David Corenswet durante el rodaje de una de las escenas de ‘Hollywood’. (Fuente: Netflix/Saeed Adyani)
No contiene spoilers.
La polarización de posiciones alrededor de Hollywood, la última creación de Ryan Murphy en Netflix, donde (re)imagina una realidad alternativa de la Edad de Oro de la Meca del Cine, ha copado los comentarios sobre la serie, trasladándose también a la redacción de Fuera de Series. Alberto Rey y Francis Arrabal comenzaron el debate cruzándose varios mensajes de WhatsApp, que posteriormente se convirtieron en una llamada telefónica de 52 minutos. Tras casi una hora de conversación, seguían sin ponerse de acuerdo sobre si Hollywood puede ser la mejor serie del año o la peor serie de Murphy hasta el momento.
Como protagonista del caso, y juez mediante, trasladan sus posturas de a favor y en contra de la serie al propio Murphy en sendas cartas, a ver si él es capaz de poner paz entre ambos.
A favor — Francis Arrabal
Querido Ryan Murphy: tu última creación ha conseguido crear polémicas y polarizar las opiniones como ninguna de tus series hasta el momento (que no es poco). Y seguramente tenga algo de todo eso con lo que cargan las tintas contra ella. Reconoce que, en parte, tu what if de Hollywood es un cuento, amable, a veces sensiblero y muy fetichista. Que su planteamiento, que en mi opinión es su mayor virtud, repela a muchos y no terminen de entrar.
El Hollywood clásico que amamos por muchas de sus películas fue a su vez, entre bambalinas, un mundo plagado de machistas, racistas, homófobos, violadores, abusadores, criminales varios y malas personas en general. ¿Es que no tienes (tenemos) derecho a (re)imaginar un Hollywood mucho mejor del que fue? ¿A plantearnos que otra realidad hubiera sido posible sin tener que renunciar a su obra? Parece que la ucronía tenga que quedar preservada en exclusiva para los relatos que reimaginen peores versiones de nuestra realidad a temor de ser tachados de almibarados o infantiles, y no pueda ser empleada para plantearnos que nuestra historia pasada pudo ser diferente, mejor y que no tenemos por qué conformarnos con ella por haberla heredado, además de como eco del presente y sus realidades. Ese es el gran poder de los relatos: imaginar mundos cuyos haces de luz proyectan horizontes de realidades que se nos han negado, demostrándonos que pueden ser posibles. Mundos en el que los desposeídos triunfan por mérito propio y a los que se les niega la representación son protagonistas de sus propias historias.
Ese es el gran poder de esta serie. Has conseguido que tu Hollywood tenga mucho de eso, de “qué bonito sería” que aquello hubiera pasado tal que así, en la que afirmo que es tu obra cumbre. Y demostrado que no era (ni es) necesaria ni tolerable toda la podredumbre que le rodeó y que nos ha llegado hasta nuestros días. Porque 80 años después, el Hollywood de tu mundo sigue siendo imperfecto y lleno de claroscuros, pero tristemente más humano, avanzado, transgresor y valiente que el nuestro (por cierto, qué mala leche has tenido en el último episodio con esa gala). Y esa es la más dura de las moralejas del final de este cuento que nos narras. Cuánto te necesita el Hollywood de nuestra realidad, Ryan.
Holland Taylor y Ryan Murphy durante el rodaje del segundo episodio. (Fuente: Netflix/Saeed Adyani)
En contra — Alberto Rey
Querido Ryan Murphy: no es odio, no es rabieta, no es frustración; son las tres cosas. Señor Murphy, yo le maldigo. ¿Qué es eso de que su Hollywood se parezca más a la peor Glee que a la mejor (la única) Feud?
Y encima con coartadas chungas: si critico los homo-excesos (es más: homo-insultos) de su nueva serie me tacharán de homófobo; si destaco su cursilería me llamarán cínico y si critico que su serie pida con voz de pito un mundo ideal, seré yo el que está a favor de que el mundo real sea tan terrible. No es así. Usted supo no ser cursi en The Politician, le aplicó el cinismo más sano hasta a Marcia Clark (Sarah Paulson, a tus pies) y cuando en Glee (en la buena, porque Hollywood es la del final, la mala) gritaba a los cuatro vientos que nadie debe ser dado de lado, era emocionante, genuinamente emocionante. Hollywood en cambio es sólo sensiblera, lacrimógena, autocomplaciente y, discúlpenme todos por el adjetivo pero si no es ahora cuándo, relamidamente mariquita. Y no será porque a mí no me interesen los delirios mitómanos de un gay cincuentón obsesionado con el Hollywood clásico. De hecho, pocas cosas podrían interesarme más. Pero así no, Ryan, así no.
Que ya sé que la serie es tuya, que el mundo es tuyo, que el Hollywood real es tuyo (¿es tuyo?), pero piensa que al otro lado de la pantalla también hay adultos que se sonrojan con las parábolas baratas, las denuncias escritas por adolescentes contrariados y las injusticias subrayadas con rotulador rosa. ¿Dónde están las triples lecturas de The Politician, dónde el exceso controlado de las buenas temporadas de American Horror Story? La literalidad de Hollywood llega a ser bochornosa y la manera en la que el destino de sus personajes está garantizado, si la serie no fuese tan entretenida (lo es, lo es), sería a su vez garantía de perder el tiempo esperando alguna sorpresa. No hay ninguna en la nueva serie de Ryan Murphy. Desvelado el concepto, desmontada la serie. El de Hollywood es un mundo mejor. También uno muchísimo más simple. Uno con las letras del letrero más famoso del mundo escritas con fuente script. Ese mundo cuqui quizá yo quiera vivirlo, pero jamás verlo en una serie. Y menos en una de Ryan Murphy.
‘Hollywood’ está disponible en Netflix.