Adrian Monk, tan obsesivo-compulsivo con los gérmenes como siempre. (Fuente: USA Network)
A menudo vienen a la cabeza títulos de series que querrías ver pero no tienes a mano. Suelen ser ese tipo de producciones a las que le tienes cariño, que te hicieron pasar un buen rato, pero que no están tampoco en el olimpo de las series a adorar como para tenerla en original. Algo así pasa con Monk. A principios de los años 2000 USA Network traía este procedimental risoso centrado en un personaje de lo más peculiar. Y, desde la semana pasada, sus ocho temporadas pueden verse en Prime Video.
Adrian Monk es un policía de baja psiquiátrica que vive en San Francisco y al que el fallecimiento de su mujer lo arrojó definitivamente a un trastorno obsesivo-compulsivo de lo más extremo. Imaginad ese remusguillo que queda dentro cuando dudas de si has dejado las ventanas de casa bien cerradas, ahora pensad en alguien a quien eso paraliza completamente su vida y le impide vivir con normalidad. Es dramático y de lo más angustioso, pero la serie conseguía explicar el tema con cierta guasa que le quitaba hierro al asunto.
Junto a él una ayudante (que cambiaría a lo largo de las temporadas) y que servía de contrapunto. Más flexible, (mucho) más amable y con formación sanitaria, era el contacto con la gente corriente que no pasa el día resolviendo crímenes. Porque sí, Monk era muy listo y despierto. Una especie de Colombo modernizado y menos simpático.
Las series de este estilo suelen tener un problema aparente que se convierte en una ventaja instantánea: en seguida envejecen. Su factura es muy del momento en que se grabó. Sólo quince años después los colores, las ropas, los tonos ya han quedado algo antiguos. Pero bajo ellos existe una estructura universal y atemporal que hace que sigan siendo perfectamente disfrutables.
El elenco principal de ‘Monk’. (Fuente: USA Network)
Una escena inicial que presenta una situación bastante aleatoria, se enfoca sobre una persona que repentinamente muere, o le matan. En el peor de los casos ese actor hace desde el principio de muerto número 1 y no tiene ni frase propia. Tras la imagen del cuerpo los títulos de crédito y un arranque con nuestros protagonistas semanales a los que se les encarga el crimen. Bajo este resumen están todos los CSI, o los crímenes de la señora Fletcher en Se ha escrito un crimen (bueno, en ese caso encima era la invitada, que no sé cómo la seguían llamando para que acudiera a saraos), si además hablamos de marines es que estamos en NCIS y si en lugar de muerto está desaparecido es que hablamos de Sin rastro.
Algunas más corales, otras menos, pero todas presentan un equipo que resolverá un misterio. En este caso la serie está bastante centrada en Monk, quien de hecho da título, pero en las relaciones que establece con su entorno habitual está el anclaje que hace que un personaje que podría sacarnos de nuestras casillas tenga un punto tierno. La enésima reinvención de Sherlock Holmes llegaba acompañada de una mujer con hijo que le enfrenta permanentemente a la realidad y que a la vez lo protege de esta.
Sin duda es una de esas series a las que recurrir para encontrar un lugar confortable y sencillo de ver. Posee de suficiente personalidad para hacer que no resulte irrelevante y de un funcionamiento lineal y repetitivo que logra que acudir a ella sea estar en un lugar en seguida conocido y que sin embargo resulte entretenido. Con su rescate por parte de Prime Video se abre una temporada de volver a ver uno de esos títulos que hace tiempo que habíamos olvidado.
‘Monk’ está disponible completa bajo demanda en Amazon Prime Video.
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