Érase una vez…
Así suelen comenzar todos los cuentos que nos leían nuestros padres o las películas de dibujos animados con las que hace años empezábamos a dejar volar nuestra imaginación, y así es como me gustaría que empezara la historia que voy a contarles ahora, que es como la vida de un niño, que amaba el cine y la radio fue evolucionado, caminando, creciendo, y a día de hoy, hace un programa que le ha dado muchas satisfacciones, alegrías, también preocupaciones y más de un quebradero de cabeza.
Si estoy escribiendo estas líneas y tú, querido lector, estás aguantándome al otro lado (y que conste te lo agradezco en el alma) es porque CJ Navas, como decimos muchos, el 33%de FDS, me lo pidió así. Cuando empezamos a hablar de la revista, el insistió en que le apetecía leer cómo desde Canarias, alguien puede llevar 40 años siendo un simple oyente, espectador, aficionado (o como lo quieran llamar) del Séptimo Arte y las Series de TV y, en el plazo de un año, crear lo que CJ llama “Emporio Multimedia”… y yo le digo siempre, “Pringao Multimedia”.
Y así empieza esta historia, que a lo mejor les lleva a volar con sus recuerdos a lugares donde hayamos estado conectados por la magia de la pantalla y, si no es sido así, que al menos la imaginación y los recuerdos les lleven a un sitio muy bonito para cada uno de ustedes.
Pues érase una vez un niño que era hijo único, aunque cuando nació no fue así: venía una hermanita con él, pero ella no salió adelante y, desde pequeño, él ya fue consciente de que la vida no siempre es bonita. Tuvo una infancia feliz, y uno de sus mejores momentos era cuando llegaban los domingos por la mañana y o bien su madre o su madrina lo llevaban al cine a las 11,30 de la mañana. Salas como las de antes, el cine Cuyás, Capitol, Avenida, Rex o Bahía, salas que los que somos de Las Palmas y tenemos “tantaytantos” nunca lo olvidaremos. Seguro que cada uno de ustedes tendrá sus nombres y sus salas en su cabeza, era una magia diferente a los complejos de hoy. Yo recuerdo que miraba con avidez los carteles de “Próximos Estrenos”, ojeaba esas fichas que tenían puestas en vitrinas y, al ver una foto del próximo estreno, abrías los ojos como platos. Durante toda la semana yo me esforzaba en estudiar y portarme lo mejor posible (que no es lo mismo que bien) para que no me dejaran sin cine esos domingos. Recuerdo ver películas como Herbie, La Bruja Novata o Blancanieves, pero también los títulos de grupos infantiles como Parchís y no se cuantas cosas más.
Poco a poco vas creciendo un poquito, tienes 14–15 años, y ya puedes ir tú sólo al cine. Yo aprovechaba y seguía yendo con mi madre a la función de las 11,30 pero también me guardaba parte de mi paga para irme a las sesiones dobles que hacían en un cine al lado de mi casa con los amigos. Entrábamos a las 3 de la tarde y salíamos sobre las 6,30 o 7 dependiendo de la duración de las películas, ahí vi títulos como Superman (la fui a ver 7 domingos consecutivos), La Guerra de las Galaxias, En Busca del Arca Perdida, ET, Gremlins, Grease, … No sé cuántos títulos maravillosos de los 80 viví con intensidad y devoción.
Pero eso no era todo: además, en casa teníamos la suerte de tener tv en color y recuerdo como todas las noches me acostaba con 1Globo, 2Globos, 3Globos, reía con el Un, Dos, Tres, tenía que suplicarle a mis padres que me dejaran ver Historias para No Dormir (a costa de tener pesadillas pero, por supuesto, no decirlo para poderlas seguir gozando), lloraba con mi madre viendo Marco y le decía que ella nunca me podría dejar, cantaba Orzowei o lloraba como pocas veces he hecho con (¡OJO! ¡SPOILER!) la muerte de Chanquete.
Seguro que estaréis diciendo: “Muy bien, y ¿que tiene esto que ver con Adictos al Espectáculo y la radio?” Os sigo contando…..
