Crítica: ‘American Horror Story: 1984’ 9×04 — True Killers

por Álvaro Onieva12 de octubre de 2019

Leslie Grossman es Margaret en ‘American Horror Story: 1984’ (Fuente: FX)

Ya me olía yo que Margaret estaba como unas marcadas. De hecho, en el análisis del segundo episodio de American Horror Story: 1984 dije que tal vez pudiese no ser la víctima que decía sino haber estado involucrada en la masacre del Campamento Redwood, pero tampoco hay que ser Sherlock Holmes para hacer una elucubración así porque aquí nada es lo que parece y eso lo traíamos aprendido de temporadas anteriores.

Pero empecemos por el principio. Si en el anterior episodio el cliffhanger fue que Montana estaba compinchada con Richard, al compienzo de este hemos visto cómo se conocieron y la razón de su odio a Brooke: era la hermana del tío al que mata su no-marido en la boda por celos. Y durante todo el capítulo el psicópata intentará cargársela, pero el señor Jingles se pone en su camino. Tenemos lucha de asesinos (esto parece la Clegane Bowl) y el grandote termina ganando ensartando a su enemigo en un árbol, pero al final, por intervención satánica, el Acosador Nocturno volverá a la vida.

Pero la gran tragedia del episodio 9×04 de American Horror Story no es esa. Tampoco se carguen a la cocinera Bertie, ni la bastante aleatoria muerte de Trevor. Lo verdaderamente grave es que la carita de medalla de Xavier acabe derretida cuando Jingles le mete en el horno como si fuese Hansel y Gretel. Al pobre Cody Fern le esperaron a partir de ahí unas cuantas horas en la sala de maquillaje para grabar sus siguientes escenas.

Y es que aunque no salimos de la primera noche de caos, la situación ha dado bastante la vuelta en este episodio: hay un buen montón de bajas y por fin sabemos la verdadera cara de cada uno. Por un lado tenemos a tres mujeres psicópatas (Margaret, Montana y Rita) y por otro nos quedan solo tres personajes que parecen trigo limpio (Brooke, Chet y Xavier), a lo que añadimos dos asesinos en la coctelera (Richard resucitado y Benjamin traumatizado). Porque aunque el señor Jingles no fuese el culpable de la matanza de 1970, ahora no parará hasta vengarse a Margaret. El oso está furioso.

Con las cartas sobre la mesa, ¿qué sorpresas quedan por revelar en los seis episodios restantes? ¿resultará finalmente Brooke estar más loca que ninguna otra o se mantendrá como la única alma pura? Se admiten apuestas.