, el camino está allanado para que este perro viejo se entregue a la niñez. Nunca se es demasiado mayor para ser Buñuel.

‘El último show’ se emite los jueves a las 21:30 h. en Aragón TV, y cada episodio estará disponible en su web durante una semana.

Crítica: ‘El último show’ toca el corazón de yayos y modernos
Marianico el Corto vuelve como el más improbable de los héroes cotidianos de 2020fueradeseries.com

antonio

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