Pedro Almodóvar junto a la cómica Isa Calderón en el escenario de los Premios Feroz. (Fuente: AICE)
Antes que nada, quiero dejar claro que yo no tengo nada personal contra los Feroz, que no les deseo ningún mal y que esta columna no es para echar mierda sobre los premios o quienes los hacen. “Tengo muchos amigos que votan en los Feroz y son bellísimas personas”, podría decir incluso. Pero sí me gustaría explicar, simplemente, por qué no he querido sumarme a esta iniciativa. Tampoco es que importe.
Por hacer un poco de memoria para quien aterrice aquí de nuevas, los Premios Feroz se entregan por primera vez en 2014 de mano de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE), como unos galardones cinematográficos que se autodenominan “los Globos de Oro españoles”. No son exactamente eso -los Globos los entrega la Asociación de la prensa extranjera de Hollywood, así que el equivalente en todo caso serían los Critic’s Choice-, pero podemos comprar barco porque funcionan como “la antesala de los Goya”. Con su propia gala, consiguen bastante atención mediática y se hacen un huequito en el calendario.
Y en 2017, entra la televisión. Bueno, las series solamente y en desigualdad de condiciones: si hay doce categorías de cine, a las series solo le corresponden seis. En cine se premia, por ejemplo, guion y dirección, categorías inexistentes en series. Y tengo cierta sensación de que ese es un poco el espíritu: son unos premios de críticos de cine que quieren votar también a alguna serie chachi y que, así, invitan a la fiesta a algún crítico de televisión. Si tanto unos como otros están capacitados para votar en las categorías que no son su campo de especialización es un melón que tal vez podríamos abrir. O simplemente teniéndolo en mente podríamos entender qué perfil de series recogen premios y cuáles ni huelen nominación.
Pero, más allá de eso, como profesional del medio me pregunto qué tiene que ofrecerme a mí una asociación gremial de este tipo y si merece la pena pagar la cuota anual para formar parte. La respuesta es una plataforma de streaming con las candidatas, una invitación a la fiesta y la oportunidad de votar. No me resulta especialmente seductor, pues tengo suscripción a más plataformas de las que puedo hacer caso. Votar, ya voto en nuestros propios rankings (y será por días en las urnas en los años recientes). “¿Entonces, qué esperabas?”, podríais preguntaros.
Enric Auquer ganó dos premios Feroz por ‘Vida perfecta’ y ‘Quien a hierro mata’. (Fuente: AICE)
En un sector tan precario como el periodismo cultural, tal vez haga falta que una asociación de este tipo no se dedique solamente a dar premios a terceros (que, dicho sea de paso, están en una situación mejor). No sé si lo que estoy pidiendo se acerca más al sindicato que a la asociación, es posible, pero no estaría mal que hubiese una voz crítica ante prácticas comunes en prensa: desde las fake news a los falsos autónomos, pasando por colaboraciones pagadas a precio de bolsa de pipas. Un altavoz para, por ejemplo, informar de derechos laborales o tablas de remuneración (me viene a la cabeza la labor de Alma Guionistas en un sector cercano) y hacer ruido.
Y, bueno, no solo para mí. ¿Qué tiene una asociación que ofrecer a los informadores en ciernes, a esos chicos y chicas que ultiman sus años universitarios y quieren compartir con nosotros la profesión? ¿cómo podemos tenderles la mano? Esa es otra cuestión peliaguda, porque no son pocos los críticos de alta alcurnia cuya razón para no formar parte de los Feroz era, precisamente, no querer mezclarse con lo que ellos consideran “blogueros canaperos”.
Díficil que llueva a gusto de todos, pero hoy el agua nos moja por igual. En el premio de Enric Auquer sí estamos todas de acuerdo.