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Sansa y Arya Stark son los personajes con más evolución en ‘Juego de tronos’

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Arya y Sansa Stark, en el final de la temporada 7 de ‘Juego de tronos’. (Fuente: HBO España)

Cuando empezó Juego de tronos, los hijos (legítimos) de Eddard y Catelyn Stark eran apenas daños colaterales en todo lo que se ponía en marcha. A Bran lo empujaba Jaime Lannister de una de las torres de Invernalia, y aunque Robb sí comandaba a su ejército de aliados para vengar la muerte de su padre, ni Rickon, ni Arya ni Sansa tuvieron demasiada oportunidad de decidir qué camino querían seguir. El primero fue enviado al sur con la salvaje Osha, Bran fue al norte a averiguar por qué soñaba con un cuervo de tres ojos, Arya salió huyendo, disfrazada de chico, tras la ejecución de Ned y Sansa se quedó como una prisionera de lujo en Desembarco del Rey.

De todos ellos, sólo Bran y las dos mujeres han sobrevivido hasta llegar a la última temporada, y ellas son las que más han crecido de todos los personajes de Juego de tronos. Las diversas penalidades que han atravesado las han convertido en dos jugadoras a tener muy en cuenta, una porque es letal y obstinada, y la otra porque es mucho más inteligente de lo que parece a simple vista.

Arya, de niña inquieta a asesina “sin rostro”

Arya ejecuta a Meñique. (Fuente: HBO España)

La hija pequeña de Ned y Catelyn fue, desde que la vimos en el piloto corriendo por el patio de Invernalia con un casco que le quedaba grande, uno de los personajes favoritos de los espectadores. Arya quería aprender a manejar Aguja, la espada que le regala Jon Nieve antes de irse al Muro, le planta cara a Joffrey cuando maltrata al pobre hijo del carnicero que viaja con ellos a Desembarco del Rey y se mete con su hermana porque tiene la cabeza llena de pájaros, de cuentos de caballeros y princesas que nunca van a convertirse en realidad.

Sus lecciones de “baile” con Syrio Forel cimentaron aún más el favoritismo de los fans, pero Arya tendría que dar unas cuantas vueltas hasta que pudiera aprovechar el potencial que vio en ella su maestro de esgrima. Escondida como un aprendiz más de la Guardia de la Noche en ruta hacia el Muro, Arya tuvo que renunciar a su apellido y pasar desapercibida si quería sobrevivir. Cualquier asociación con la casa Stark, levantada en armas contra los Lannister, era mal vista y podía ponerla en peligro.

A lo largo de siete temporadas la hemos visto despojarse de todos los sentimientos que puedan comprometer su supervivencia, y hasta renunciar a la posibilidad de volver a ver a alguien de su familia. Para ella, están todos muertos. No en vano llegó a las puertas de los Gemelos cuando Walder Frey estaba ejecutando a su madre, a su hermano Robb y a todos sus soldados.

(Fuente: HBO)

A partir de entonces, y sintiendo que no hay nada que la ate a Poniente, su única salida es marcharse a Braavos, la ciudad de la que procede aquella moneda que le dio Jaqen H’ghar al escapar de Harrenhal. Dicha moneda la coloca en el camino de los Asesinos Sin Rostro y del personaje inmutable y letal que vuelve a Invernalia en la séptima temporada. Arya es Nadie, pero da la sensación de que no va a poder mantenerlo durante más tiempo.

La reunión con su hermana Sansa, ahora señora del castillo, fue extraña, pero consiguieron comprenderse. Ese entendimiento puede ser clave para sobrevivir al invierno.

Sansa, la princesa que se convirtió en política

Mientras Arya recorría medio mundo, Sansa estaba atrapada en la Fortaleza Roja. Su compromiso con Joffrey, que había sido fuente de gran alegría para ella, se transformaba en miedo, en dolor y en soledad, y más después de que Cersei y Tywin decidieran que lo más adecuado era un matrimonio con Margaery Tyrell, y no con la hija de un norteño ejecutado por traición.

El camino de la mayor de las Stark ha sido de los más traumáticos de Juego de tronos. Joffrey la maltrataba física y psicológicamente y Cersei disfrutaba asustándola con sus diatribas sobre el poder y el rol de inferioridad que la sociedad les reservaba a las mujeres. Hasta su matrimonio con Tyrion estaba pensado como una ofensa para ambos y, al final, como una trampa cuando la reina decidió que su hermano menor había envenenado al rey.

(Fuente: Helen Sloan/HBO)

Sansa fue asimilando todas esas enseñanzas incluso cuando huyó con un Meñique que siempre estuvo cavilando la manera de utilizarla para acceder a una posición de mayor poder, que era la razón detrás de su casamiento con Ramsay Bolton. Él legitimaba su toma de Invernalia y Lord Baelish, a cambio, afianzaba su posición de señor del Valle de Arryn, pero los dos menospreciaron a Sansa, que es algo que hemos visto que no se debe hacer.

“Aprendo despacio, pero aprendo”, le recriminó la joven a Meñique cuando lo acusó de traición en la séptima temporada. Es una superviviente (la tortura que sufrió a manos de Ramsay es, probablemente, de lo más cruel que ha ocurrido nunca en Juego de tronos) y también alguien que ha desarrollado un agudo sentido de lo práctico para salir adelante. En cuanto se notan los primeros vientos del invierno comienza a ordenar el aprovisionamiento de víveres y no va a estar discutiendo si los Caminantes Blancos son reales o no. No es práctico.

Sansa es uno de los personajes que más ha evolucionado en la serie. Ha tenido que endurecerse para poder sobrevivir, pero mantiene su humanidad. Es de los que, probablemente, pase más desapercibido en las especulaciones sobre el final de Juego de tronos, pero va a tener mucho que decir. Y su reencuentro con Tyrion promete.

Tenemos mucho que aprender de Sansa
Sobrevivir a lo que ha sobrevivido, sin perder su humanidad en el proceso, demuestra lo fuerte y poderosa que esfueradeseries.com

marina

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