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Crítica: ‘Fargo’, el karma y la lucha del Bien contra el Mal

Carrie Coon, como Gloria Burgle en la tercera temporada de ‘Fargo’. (Fuente: Movistar+)

“El mundo parece mi mundo, pero todo es diferente”. Esta frase de Sy Feltz, socio de Emmit Stussy, explicando a su esposa por qué se le ve tan confuso y preocupado resume perfectamente la situación en la que acaban todos los personajes de la tercera temporada de Fargo. Es también una frase que representa la reacción del personaje de Tommy Lee Jones ante la carnicería que deja a su paso Anton Chigurh en No es país para viejos, una película que se acerca más al tono que ha tenido la entrega.

Porque aunque el arranque siga un poco la línea de El gran Lebowski (con un crimen cometido por una confusión de apellidos y, al final, hasta una bolera), Fargo ha ido adentrándose por caminos más oscuros conforme V.M. Varga iba ganando cada vez más terreno e iba poseyendo un poco más no sólo de la empresa de Emmit, sino hasta de su propia alma.

En una entrevista en The Hollywood Reporter, Noah Hawley comparaba a Varga con una figura casi de Mal primordial que representaba una especie de “divinidad” de la avaricia: si quieres hacerte más rico, Varga te lo va a conceder, pero también va a secarte por completo. Ten cuidado con lo que deseas, que se suele decir.

Ewan McGregor, como Emmit Stussy. (Fuente: Movistar+)

Y a los hermanos Stussy les ocurre exactamente eso. Su riña es tan infantil, y adquiere unos tintes tan grotescos, que a veces resulta lo más flojo de la serie. Emmit se cree muy listo, él y Feltz creen que son unos ases de los negocios y que pueden solucionar cualquier metedura de pata, y dan con alguien que sabe cómo explotar su codicia y su mezquindad. Y Ray tiene tal complejo de inferioridad con su hermano, que sólo se da cuenta del calibre del embrollo en el que se ha metido demasiado tarde.

Los dos Stussy, más Feltz y los sheriff continúan la tradición de Fargo de tener a hombres demasiado pagados de sí mismos para darse cuenta de que no están en posesión de la verdad suprema y demasiado obtusos mentalmente para no crear a su alrededor un gran caos (violento o no) al perseguir esa cosa que se creen con derecho a tener. Y, por otro lado, están rodeados de mujeres mucho más inteligentes, mucho más conscientes de cómo es el mundo a su alrededor, y a las que ellos se empeñan en coartar sus movimientos.

Esta temporada, en ese aspecto, recuerda más a la primera, aunque Varga es un tipo mucho más malvado que Lorne Malvo. En esa misma entrevista en The Hollywood Reporter se compara al personaje de David Thewlis con un dybbuk, un espíritu (o demonio) del folclore judío que se aferra a un ser vivo y acaba poseyéndolo. La equiparación con el lobo de Pedro y el lobo del capítulo cuarto estaba muy acertada.

A Varga sólo le plantan cara las dos protagonistas femeninas de la historia. Nikki Swango (Mary Elizabeth Winstead) es la que gana más enteros en el tramo final de la temporada, cuando la muerte de Ray y los intentos del propio Varga de asesinarla la llevan a adoptar un modo de supervivencia y, después, venganza que la han convertido en un gran personaje. Y su encuentro fortuito con Mr. Wrench, el matón sordomudo de la primera temporada, ha sido también de los mejores aciertos.

Su huida de los esbirros de Varga en el octavo capítulo, más ese extraño interludio en esa bolera/limbo donde Ray Wise hace las veces de Sam Elliott en El gran Lebowski, lo sitúan entre los puntos álgidos de la temporada junto con el viaje de Gloria Burgle a Los Ángeles en el tercero. Allí también aparecía Ray Wise, para dejarnos con la duda de si Gloria estaba allí en su particular purgatorio.

La jefa de policía de Eden Valley es el otro gran personaje de la temporada. Su mundo también se vuelve del revés en cuestión de horas (su marido le pide el divorcio porque está enamorado de otro hombre, va a dejar de ser jefa de policía y su padrastro es asesinado de la manera más fortuita), y ella intenta moverse por él, y darle algún sentido, de la mejor manera que puede. Como es habitual en Fargo, su sentido común y su tenacidad es lo que, al final, la ayuda a atrapar a los malos, aunque más de una vez esté a punto de tirar la toalla.

David Thewlis, como el malvado V.M. Varga. (Fuente: Movistar+)

Y esto nos lleva a la última escena de la temporada. Al final, puede decirse que el karma acaba alcanzando a casi todos los personajes. Feltz intenta apartar a Ray por la fuerza, así que Varga lo envenena y lo deja paralizado. Nikki acaba muriendo de la misma manera fortuita en la que ella y Ray matan al colgado al que le encargaron el asesinato de Emmit, y el propio Emmit es asesinado por Wrench cuando cree haberlo recuperado todo.

¿Y Gloria? Necesita cinco años de trabajo, y un cambio a Seguridad Nacional, para echarle el lazo finalmente a Varga (que ahora se hace llamar Daniel Rand, como si fuera el nuevo Puño de Hierro), y el duelo de intelectos y voluntades está a la altura de lo esperado.

Varga representa no sólo el capitalismo extremo y codicioso, sino también el mundo actual de la “posverdad”, de que se pueden organizar los hechos para manipular su lectura y reescribir la realidad, mientras Gloria se mueve por un código moral mucho más sencillo, el de “trata a los demás como quieres que te traten a ti”. Ella parece tener en su mano las pruebas suficientes para atraparlo, pero él está convencido de que sus apoyos (como el que le avisa de Hacienda ha echado mano de la contabilidad B de la empresa de Stussy) van a sacarlo de allí.

Nos quedamos con la duda de quién de los dos tiene razón, pero tampoco importa demasiado. La frustración por ver la facilidad con la que Varga se mete hasta la cocina de la vida y los negocios de Emmit, y por comprobar cómo su jefe no es capaz de tomarse en serio a Gloria, hace que el tramo intermedio de la tercera temporada cueste un poco más, pero los últimos tres o cuatro capítulos son de lo mejor de la serie.

¿Cuarta entrega con las nuevas aventuras de Gloria Burgle y Winnie López?

Las notas de Fuera de Series:

En Fuera de Series puntuamos nuestros análisis en una triple escala de 1 a 5, inspirada en la que usa Little White Lies, en función de lo deseosos que estábamos de ver la serie (“Antes”), lo que nos ha parecido viéndola (“Durante”) y las ganas de ver más y de comentarla con más gente tras hacerlo (“Después”).

Antes: 4

Siempre tengo mucha curiosidad por ver una nueva temporada de ‘Fargo’, y más después de que Noah Hawley afirmara que la tercera iba a seguir más las directrices de ‘El gran Lebowski’.

Durante: 3

La rivalidad entre los hermanos Stussy puede haber sido lo más flojo de la temporada, con un Ewan McGregor correcto, pero cuyos personajes eran demasiado cortos mentalmente como para que tuvieran un retrato más tridimensional.

Después: 4

El paso al frente de Nikki Swango eleva el tramo final de la temporada que, sin embargo, nos deja con ganas de ver más en acción a Gloria Burgle y Winnie López, y no tanto a un Varga fascinante en pequeñas dosis, pero demasiado obvio. Aun así, su aparente imbatibilidad le da a la temporada un aire más o menos existencialista muy curioso.

La tercera temporada de ‘Fargo’ está disponible en el servicio VOD de Movistar+.

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