Imagen promocional de ‘The Gang Offends Everyone’. (Fuente: IMDB)
En el sexto episodio de su cuarta temporada, The Good Fight se metió en un tema complejo: los debates en torno a la participación de deportistas trans en las competiciones y, para curarse en salud, nos dejó la advertencia en su título: The Gang Offends Everyone.
¿Nos ofendió a todos la forma en la que abordó el tema? No, por el contrario, se ha alabado la valentía de los guionistas por atreverse a plantear un tema de actualidad, con muchas aristas, aportando diferentes puntos de vista y con un juez interesado en tomarse el tiempo para entender los conceptos que desconocía. Ojalá todos fueran como él.
¿El episodio es un ejemplo de cómo hablar de estos temas? Tampoco.
Seguro que las intenciones eran buenas pero la ejecución es sospechosa. A pesar de las muchas preguntas del juez y de las aclaraciones de la experta en el estrado, los argumentos usados reincidieron en los estereotipos y prejuicios en contra de la comunidad trans con el uso de, por ejemplo, expresiones como “mujer biológica”, en lugar de “mujer cis” y la alusión constante a “si era un hombre y tenía pene”.
¿Cuenta la serie con que su público ya está educado en estos temas? Pues no debería asumirlo.
En un batiburrillo de temas, que empieza con una discriminación por raza y clase, y da paso al ataque de una deportista trans, el dilema de qué minoría está más oprimida lo solucionan con un cuestionable Deux ex machina: introducen de la nada a una atleta intersexual, que ni siquiera era consciente de su situación, quien termina como la gran sacrificada después de que se vulneren varios de sus derechos en un solo minuto de reloj.
¿Es responsabilidad de The Good Fight o cualquier otra serie educarnos en estos asuntos? No. Pero no han tenido reparos en hacerlo con temas más básicos, para los que ha recurrido a sus (odiados) cortos musicales animados. Bien podrían haber usado uno aquí para clarificar algunos términos, en lugar de hablar de la “ley secreta”. Nosotros sabemos que ellos saben que nosotros sabemos (creemos) que los King y su equipo están formados en asuntos de género pero, por si acaso, así nos lo hacen saber con la negación de Liz en un momento del juicio, y con ese grupo de trabajadores que manifiesta su desacuerdo con el enfoque del caso. No es suficiente.
Y entre todo lo malo hay algo que me parece peor: que todo lo que se le pueda criticar o no a este sinsentido innecesario da igual, porque ha sido solo un instrumento del guion, ya que, claramente, ha sido escrito como parte del arco de caída en el que está encaminado Adrian Boseman. Esa bajeza sí ofende.