Sandra Oh en el episodio ‘Smell Ya Later’ de ‘Killing Eve’. (Fuente: HBO España)
En el episodio I Have a Thing About Bathrooms, el quinto de la primera temporada de Killing Eve, tuvimos un encuentro entre Eve y Villanelle que esperábamos que ocurriera al final de la temporada. Un encuentro que ni siquiera aparece en la novela Codename Villanelle de Luke Jenkings, en la que se basa la serie.
En esta segunda temporada, Killing Eve vuelve a dedicar su quinto episodio a reunir a ambos personajes, y lo hace en el mismo espacio, la cocina de Eve, pero en esta ocasión en unas condiciones muy diferentes que, además, cambian totalmente la dinámica de la serie.
Smell Ya Later es un capítulo que vale la pena ver más de una vez. Y más de dos. Está dirigido por Francesca Gregorini, que está acreditada en IMDB como directora de solo otros cinco episodios, en series como Humans o Chambers, y por quien deberíamos hacer campaña para que dirija más. Es la segunda vez que vemos este episodio cuando podemos valorar el maravilloso trabajo que hace con la cámara y la puesta en escena.
Y cuántas cosas pasan en estos 40 minutos llenos de la tensión, sensualidad y el humor que caracterizan a la serie. Empieza con Villanelle matando a un hombre random en un lavacoches automático, un trabajo que no es especialmente estimulante para ella, pero que sirve para recordarnos que es una psicópata, porque tendemos a olvidarnos de ello rápidamente. Bueno, yo lo hago.
Qué diferente se ve esta cocina cuando solo están ellas dos. (Fuente: HBO España)
Villanelle nos da la vida y Jodie Comer nos regala una interpretación digna de Premio Óscar cada semana. No la merecemos. Es difícil elegir un solo momento de ella en este capítulo cuando la hemos visto fastidiando a una pobre estatua humana, pedirle a un empleado de hotel que le acaricie el pelo porque está de luto, vestida como la viuda negra más dramática que ha conocido la especie humana, paseando por el bosque como un fantasma gótico y como una estudiante de Oxford destrozando a Niko.
Pero la narrativa central de este episodio es la del viaje con el que Eve está abrazando sus más oscuros instintos y una impulsividad peligrosa, desde que asocia asesinatos con diversión, cuando dice que le gustaría que Jin, la asesina a sueldo que conocíamos como La fantasma, fuera un poco más divertida; al plan de contratar a Villanelle para que la mate, con el objetivo de que vaya a verla y entonces contratarla para que hable con Jin, “porque solo el Demonio sin rostro puede descifrar a La Fantasma”.
Kenny es la voz de la razón y todos cuestionan en algún momento lo que Eve ha decidido hacer. Hasta Villanelle reconoce que es un plan estúpido, pero al final, Eve se sale con la suya. Por el camino se ha vuelto una maestra en el arte de mentir y manipular en el trabajo y en casa, porque pobre Niko, ni siquiera cuando tienen relaciones sexuales tiene que ver con él.
Eve es cada vez más imprudente e irresponsable y parece no tener miedo a nada. Siente la tentación de tirar a un hombre a la vía del metro, que es algo con lo que nos podríamos identificar, al menos un poquito, pero en otro contexto; que el tipo había sido un grosero, pero tampoco como para querer matarlo. Es Villanelle quien le pregunta si lo que está haciendo es legal; y cuando Eve entra a ver a Jin después de Villanelle, es a ella a quien le dice a la cara que es un monstruo. Y podríamos pensar que Villanelle es la mala de la historia, como le dice nuestra asesina favorita a Niko.
El título de la serie ha adquirido en esta temporada otro sentido. En un principio podíamos pensar que hacía referencia a una acción de Villanelle, pero parece que es la propia Eve quien se está perdiendo a sí misma. Yo no puedo dejar de verlas. Son mi cosa favorita de cada semana.
Los nuevos episodios de ‘Killing Eve’ están disponible los sábados en HBO España.
