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Porqué ‘Twin Peaks’ no es una película

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Una imagen de ‘Twin Peaks: The Return’. (Fuente: Showtime/Movistar+)

Cuando se estrenó Twin Peaks: The Return en Showtime, el pasado verano, no faltaron las entrevistas de David Lynch en las que afirmaba que, en realidad, era como una película larga de 18 horas, más que una temporada de televisión al uso. La había rodado de esa manera; Mark Frost y él tenían los guiones de todos los episodios antes de empezar el rodaje y éste se desarrolló por localizaciones, mezclando escenas de todos los capítulos.

La naturaleza serializada de esta tercera temporada, que llegaba más de 25 años después del estreno de la Twin Peaks original, llevó a que los críticos debatieran si debía ser considerada televisión o cine, aunque se hubiera emitido semana a semana en un canal de televisión. No pocos guionistas de la pequeña pantalla han estado describiendo sus series como películas de 10 horas, así que es normal que este debate terminara teniendo lugar.

También ha habido varias voces críticas que se han quejado de esa costumbre, que achacan a que todavía hay cierto complejo de inferioridad de las series frente al cine. Y no hay que olvidar las bromas que suscitó que una serie documental para ESPN, O.J.: Made in America, ganara el año pasado el Oscar al mejor documental (tuvo un estreno limitado en cines para poder ser elegida). Todo esto cristaliza en la aparición de Twin Peaks: The Return en un par de listas de las mejores películas de 2017.

Cahiers du Cinema, por ejemplo, la situó en el número uno, por delante de favoritas como Déjame salir, mientras para Sight & Sound, que preguntó a 188 críticos internacionales, era la segunda mejor “película” del año, por encima de Call me by your name. Y eso ha sido, para algunos periodistas, la gota que ha colmado el vaso.

Matt Zoller Seitz, de Vulture, iniciaba un largo hilo de Twitter asegurando que “creedme, soy consciente de que David Lynch ha dicho que estaba haciendo una película de 18 horas. Pero tengo noticias para la gente que no escribe e menudo sobre televisión: cualquier persona con ambiciones que ha trabajado alguna vez en televisión dice que está haciendo ‘una película larga’ o ‘un montón de pequeñas películas’”. Y añade que “lo que han hecho Lynch y Frost debe mucho al cine. Mucho. Pero le debe casi tanto a la televisión, donde la Twin Peaks original apareció”.

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Zoller Seitz, que ha situado la serie como la mejor del año para él, señala en su hilo que algunas de las justificaciones que se dan para incluirla en un top 10 de películas parecen despreciar la televisión, como si quisieran rescatar una obra de David Lynch de la pequeña pantalla, y ese “pequeña” no es un adjetivo con connotaciones positivas.

¿Es Twin Peaks: The Return una serie o una película? Realmente, da la sensación de que, como afirma el crítico de Vulture, algunos de quienes la consideran cine lo hacen porque creen que las series son una forma artística inferior. Por mucho que se haya convertido en un cliché una expresión como que el mejor cine se está haciendo en la tele, se sigue mirando a la televisión por encima del hombro. Algunos de esos críticos han empezado a prestar atención a las series porque ahí han encontrado su reducto cineastas como Paolo Sorrentino (The young Pope), Jane Campion (Top of the lake) o Spike Lee (Nola Darling), y porque los festivales de cine se han animado a proyectar algunas en sus diferentes secciones.

El baile de Audrey Horne. (Fuente: Showtime/Movistar+)

Los lanzamientos de Netflix de la temporada completa de sus series no ha hecho más que acrecentar la confusión. La serialización en algunas de ellas es extrema, pasando de considerar el episodio como unidad básica a que sea la temporada, y el modo de visionado en maratón lleva a que las fronteras entre capítulos se acaben difuminando. Pero esas fronteras existen.

La tercera temporada de Twin Peaks puede contar una historia que se desarrolla a lo largo de sus 18 episodios, pero está dividida en capítulos (partes, los llama la propia serie). Cada uno de ellos está marcado por una actuación musical en el Roadhouse, y cuando terminan de otra manera, se hace para dejar claro que estamos entrando en otra etapa de la serie.

Lynch y Frost utilizan la emisión semanal por episodios para entregar digresiones tan completas como el ya célebre episodio 8, digresiones que son posibles por el formato televisivo, y la historia de Dougie Jones está estructurada en pequeñas partes que se cuentan, de modo autoconclusivo, en cada capítulo. La emisión semanal ayuda también a construir anticipación ante el regreso de Dale Cooper, por ejemplo, y al mismo tiempo tiene sus desventajas, pues hace que se pierda el panorama completo de la historia.

Pero Twin Peaks: The Return no es una película. Es una serie de televisión que sigue sus propias reglas, se las salta, que juega con el formato episódico mientras, al mismo tiempo, lo respeta, y que está estructurada de una manera en la que, eso es cierto, se aprecia mejor lo que cuenta vista de seguido. Puede difuminar el límite entre cine y televisión, pero sabe lo que es. Y por eso puede permitirse todos esos experimentos.

marina

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