Crítica: Sí, ‘The Handmaid’s Tale’ es la mejor serie del año

Gilead necesita aplastar a sus mujeres para sostenerse. Nolite te bastardes carborundorum.

Aferrada a la obtención de un bebé, que es lo único que cree que puede darle sentido a su vacía vida, Serena protagoniza uno de los momentos más crueles de la temporada. Y eso es mucho decir, esta temporada ha sido una colección de momentos insoportables a nivel emocional.

La actitud de June cambia en cuanto confirma que está embarazada: sabe que tiene el poder en forma de feto en su vientre, le responde con descaro a Serena (“¿Crees que yo he rezado para traer un bebé a esta casa?”) y mantiene una actitud cercana con Nick sin esconderse. Pero Serena también es consciente de la situación de poder de su criada y por eso decide dejar muy claro adónde está dispuesta a llegar para asegurarse de que el embarazo llegue a buen puerto.

“Mientras mi bebé esté seguro, tu hija también lo estará”

Sabe que en este juego de poder no bastan las palabras y, en un retorcido ejercicio de manipulación, lleva a June hasta el sitio donde tienen a Hannah, mientras deja que se retuerza en la distancia con la impotencia de no poder abrazar a la hija que le arrebataron hace años de sus brazos.

June solo puede escupir todos los improperios y maldiciones que conoce. No es mucho, y hacerlo no cambia su situación, pero al menos no tiene que agachar la cabeza y morderse la lengua para gritar dentro de su cabeza. Como hacía en el primer episodio frente a las naranjas.

Y confirma que Hannah está viva.

Resignificando el acto de tirar la primera piedra

(Podría vivir dentro de este Gif)

“Lo siento, Tía Lydia”

Hablábamos antes de la estructura circular del episodio. Empezando por este “Lo siento, Tía Lydia”, temeroso y bajo presión en el flashback de June en el Centro Rojo que vemos al inicio, para volver a usarlo luego con actitud desafiante. Una frase que se convierte inmediatamente en símbolo de la lucha cuando la repiten todas.

“Nunca debieron darnos uniformes si no querían que fuéramos un ejército”.

En el primer episodio de la serie también habíamos asistido a una ceremonia de particicución. Un acto brutal, con el que Gilead se aprovecha del infierno al que somete a esas mujeres convirtiendo a un solo hombre en la representación de sus verdugos. Pero la hipocresía del sistema va muy lejos cuando pretende que esas mismas mujeres lapiden una de las suyas. Después de la apatía que había demostrado, es emocionante ver a Ofglen II ser la primera en decir algo. Y así fue como despertaron del letargo, juntas son fuertes.

Cartas escritas por esas mujeres que tienen prohibido escribir y a quienes creían haberles robado la voz. Sí, habrá consecuencias, pero para que se produzca un cambio, hay que hacer algo. Cada acto de rebelión suma. No están solas y lo saben. Y eso les da esperanza.

“Debería estar aterrorizada pero estoy… serena. y parece que hay cierta esperanza… hasta en la futilidad. He intentado que las cosas sean mejores para Hannah. Cambiar el mundo, aunque solo fuese un poco.”

Esas dos imágenes en la ventana representan la evolución de June durante la primera temporada de la serie. La de la izquierda, corresponde al primer episodio y es la primera vez que la vemos en la habitación en la que está confinada. Está de espaldas al mundo. La imagen de la derecha, corresponde al último episodio: ahora, June no solo quiere sobrevivir, entendido como no morir, quiere cambiar las cosas.

June capturada (e inconsciente) en el 1×01 — June entra por su propio pie en la furgoneta al final del 1×10.

“No tengo manera de saber si este es mi fin o es un nuevo comienzo. Me he entregado a unos extraños porque era inevitable, no tengo elección. Subo y penetro en la oscurdidad del interior… o en la luz”.

Moira le había dicho a June que la única forma de escapar de Gilead era metida en una furgoneta con los pies por delante. June ha entrado con la cabeza y por su propio pie.

La serie se despidió en su último episodio con la misma escena y las mismas palabras con las que el libro cierra la historia de June. Afortunadamente tendremos más. Con lo que hemos visto durante estos 10 episodios, y sabiendo que Margaret Atwood apoya y colaborará con el trabajo de Bruce Miller, solo podemos esperar lo mejor para cuando regrese en 2018.

Mientras tanto:

Nolite te bastardes carborundorum, bitches!

Notas al margen:

• La indignación durante el juicio del comandante Warren fue máxima, boys will be boys. Conversaciones de taquilleros de gimnasio. 
  Al final, después de mucha discusión, deciden castigarlo cortándole un antebrazo, bajo anestesia. Y pretendían que a Janine, la víctima, la mataran a pedradas. Lo peor, es saber que esto pasa en el mundo real.

• June ha decidido confiar en Rita, no ha sido a Nick a quien le ha dicho que recuperara el paquete de la bañera. Queremos más de su personaje y tendremos más en la segunda temporada.

• Nick le dijo a June que se fuera con los hombres de negro que habían venido a buscarla, que confiara en él. Tengo muchas ganas de ver las entrañas de la resistencia.

• Espero que The Handmaid’s Tale esté presente en todas las categorías a las que pueda optar en los premios Emmy. Técnicas y de interpretación. Especialmente, confío en nominaciones para Reed Morano en dirección, para Yvonne Strahovski, Anne Dowd, Alexis Bledel, Madeline Brewer como secundarias y, por supuesto, para Elisabeth Moss, a quien deberían ir a llevarle el premio ya mismo a su casa.