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Otakus pero legales: ‘Crunchyroll’ es la plataforma para ver anime en España

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De agujero pirata a plataforma premium. (Fuente: Crunchyroll)

El anime siempre ha sido marginal, desde su distribución hasta su consumo. Entró en España a través de las televisiones autonómicas y no coparía las cadenas nacionales hasta mucho después. Creo que acertaré si apuesto a que la sensación general es que la animación japonesa se emitía en España como complemento a espacios de programación infantil, al tuntún y de mala manera. Series partidas en trozos por problemas de licencias o emitidas a horas intempestivas: esa era la tónica hace no tanto. En plena era de las plataformas, sin embargo, sería extraño no tener un servicio dedicado exclusivamente a la oferta de anime. Y lo hay: se llama Crunchyroll.

Salvando casos como el de Animax, aquel canal especializado en series niponas que Sony Pictures levantó en España entre 2008 y 2013 (cuyo deprimente eslogan rezaba “Somos como tú”, fijaos si era para parias la cosa), el consumo de anime se ha producido mayoritariamente al otro lado de la ley. Al menos, si se aspiraba a cierta regularidad en los visionados o se querían sortear las barbaridades que se hacían con las licencias. Esos días oscuros han acabado, pues no hay motivo para piratear cuando se tiene a la mano un catálogo como el que ofrece Crunchyroll, plataforma estadounidense que, cómo no, empezó siendo un agujero de Internet donde los otakus compartían episodios ilegalmente.

Kun Gao montó en 2006, junto con un puñado de antiguos colegas de la Universidad de California, un sitio web donde los usuarios pudieran colgar sus propios vídeos que rápidamente se convirtió en poco menos que un fumadero ilegal para adictos al anime. Un año después, la compañía fue bendecida con cuatro millones de dólares de capital de riesgo desde Venrock, el brazo inversor de la familia Rockefeller, y comenzó una agresiva transición hacia el contenido legal que pasaba por viajar a Japón y lidiar con los grandes distribuidores de anime a los que había estado robando poco antes.

La plataforma, ahora sujeta a WanerMedia, que a su vez es propiedad de AT&T, ya superaba en 2019 los dos millones de suscriptores de pago. Los usuarios que no se rascan el bolsillo, que en Crunchyroll suman unos cincuenta millones, también pueden disfrutar del que seguramente sea el más vasto catálogo de anime de Occidente. ¿Qué aporta la suscripción, entonces? Pues visionados en HD y sin anuncios de una biblioteca ligeramente más extensa, descargas para reproducción offline, la disponibilidad de los episodios más recientes solo una hora después de haberse emitido en Japón (lo que ellos llaman simulcast) y la posibilidad de dar de alta hasta cuatro dispositivos.

El plan premium medio cuesta 6,99 euros al mes, aunque si se paga una suscripción por un año entero se ahorran algún dinerillo. Por dos euros menos hay un plan más básico que no permite la descarga para visionados offline. Además de anime, Crunchyroll también ofrece dorama (series de ficción de imagen real) y manga digital en algunas de las regiones en las que opera, pero no hay duda de que la principal golosina del servicio es la oferta legal, cómoda y actualizada de series de anime, desde clásicos como Hunter x Hunter a obras recientes del estilo de Dr. Stone, pasando por éxitos de hace unos años como Yuri!!! on ICE y rarezas como FLCL Alternative y Progressive, los spin-off de la legendaria miniserie FLCL que produjo hace no mucho Adult Swim.

Aunque la app de Crunchyroll está disponible para dispositivos móviles y cacharros como Chromecast, la experiencia completa de la comunidad fan se encuentra en su página web, donde al contenido propiamente dicho se añade a una parrilla de noticias sobre el mundo del anime (que tiene sus ecos en vídeo en este contenidos de Youtube como el de más arriba), una sección de juegos disponibles en App Store y Google Play o ejecutables desde el navegador y una tienda donde comprar ropa, figuras y demás mercadotecnia basada en las mismas series que emite la plataforma. Es evidente que el espíritu original no se ha perdido: todo sigue girando en torno a la experiencia de consumo en común. Más que la Netflix del anime, Crunchyroll es un Salón del Manga digital, ahora con los papeles en regla. Otakus pero legales.

Cuatro Trazos – Fuera de Series
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antonio

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