Zahara y Rozalén, en ‘Canciones que cambiaron el mundo’. (Fuente: Movistar+)
Mi trabajo en Fuera de Series consiste en hablar exclusivamente de series de televisión. Es nuestra línea editorial y en lo que estamos especializados. Y es a lo que llevo dedicándome, más o menos, durante la última década, pero la televisión es más que la ficción. La televisión es informativos, concursos, programas de divulgación, reality shows, debates, deportes, Eurovisión… Y quienes nos dedicamos profesionalmente a seguir la actualidad de la pequeña pantalla nos interesamos también por todos esos formatos que, a veces, no contribuyen a dar buena imagen al medio. Nos interesamos y nos enganchamos a ellos. Porque, como decía Kenneth en 30 Rock, amamos demasiado la televisión.
Así que, lógicamente, en 2018 no sólo he visto series, sino que también ha habido programas que, francamente, me han interesado más que, por ejemplo, la segunda temporada de Por trece razones. De mis series, personajes y episodios favoritos del año ya he hecho listas para Fuera de Series, pero es justo mencionar esos otros títulos. Porque también son televisión, aunque algunos no se hayan visto allí.
‘Nanette’
El monólogo de Hannah Gadsby para Netflix ha sido uno de los programas más comentados del año. La humorista australiana utiliza un formato típico de los especiales de comedia (uno de los géneros en los que más dinero se ha gastado Netflix en los últimos dos años) para dinamitar lo que el público espera de uno de ellos.
Habla de sus experiencias pasadas con el acoso y la discriminación por ser mujer y lesbiana, y haber crecido en un pueblo pequeño y muy conservador, de los clichés del humor, de las relaciones entre hombres y mujeres… Toca temas muy personales para ella y lo mismo hace reír que arranca lágrimas o te deja helado. Después de ver Nanette, leer sobre las diferentes apariciones por sorpresa de Louis CK para intentar su regreso a la primera línea es extraño, cuanto menos.
‘Nosotrxs somos’
Playz no sólo es la plataforma donde RTVE produce webseries juveniles o de género. También está colgando allí programas musicales, de entrevistas y hasta docuseries como ésta, que traza la historia del activismo LGTBI en España desde la celebración del primer Orgullo como tal, en 1978.
Las primeras luchas al final del franquismo o la aparición del sida son algunos de los temas que tocan los tres episodios disponibles, que reúnen testimonios de personas que vivieron en primera línea aquellos años y que ofrecen otro lado de la historia más reciente de España. Son divulgativos y, al mismo tiempo, también reivindicativos e interesantes para cualquiera que quiera saber otras facetas de los últimos 40 años de historia de nuestro país.
‘Making it’
NBC emitió en verano uno de los mayores lugares felices del año, una especie de The great British bake off, o de Masterchef, con manualidades que presentaban y producían Amy Poehler y Nick Offerman y que se titulaba Making it. Sus concursantes tenían que superar diversos retos, desde hacerse sus propios disfraces de Halloween a decorar el cuarto de un artista, y por allí pululaban Poehler y Offerman ofreciendo apoyo moral, bromeando, incapaces de contener la risa y siendo, en general, adorables.
Es una lástima que ninguna plataforma de streaming se anime a traerlo a España, aunque sólo sean seis programas, porque incluso viendo solamente los vídeos de highlights y consejos de su canal de YouTube ya sientes que tu día es un poquito más alegre y mejor.
‘Terrace House: Opening New Doors’
Tres chicos y tres chicas comparten una casa con la esperanza de encontrar pareja o una dirección a sus vidas. Las cámaras siguen su día a día en la casa, pero pueden salir de allí y seguir con sus actividades normales. Ahí se diferencia ya de Gran Hermano, aparte de que hay un grupo de personalidades de la televisión japonesa a los que vemos comentar todo lo que pasa como si estuvieran en el salón de casa de uno de ellos.
Terrace House tiene a ser un reality show de citas mucho más amable de lo habitual porque sus participantes no están encerrados en la casa y pueden abandonarlo cuando quieran. Y Opening new doors nos ha descubierto a Tsubasa, que se posicionó enseguida como la mejor persona de la televisión de 2018.
‘Fama. A bailar’
“Galas” diarias que duran una hora emitidas a la hora de la cena, cambiando el horario de sobremesa de sus primeras ediciones en Cuatro. La vuelta de Fama. A bailar a #0 intentó dar otro empaque visual a los talent shows en España, con una fotografía y una realización con más personalidad, y ponía fácil su seguimiento justo porque sus programas eran cortos e iban al grano: bailes, evaluación de los profesores, nominaciones o expulsiones, cortos vídeos resumen de la semana y hasta la próxima.
Su segunda edición regresa a principios de 2019 y veremos si consigue superar su principal hándicap de la primera, que era que se tardaba bastante en empezar a ver cómo eran los concursantes (ver sólo las galas, y no seguir el 24 horas ni a los fans en Twitter no ayuda a ello). Los profesores se convirtieron poco a poco en las verdaderas estrellas del programa.
‘Operación Triunfo 2018’
Fuente: José Irún/RTVE
Curiosamente, si seguí Fama a través de sus galas diarias, sin prestar atención al canal en directo en YouTube, con OT 2018 lo hice al revés. Mi seguimiento del programa fue a través de los fans en Twitter y de YouTube, lo que daba una imagen del concurso, y de los concursantes, diferente de la que se veía en directo en La 1 los miércoles por la noche.
Si aparcamos los prejuicios que genera el formato, realmente ha sido una edición que ha generado mucho material para comentar: la brecha entre la forma de consumo de su público más joven y del tradicional de la televisión, la resistencia de TVE a aprovechar la marcada, y vehemente, personalidad de varias de sus concursantes por miedo a perder a ese público más tradicional (lo que llevó a potenciar a participantes masculinos más inofensivos), la importancia de la diversidad racial y de orientación sexual en la televisión pública, hasta aspectos más meta sobre los resortes de funcionamiento de un talent show como ése. Sólo por la evidente separación generacional entre quienes han comentado OT 2018 por redes sociales y quienes han hecho crítica más al uso ya ha merecido la pena.
‘Canciones que cambiaron el mundo’
El último de todos estos programas en llegar es éste de #0 que, en cuatro episodios temáticos, repasa cómo la música ha reflejado el sentir social en cuatro aspectos distintos: la lucha de la comunidad LGTBI, los refugiados y la inmigración, el feminismo y las revoluciones sociales. El hilo conductor es la colaboración de Zahara con otro músico, con el que versiona algunas de las canciones de las que se habla, pero eso sólo es la guinda del pastel.
Lo que queda es la exploración de la idea de que los músicos no trabajan en una burbuja, de que muchas canciones responden a un momento concreto en la sociedad y que algunas pueden acabar convertidas en himnos que representen diversos cambios o situaciones concretas. Golpe maestro, de Vetusta Morla, no se entiende sin la crisis económica de 2008, por poner un ejemplo del último programa.