Imagen promocional de la 2ª temporada de ‘Master of None’ (Netflix)
Esta crítica no contiene spoilers de la segunda temporada de ‘Master of None’
A esta hora, ya están disponibles en Netflix los 10 episodios de la segunda temporada de Master of None y, gracias a los screeners de prensa, he podido ver los cinco primeros. Si no tienes tiempo de leer todo este artículo y has entrado para hacer un rápido vistazo en diagonal, quédate con lo importante: no lo dudes, ver la serie es el mejor plan para este fin de semana.
Esta creación del actor Aziz Ansari y su amigo Alan Yang (The Good Place, Parks and Recreation) sorprendió en su estreno a finales de 2015 por la forma en la que fue evolucionando. En sus primeros episodios, parecía una comedia simpática sobre un treintañero hipster en Nueva York, que hablaba del estilo de vida moderno, citas, sitios para comer… pero pronto, aparentemente sin esfuerzo, y sin que resultara forzado, Ansari demostró que no solo tenía una voz de autor, sino que tenía cosas interesantes qué decir.
En su primera temporada, la serie supo aprovechar el componente racial inherente a la figura de Ansari, un neoyorkino de padres inmigrantes de la India, para hacer comentarios sobre estereotipos de raza en la vida social de la gran ciudad y en la industria del entretenimiento; para hablar sobre la ausencia de conexión con su cultura de origen; para hacer un bonito homenaje a sus padres, que no son interpretados en Master of None por actores, sino por sus (encantadores) padres en la vida real; o para hablar de una forma muy original, sencilla y efectiva de desigualdad de género.
Imagen promocional de la 1ª temporada de ‘Master of None’ (Netflix)
Master of None también plasma la sensación de soledad que te aísla entre la multitud, habla sobre la necesidad vital de conectar y de la búsqueda de la felicidad. Éste último, es un concepto tan profundo como genérico, porque es un debate existencial entre lo que nos han dicho que debemos tener para ser felices y aquello que nos hace felices a cada uno de nosotros. No es entonces una búsqueda de la felicidad como concepto abstracto, sino del entendimiento de qué significa realmente para nosotros a nivel individual.
Durante sus dos temporadas vemos a Ansari en diferentes aventuras laborales y buscando la forma de realizarse a nivel profesional, pero Master of None es una serie sobre relaciones personales: la familia, los amigos y el romance son piezas claves en su juego narrativo, que explora al individuo como ser social y su necesidad de afecto y aceptación por parte del otro.
Imagen promocional de la 2ª temporada de ‘Master of None’ (Netflix)
Esta serie puede, o debería, encajarse en el género de la comedia romántica, una temática que nunca me ha resultado especialmente interesante, ni siquiera entretenida; pero que, a través de Ansari, (con todo lo que llegué a odiar al actor por su insoportable personaje en Parks and Recreation) me descubro saboreando con placer y curiosidad, porque consigue jugar con las convenciones y establece una conexión emocional con la que empatizo de forma totalmente inesperada
En el apartado romántico, Master of None revierte los roles de género de una forma tan simple como efectiva, mostrándolo a él y a sus amigos manteniendo conversaciones, viviendo situaciones y expresando inquietudes e inseguridades que siempre se han representado en la pantalla como femeninas. Todos buscamos ser queridos, es algo obvio, pero la ficción a veces se olvida de mostrar esa realidad desde el punto de vista masculino sin que vaya acompañada de un trauma infantil.
Qué podemos esperar de la segunda temporada
En esta segunda temporada a Ansari y Yang se les nota la seguridad y confianza en sí mismos y en las posibilidades de su discurso, que parte siempre de premisas sencillas, pero con un toque de ambición que no pretenden ocultar. Esa ambición se nota sobre todo en los nuevos episodios a nivel formal. El primero de ellos, está rodado en la ciudad de Módena, en Italia: media hora en blanco y negro y con muchísimos diálogos en italiano. La referencia cinematográfica, u homenaje en este caso, al Ladrón de Bicicletas es clara y el giro del guión muy divertido.
Imagen promocional de la 2ª temporada de ‘Master of None’ (Netflix)
También tenemos, por supuesto, un nuevo episodio centrado en sus padres, que en esta ocasión habla de religión, y que consiguió conectar conmigo de forma muy cercana, recordándome a mi mami. Un montaje hacia el final, en el que se ve a sus padres asistiendo a sus ritos, y a él al suyo, demuestra que para muchos la religión es una forma de conectar, no solo con quien sea su Dios a nivel espiritual, sino con los demás.
Hay un episodio centrado en las primeras citas que consigue hacer varios comentarios que me pillaron por sorpresa y cuyo final es tan gracioso como autocrítico. Veremos también muchísima comida en pantalla, y gente disfrutando de ella; os dará hambre, así que tened a mano cositas para picar para evitar el sufrimiento.
La historia romántica que será el eje de la temporada me tiene totalmente entregada y en vilo. Me he spoileado un poco con las fotos promocionales de Netflix para añadir en esta crítica, pero no os la voy a compartir. Lo que sí os puedo decir es que habrá más referencias cinematográficas a algún clásico del cine italiano y que me muero de ganas de acabar mi día laboral para poder ver los cinco episodios que me quedan. Ah, y se me olvidaba, entre los nombres de actores invitados tenéis los de Angela Basset, John Legend y Bobby Cannavale.
Al igual que otras producciones como Better Things, One Mississippi, Atlanta, Catastrophe o, la deudora moderna de todas, Louie; Master of None forma parte de ese género que es la comedia dramática autoral, cuyas premisas son tan sencillas que resulta imposible utilizarlas como argumento de venta, pero que consiguen crear con viñetas emocionales y sociales que establecen un diálogo universal con el espectador partiendo de las experiencias vitales particulares de sus creadores.
¡Buen fin de semana!
Las dos temporadas de ‘Master of None’ están disponibles en Netflix.
