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Las series diarias, oasis en tiempos revueltos

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En Puente Viejo no hay distancia social, ni falta que hace. (Fuente: Atresmedia)

Lejos de poner toda la carne en el asador, ahora que hay más gente enfrente del televisor que de costumbre, las cadenas de televisión en abierto en España han optado por una parrilla de mínimos y con poca variedad. El interés por la información, más que el interés informativo, y que estamos en un momento publicitario delicado, ha propiciado que la programación sea un constante ir y venir de noticias, no siempre muy noticiables, sobre el coronavirus, la curva, el repunte y otros términos derivados de la situación en la que vivimos.

Pandemia para desayunar, pandemia para almorzar, pandemia para merendar, pandemia para cenar. Ya sea un debate, un magacín, un informativo o un reportaje (insistamos en que hay más infotainment que verdadera información), todo viene a ser lo mismo. Es imposible desconectar de lo que sucede o ha dejado de suceder fuera de nuestras casas a través de esta pequeña pantalla asaltada por tertulianos y reporteros con la alcachofa envuelta en film de plástico.

Pero en medio de ese crispante torrente de contenido homogéneo están las series diarias (con permiso del #MerlosPlace) para aportar un poquito de calma y distracción, especialmente a los más mayores que tanto necesitan alejarse de bulos y alarmismos. La plaza de los Frutos, el remoto Puente Viejo, la calle Acacias, el mercado de abastos o la comisaría de Distrito Sur permanecen ajenos a lo que pasa en la realidad y plantean otros problemas que el espectador sabe que, en el fondo, tendrán más o menos solución y que después de cada tempestad vendrá la calma. Que la vida allí sigue, pese a los constantes tiempos revueltos.

Decía el otro día Javi Calvo que, viendo una serie, cuando dos personas decían de quedar para cenar su primer pensamiento era: “cómo vais a quedar para cenar SI NO SE PUEDE”. Es algo que todos hemos sentido últimamente con alguna ficción. A mí la primera vez que me pasó fue cuando la madre de Nadia y Omar en Élite soltó una tosecilla en la frutería y entré en pánico coronavírico. Y por eso ahora las series de época juegan con una ventaja especial, porque esos tiempos pretéritos donde nadie soñaba con la desescalada resultan remansos de paz.

Que en El secreto de Puente Viejo puede haber sangre y puñetazos por amor en La Casona, pero si alguien toca el pomo de la puerta sin guantes no se te ponen los pelos de punta.

¿Y cómo quedará el mundo (de las series) tras la crisis del coronavirus?
¿Volverán pronto los rodajes?, ¿habrá más series?, ¿se respetará la distancia personal?fueradeseries.com

alvaro

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