Yo, como otros muchos amantes del cine, estábamos ansiosos de devorar noticias de cine. En esa época deseaba que llegara el Fotogramas todos los meses a la tienda del barrio. En cuanto llegaba, llamaban a casa para avisarme e iba yo corriendo a buscarla y no dejaba que me la trajera nadie: quería ir a la estantería y cogerla, verla y disfrutar ese momento único. A día de hoy sigue siendo así, y además con la suerte de tener otras revistas que se han ido sumando como Cinemanía o Acción que también me despiertan esas alegrías. La radio ha sido mi compañera inseparable durante toda mi vida: escuchaba hablar y me enfadaba, reía, compartía e incluso llamaba para debatir. De Carlos Pumares y su Polvo de Estrellas me distancian muchas cosas a la hora de ver cine y de comentarlo, pero nunca olvidaré como una vez llamé para discutir porque había dicho barbaridades de Aliens El Regreso y yo quise decirle cuatro cositas bien dichas. Lo mejor es que cuando yo pensaba que no me iba a dejar, fue todo lo contrario y, de hecho, se guardó mi teléfono y cuando vino a Las Palmas una vez me llamó para si quería ir a verlo al estudio. Me marcó muchísimo el estar con él sentado y con los cascos puestos con 16 años, y ya entonces me dije que algún día yo quería hacer eso a mi manera. Después de aquella experiencia, mi afición por escuchar radio hablando de cine me llevó a Daniel Monzón (ahora director de títulos como La Caja Kovak o Celda 211, pero antes crítico de cine con Julia Otero), así como a descubrir a Pepe Nieves en La Claqueta o a Nacho Gonzalo en LoQueYoTeDiga.
Y un día, donde menos te lo esperas, llega uno de esos momentos que sin saberlo marcará tu vida. Les contaré una anécdota que nunca he dicho antes (ahora que lo pienso, creo que ni mi mujer la conoce). Estaba en el gimnasio, y el dueño de los multicines Monopol (un complejo mítico en Las Palmas que por desgracia ya cerró), que me invitaba siempre a los preestrenos que se hacían en la isla, me comenta que van a hacer un pase de la película Instinto Básico, y que el locutor de la emisora está afónico por lo que no podrán tener la presentación de la misma. Yo, sin pensarlo, le dije, “Oye Alfonso, si quieres te lo presento yo”, y su respuesta fue: “Perfecto, nos vemos en media hora en el cine”. Saliendo él del vestuario, un amigo me preguntó si había hecho algo así antes, a lo que yo le contesté “Que va, pero será hablar sobre una película que tengo ganas de ver y no será tan difícil, digo yo”. Así que empiezo mi camino hacia el coche para dejar la bolsa del gimnasio y acudo al cine. La cola del público daba la vuelta a la calle (casi 600 personas fueron al estreno) y empiezo a tener un nudo en el estómago porque empezaba a darme cuenta de que me tengo que poner delante de la pantalla a hablarles a todos (sabiendo que les importará muy poco lo que tengo que decir), por lo que inveitablemente me empieza a entrar un miedo escénico de agárrate y no te menees. En eso, vi a Domingo Melián, al locutor que está afónico (y también dueño de Radio Paraíso, una emisora muy fuerte en esa época en la isla), y me dijo “No estés nervioso, piensa que tú eres el único vestido y todos los demás están desnudos”.
Por lo visto, se ve que gustó mi presentación, y desde entonces me invitó a participar en su programa para que una vez a la semana hablara de cine, cumpliendo así un sueño para mí. Compaginé mi colaboración en la radio con el trabajo los fines de semana en un videoclub como persona de refuerzo y mis estudios de Empresariales. Siempre soñé con estudiar periodismo, pero me era imposible costearme el traslado a Madrid para ello, así que decidí formarme en la materia de manera autodidacta comprándome libros y estudiando/leyendo todo lo que podía.
Unos cuantos años después, y compaginando el tema profesional con el personal, llegan las redes sociales a nuestras vidas, y como muchos de ustedes, me hago un Facebook para compartir mis cosas. En ese mundo aparece el grupo de Oyentes y Amigos de La Claqueta, el programa de radio que yo escuchaba, y donde puedo empezar a compartir mis opiniones con aficionados al cine de toda España. A nivel personal son tiempos difíciles, ya que fallecía mi madre, y poco después, nace mi hija, que es la que me trae la pasión por las series de TV: antes ya veía muchas, pero al no poder ir tanto al cine y disponer de menos tiempo libre, pues aún empecé a ver más y pronto me di cuenta de que las series empezaban a tener una gran calidad y cubrían mucho mejor las expectativas que años atrás.
