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Una chaqueta, una cosa y… ¿UNA TRAMA?

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Mädchen Amick y Peggy Lipton como Shelly y Norma. (Fuente: Movistar+)

Por Alberto Rey
@albertoenserie

Este artículo contiene spoilers del episodio 3×05 de ‘Twin Peaks’

No es que el el quinto episodio de la nueva Twin Peaks sea peor o menos loco que los anteriores, es que es uno solo, no los cuatro de golpe con los que Lynch nos ha devuelto a su “lococosmos” particular. Sabe a poco, sí, pero es mejor así. Cuatro horazas semanales de esta serie es algo que sólo debemos permitirnos una vez al año. O acabaremos igual que el director, pero sin el dinero. Y no compensa.

Bien, sigamos. Con Dougie, es decir, con el agente Cooper, pero no con el agente Cooper poseído por Bob (aunque como recordatorio de este hecho, el nuevo episodio recupera el final de la segunda temporada de la serie). Por si seguíamos dudando sobre dónde había recuperado Lynch el hilo de la historia: en Coop viendo a Bob en el espejo, en vez de su propio reflejo. Igual Dougie debería hacer lo mismo y mirarse a un espejo. Así quizá se replanteaba la americana verde que luce y que recuerda poderosamente a todas las imitaciones que se han hecho de Almodóvar.

Es un verde imposible, que a su mujer (a la que a partir de ahora vamos a llamar Naomi Watts, para ir más rápido) le da absolutamente igual: después de ver los fajos que trae Dougie a casa, se la suda todo. Y si supiese que a su marido lo quieren matar, probablemente también. O que una compañera de trabajo se lo quiere tirar, incluso en el estado mental en el que se encuentra ahora el pobre. Naomi sólo ve que con ese dinero podrán saldar la deuda de 50.000 dólares que tienen con alguien muy chungo. Pero no tan chungo como la chaqueta verde, opino. Dougie sigue con sus problemas de micción, por cierto. “Se pea toa”, como diría Millán Salcedo.

¿Será Becky, la hija de Shelly, la nueva Laura Palmer? (Fuente: Showtime)

Ahora vámonos a Twin Peaks, el pueblo. Nadine sigue igual de mal de lo suyo, con su parche. A su favor diremos que, como Norma y Shelly, es la prueba viviente de que unos buenos pómulos lo son todo. Tanto ella, maruja tuerta demenciada, como las dos eternas camareras, siguen esperando un contrato con Revlon que se merecen, pero nunca llega.

Con ese dinero Shelly podría, por ejemplo, quitarse de medio a su descarriada hija (a la que a partir de ahora vamos a llamar Amanda Seyfried, para ir más rápido), que le pide dinero para seguir jugando a Bonnie y Clide con su novio, al que a partir de ahora vamos a llamar Eddie Redmayne Sin Lavar, para ir más rápido. Sin lavar también está el forastero que llega al bar del pueblo y aborda a una de las chavalas locales con un estilo que en las películas del oeste diríamos “abrupto”, pero en occidente computa como violación. Desconocemos por ahora por cuál de las dos opciones se decanta Twin Peaks, tanto el pueblo como la serie.

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Lo que sí queda claro ya es que David Lynch va a utilizar SU serie para hablar de SUS cosas: el homenaje jazzístico a Carretera Perdida que redondea la escena es tan obvio que casi da risa. Como el infomercial delirante protagonizado por el doctor Jacobi. Ahora ya sabemos para qué pintaba de dorado unas palas en los episodios anteriores: para venderlas en la teletienda. No es un dato que aporte demasiada claridad, pero en esta serie cuál lo hace.

Update Bob: la llamada telefónica que Cooper-no-Cooper realiza desde su cautiverio no es, como él dice, “al señor Strawberry”, sino una especie de código cifrado que durante unos instantes enloquece los sistemas electrónicos de la comisaría. Muy paranormal todo.

Update cadáver decapitado: tenía un anillo de compromiso en el estómago. Aparentemente, uno regalado a Dougie por Naomi Watts. Ojo, que aquí parece que hay una trama. Una trama real. En Twin Peaks. En David Lynch.

Cookie Lyon approves.

Update Cosa: Una cosa rectangular aparentemente electrónica se convierte en otra cosa, más amorfa y más pequeña. Esto a Naomi Watts le podría haber sorprendido, pero a) no lo ha visto y b) ella no ve más allá de sus 50.000 dólares. Que alguien le diga que, por menos de 100, fijo que encuentra una chaqueta menos ridícula para su marido.

fds

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