Robin Wright, en una imagen de la sexta temporada de ‘House of cards’. (Fuente: Movistar+)
La irrupción de Netflix en la producción propia de ficción llevaba, en 2013, dos nombres propios muy claros: David Fincher y Kevin Spacey. Que los dos estuvieran asociados al remake de la británica House of Cards elevó automáticamente el interés de la prensa y del público por esa apuesta decidida de la plataforma por tener contenido original propio y competir, por tanto, con los estudios que empezaban a retirar del servicio algunos títulos, deseosos de explotarlos en streaming por su cuenta. Y, además, ambos estaban muy implicados en la serie. Fincher era uno de los productores ejecutivos y dirigió un par de episodios de la primera temporada, y Spacey estaba magistral como ese manipulador, maquiavélico, ambicioso y divertido Frank Underwood.
Sus maniobras por ascender en Washington DC y ganar cada vez más poder e influencia eran crueles y brutales, pero sus comentarios sarcásticos rompiendo la cuarta pared facilitaban que el espectador se pusiera de su lado y quisiera ver hasta dónde podía llegar. Sin embargo, ya antes de que Kevin Spacey fuera despedido por sus escándalos de acosos sexuales se veía que su presencia era un problema para la serie. Frank era siempre demasiado listo, nunca tenía rivales a su altura y sólo su mujer, Claire, podía hacerle sombra. Pero su momento nunca terminaba de llegar de verdad, aunque se amagó ya en la cuarta entrega.
Hasta ahora, a tiempo para el final. Porque la sexta y última temporada de House of Cards va a ser la de Claire Underwood. Y sólo ha hecho falta que el movimiento #MeToo forzara al asesinato en la ficción de Frank.
Dónde se quedó la quinta temporada
Aunque, en realidad, que Claire asumiera la presidencia de Estados Unidos ya se preparó en el final de la quinta temporada. Ese “mi turno”, dicho a cámara, con el que Robin Wright despedía el último episodio apuntaba en esa dirección, y teóricamente, el conflicto entre los Underwood vendría por las dificultades de Frank a adaptarse al trabajo en la empresa privada. Con su esposa en la Casa Blanca, ¿sabría mantenerse al margen de las estratagemas políticas?
Esa trama, evidentemente, fue descartada en cuando se prescindió de Spacey con la producción de la sexta entrega ya avanzada. Se produjo un parón de varios meses en el que se llegó a rumorear que Netflix estaba planteándose cancelar directamente la serie, hasta que se llegó a la solución de potenciar el protagonismo de Claire y acortar la temporada a ocho episodios.
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Las promos que han aparecido de esta sexta temporada apuntan a que Claire va a tenerlo todo en contra para que periodistas, rivales y votantes se la tomen en serio como presidenta. Siempre ha dado la sensación de ser mucho más inteligente que Frank, más ambiciosa y de saber maniobrar mejor, sin que se le note tanto, por entre los tiburones de Washington, pero nunca se ha librado de que los demás la reciban con suspicacia. Ahora que es la mujer más poderosa del mundo, ese sentimiento se va a acrecentar.
La temporada tiene que ser el vehículo para el lucimiento de Robin Wright que los críticos llevaban reclamando prácticamente desde hace tres temporadas. Para algunos de ellos, Frank estaba agotado como personaje y era ella la que tenía mayor interés para las tramas, sobre todo porque, de vez en cuando, se veía asomar una emoción real por entre la armadura de sus trajes caros y su buen corte de pelo.
Que el protagonismo de Claire llegue en la última temporada es un reconocimiento agridulce para la que ha sido siempre el arma secreta, escondida a plena vista, de House of Cards. Quizás recupere el lustre que la serie tenía cuando empezó.
La sexta temporada de ‘House of Cards’ se estrena el 3 de noviembre en Movistar Series.