Un día, recibo un día un mensaje de Pepe Nieves invitándome a participar en La Claqueta, creando la sección “Adictos a la Tele”, pudiendo así compartir mensualmente micrófono con una persona a la que admiro profesionalmente y ahora aprecio personalmente. Y de ahí, heredando de la sección de La Claqueta donde participo, surge la idea de Adictos al Espectáculo. El primer pasó fue hacer un programa semanal de una hora en Radio Marca con Harry Callahan (que aunque ahora ya no realiza el programa conmigo, siempre será parte básica y fundamental de donde está hoy Adictos) en el que hablamos de cine, televisión y teatro. Semana a semana, voy consiguiendo hacer el programa que yo quería escuchar y que no lograba encontrar tener a pesar de los grandes programas que tenemos en España. Programa a programa logramos hacer un espacio diferente y cercano a la actualidad, pero también dando cabida tanto a distintas personas que normalmente no tienen la oportunidad de compartir sus opiniones en la radio como también a otras personas de relevancia que no tienen problemas en regalarle unos minutos de su tiempo a un pequeño programa hecho en Canarias pero con ilusión de llegar a todo el mundo.
Y entonces, aparece twitter. Lo que empezaba siendo una red social más para mí, se convirtió en algo especial en mi vida al permitirme conocer a muchas personas a las que yo veía actuar, leía sus artñiculos o escuchaba hablar en programas de radio como La Script o podcasts/webs como Premios Oscar y su La SextaNominada, Esta Peli ya la he Visto, Del Sofá a la Cocina, Cosas de LYN, Yo Disparé a JR o unos tal Fuera de Series. El programa va cada día haciéndose un poquito más grande gracias a todos los que participan en el mismo, los que lo escuchan, los que comparten sus opiniones y también, cómo no, a los que nos critican y nos ayudan a mejorar. Pero lo que ha hecho twitter y el resto de redes sociales es que, bien utilizadas, han conseguido que me sienta acompañado a pesar de la distancia.
Bueno amigos, creo que ya está bien de autobombo, que parezco yo mismo y mis circunstancias, pero lo que quiero transmitir con este artículo es que todo es posible si se lucha por tus sueños, porque hoy día es factible convertir una pasión en tu manera de ganarte la vida. Como una vez leí, “no busques trabajo, créate el tuyo”… y yo estoy trabajando en ello.
Toda esta parrafada anterior no tiene sentido si no logro transmitiros lo que quiero, y eso no es más que dar ánimos a cada uno de los que esté luchando por salir adelante. Este mundo en el que estamos metidos no lo está poniendo fácil, porque si eres joven y terminas la universidad, no tienes donde ir; si estás en una empresa, no sabes cuánto tiempo durará ese trabajo que te mantiene; y cuando piensas que tienes toda tu vida encauzada profesionalmente, todo se te puede venir abajo de un día para otro. Pues amigos: yo, que no lo he tenido nada fácil en los últimos meses (diría años), quiero deciros que se puede salir de esto. Que las crisis agudizan el ingenio y las ganas de superación, que no dejéis que nadie os diga nunca que llevar a cabo vuestros sueños es una locura y que sean los resultados los que dictaminen el éxito del mismo o no… pero no os quedéis con las ganas de intentarlo. Yo lo hice un día y resulta que está saliendo adelante. No sé cuanto tiempo durará o si podré seguir toda mi vida con este proyecto, pero ahora mismo lo que os puedo decir es que pienso luchar todo lo que haga falta y os invito a hacer vosotros lo mismo con vuestros proyectos.
Para terminar, quiero dedicar este artículo a todos vosotros que lo estáis leyendo, a los que en cualquier momento u ocasión me han dedicado unas palabras en persona o en cualquier red social o medio de comunicación, los que me hayan escuchado alguna vez Adictos al Espectáculo, me hayan visto en TVE , Canal Plus o me hayan leído en el Canarias7. Y, por encima de trodo, quiero dedicárselo a Sonia, mi mujer, que aguanta mis neuras y con quien comparto las horas dedicadas a ver cine y tv (con sus respectivos viajes), así como la ansiedad en los malos momentos y alegría en los buenos, además de ser la encargada de bajarme los pies a la tierra cuando me lo creo o me levanta el ánimo cuando estoy mal. Por supuesto, también tengo que dedicárselo a mi madre Manoli, quien me enseñó a amar el cine y la vida, y a Adriana, mi pequeña de 3 años, que hace que la ilusión por crear algo diferente y de lo que ella se sienta orgullosa me haga cada día intentar ser mejor persona.
En otra ocasión, les escribiré un artículo que será mucho más polémico y entretenido que este acerca de los actores de doblaje, porque la tan denostada últimamente por todos “versión doblada” tiene detrás de sí a unos grandísimos profesionales gracias los cuales todos nosotros, en mayor o menor medida, hemos empezado a amar el cine y, hoy en día, siguen suponiendo el 80% del cine que se proyecta en las salas.