Por Jorge Navas
Allá por el año 2002, HBO y BBC se cogieron de la mano, se dieron un chapuzón en la historia antigua y, soltando un buen montón de billetes (100 millones de dólares a repartir fue el acuerdo al que llegaron, ahí es nada), permitieron que se pusiera en marcha la maquinaria para la producción de dos temporadas de una verdadera joya de la televisión.
El viernes se van a cumplir diez años de la series finale de Roma, que si la memoria no me falla, es la primera serie a la que yo me enganché por completo. No es nada fácil escribir sobre algo a lo que tienes tantísima estima (si escucháis Fuera de Series desde sus primeras temporadas, seguro que sabéis lo pesado que puedo ponerme con esta serie) y sobre la que he devorado todo artículo posible desde entonces, así que para evitar daros mucho la brasa con un montón de detalles más o menos interesantes, lo que voy a hacer es dar tres razones por las que tienes que ver (o volver a ver) Roma.
Otra mirada a la Historia
Lucio Voreno (Kevin McKidd), luchando en las legiones.
En primer lugar, Roma tiene la virtud de mostrarnos una historia que todo el mundo conoce, pero desde un punto de vista nunca visto anteriormente. No creo que caiga en la categoría de spoiler decir cómo murieron Julio César, Cleopatra y Marco Antonio, o cómo fue la transición de Roma de la República al Imperio, y a pesar de ello, la historia que nos cuenta la serie en ningún momento nos deja de interesar.
¿Cómo lo consigue? Mezclando la trama de esos personajes históricos que todos conocemos con otros que no sólo no conocemos, sino que pertenecen a un estrato social distinto al de la élite que gobernaba Roma. Mediante las historias personales de los soldados Lucius Vorenus y Titus Pullo (y con unas buena dosis de lícita libertad artística y desviación histórica, todo sea dicho), vamos conociendo no sólo las intrigas que acabaron con la vida de Julio César, y el enfrentamiento entre Marco Antonio y Octavio, sino que también nos muestran cómo era el día a día de una metrópoli que en su día alcanzó el millón de habitantes, y donde la vida no valía absolutamente nada.
Una vez vuelven de participar en la conquista de la Galia, Vorenus y Pullo deben adaptarse a su nueva situación y sus vidas, por una u otra razón, se acaban entrelazando con las de Julio, Bruto, Marco Antonio, Atia, Servilia y el joven Octavio. De esta manera, tenemos una visión distinta de la historia de Roma a la que hemos podido ver en otras producciones audiovisuales, con el añadido de poder asistir a cómo las decisiones -y los caprichos- de unos afectan de una manera terrible al grueso de la población. Curiosamente, las acciones más o menos fortuitas de Pullo y Vorenus también afectan muchísimo a los propios jerarcas romanos.
Las mujeres de ‘Roma’
Atia (Polly Walker) era una de las mujeres principales de ‘Roma’.
En segundo lugar, si algo sobresale por encima del resto en Roma son los personajes femeninos. Quizá puede sonar a topicazo decir eso tan manido y recurrente de “tiene unos personajes femeninos muy fuertes”, pero es que aquí encaja a la perfección.
A pesar de su posición dentro de la sociedad romana como miembros de familias poderosas, el sistema autoritario y patriarcal de Roma les impedía participar en la vida política, por lo que Servilia, Atia y, en el tramo final, también Octavia y Cleopatra son los verdaderos motores de buena parte de las tramas. Son ellas, mediante el uso de su astucia y recurriendo a todo tipo de subterfugios, las que son capaces de mover los hilos del resto de personajes para hacer prevalecer sus intereses, lo que en el visionado se traduce en golpes de guión y un buen montón de situaciones de quedarse con la boca abierta.
También están los personajes de Niobe y Eirene (esposa y pareja de Voreno y Pullo respectivamente) que, enlazando con el punto que he mencionado en primer lugar, nos muestran cómo se las tenían que apañar las mujeres de la plebe, fuera cual fuera su situación personal, para sobrevivir. Aunque para ellas, las consecuencias de la opresión hacia la mujer resultan mucho más implacables.
Una gran producción
Y en tercer lugar, la factura de la serie es algo que no sólo entonces ya fue fascinante, sino que, diez años después, a mí me sigue pareciendo una maravilla. Fueron muchísimos los escenarios creados específicamente para la producción (algunos de los cuales desaparecieron por el incendio en los estudios Cinecittà de, precisamente, Roma) y el cuidado y el mimo en este apartado llegó a tal extremo, que incluso se llegó a emplear a profesionales específicos para hacer de extras (por ejemplo, si aparece un carnicero en un mercado en un plano, es más que probable que el extra fuera carnicero en la vida real).
La recreación de la ciudad de Roma resulta una verdadera delicia, y detalles como los graffiti, que estaban por todas partes, o las ofrendas a los dioses en cualquier esquina de la ciudad dan muestra del empeño que se puso en hacer la serie lo más creíble posible. Además, Roma sirvió como aprendizaje para HBO a la hora de acometer grandes producciones que se rodaban en el extranjero, una experiencia que facilitó después la puesta en pie de Juego de tronos.
En resumen, podrán haber pasado diez años, pero Roma no ha perdido ni por un momento el halo de la gran serie que en su día supuso. Siempre nos quedará la duda de cómo hubiera sido una hipotética tercera temporada (o cuarta, o quinta), porque tal vez el punto menos positivo es ver cómo de repente, a mediados de la segunda temporada, el ritmo aumenta y muchas de las tramas se precipitan y se resuelven quizá demasiado rápido. Sea como sea, esos 22 episodios tienen un cierre más que digno y, además, la última frase de la última escena de la serie es realmente memorable.
‘Roma’ está disponible al completo en HBO España.