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La temporada 8 de ‘Suits’ demuestra que la serie sabe adaptarse al cambio

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Samantha Wheeler (Katherine Heigl) es una de las grandes incorporaciones de este año. (Fuente: USA Network)

A menudo, las producciones necesitan reinventarse. Arrancan con una premisa, incluso unos protagonistas, y los años hacen que deban cambiar. Sin duda este es el caso de Suits, que con su octava temporada ha visto cómo redefinirse no sólo garantizaba su supervivencia, sino que mejoraba el aire que llevaba.

Suits es una de esas series que empezó siendo un baño de testosterona. Sus protagonistas eran hombres, pero no unos cualesquiera. Harvey Specter era el macho por excelencia. Atractivo, agresivo, blanco, hecho a sí mismo, con estilo al vestir y abundantes mujeres en su cama. Lo tenía todo para ser el hombre perfecto para un anuncio de perfume masculino. Pero las cosas evolucionaron, la serie creció y encontró en varias de sus mujeres un complemento adecuado, aunque ellas no dejaban de ser parte de la comparsa. Potentes, con muchas líneas y personalidad propia, pero seguía siendo un título lleno de tópicos masculinos.

La caricatura llegaba cuando veías a Louis Litt. Lo pintaban como alguien poco atractivo, más bien gordito, un poco raro, aficionado al ballet, a la ópera y con sentimientos. Jiji, qué gracioso, parecía una mujer. Hagamos todos mofa de él porque es débil como una chica. O lo que se supone que debe ser una chica.

Y poco a poco, supo cambiar. Y lo hizo de una forma inteligente. Ya con Jessica Pearson las cosas fueron algo distintas. Mujer, negra, de mediana edad, había roto con todos los techos de cristal para llegar donde estaba. Tenía poder y sabía usarlo sin perder su identidad. Nadie iba a tener las narices de arrinconarla y salirse de rositas. Pero con la octava temporada llegó la transformación final. Suits, hoy en día, es una serie protagonizada por los débiles. Por las secretarias, por ellas, por el hombre blandito. Suyas son las mejores tramas, las mejores líneas y los aplausos.

Louis Litt en una imagen del octavo episodio. (Fuente: USA Network)

La paternidad y el éxito de Litt

Durante años hemos visto a Louis perseguir el amor. El éxito profesional era algo que necesitaba, pero su vida no estaba llena siendo uno sólo. Un argumento habitualmente femenino era la constante de este personaje al que se pintaba como el fracaso dentro de la élite. Pero ya no. La paternidad es uno de los temas que se han repetido durante la última temporada para explicar a nuestro abogado más tierno (e interesante), pero también la negociación constante con Sheila. Ella no va a resignarse a arrinconar su carrera profesional por mucho que desee un hijo, él va a tener que aceptar que el perfil masculino debe ser distinto a aquél con el que nos criamos.

Cosas como la necesaria comunicación con tu pareja centrarán uno de los arcos más interesantes de este último año. Usando como herramienta a su terapeuta, se le permite verbalizar todas esas dudas que nos han aparecido en algún momento sin necesidad de llevar consigo escenas dramáticas. Muchas de esas preguntas son tradicionalmente femeninas, pero otras no. El perfil de macho medio debe cambiar, y en Louis Litt vemos la representación de una nueva masculinidad a la que no se debe temer. Porque los hijos son cosa de dos. Y las relaciones también.

Donna en una imagen del segundo episodio. (Fuente: USA Network)

Donna, la secretaria imprescindible que encontró su lugar

Uno de los tópicos en series como esta es Donna. Mujer fuerte, de carácter, con capacidad de ironizar y de rescatar a su jefe de situaciones imposibles, pero con un cargo menor, a fin de cuentas. Es imprescindible, es una pieza clave, pero seguirá siendo la segunda de abordo.

Sin embargo algo cambió con su ascenso. La figura del secretariado impecable sigue viva en Gretchen, y es bueno que figure. Un gran ejecutivo no es nada sin ayuda, y eso debe verse. Pero también es bueno que se muestre que hay carrera más allá de ser la segunda. Donna valía para más que el cargo que ostentaba porque de facto era la persona que ponía orden cuando todos esos encorbatados no sabían bajar de su pedestal lleno de ego. Esas jugadas deben recompensarse, y más en una serie como esta.

Recordemos que una de las premisas de Suits es que sólo se puede ser abogado de la firma si vienes de Harvard. Es la restricción del puesto a la élite. Entre otras cosas, a la élite económica. Cierto, existen las becas, los padrinos, los milagros, pero no es una constante ente los graduados de la Ivy league. El triunfo se asociaba con el dinero o con la alineación de astros. Y llega una pelirroja con un cargo inferior y les saca las castañas del fuego constantemente.

Pues igual era el momento de que siguiera haciéndolo, pero con el cargo y el sueldo que deberían haber sido suyos hace tiempo.

Samantha y Harvey en una imagen del séptimo episodio. (Fuente: USA Network)

Samantha Wheeler, la ganadora entre triburones

De todos modos, no nos engañemos, ser abogado de éxito en Manhattan sigue siendo duro. Está bien que veamos otras sensibilidades, otros perfiles, pero es la profesión que es, y mostrarlo únicamente de otras maneras sería engañarnos con el tipo de serie que estamos viendo. Y para eso está Samantha, el reemplazo perfecto a Jessica. Porque es lo mismo, siendo diametralmentee opuesta.

Rubia, tradicionalmente hermosa, blanquísima, delgada y delicada, pero con su mismo nervio, incluso con más agresividad y dispuesta a barrer a quien haga falta. Ella sabe jugar con las reglas masculinas, tragárselas y ganarles a todos en su campo. No se calla, no se avergüenza, no está dispuesta a ser menos que otro.

Samantha se ha comido a Harvey. Sabe competir en sus mismos puntos fuertes narrativamente, y además aporta otros. Es cómplice con el resto de mujeres de la oficina, es consciente de su posición y protagoniza uno de los perfiles más potentes de esta temporada. Sabe ser el abogado de siempre, el típico, con todos sus tópicos y mejorarlo. No se le puede pedir más.

Posiblemente, uno de los puntos sea que el panorama televisivo ha cambiado en ocho años. El perfil que hace casi una década funcionaba, hoy igual no resultaría tan cómodo. Eso es bueno. Que la ficción y nuestros referentes cambien es una de las ayudas necesarias para que también lo haga nuestra realidad.

‘Suits’ está disponible en Netflix.

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maritxu

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