Fotograma de ‘Das Boot: El submarino’. (Fuente: AMC)
El próximo 21 de febrero, AMC estrena en España Das Boot: El submarino, la secuela de la película de Petersen con el mismo título en 1981. A lo largo de ocho capítulos, la serie nos traslada al otoño de 1942, cuando el submarino alemán U-612 zarpa desde La Rochelle con el objetivo de atacar los mercantes aliados. A su vez, en tierra, una conspiración pergeñada en el mando alemán amenaza a los miembros de la resistencia francesa.
Cuando hablamos de la Segunda Guerra Mundial, y despojándonos de cualquier disquisición moral, es inevitable que nos vengan a la retina imágenes de la Blitzkrieg (guerra relámpago) en Polonia, Francia, Bélgica y Holanda; la pugna por el aire entre la aviación alemana e inglesa durante la batalla de Inglaterra; la centelleante invasión, e igualmente centelleante retirada, de la Wehrmacht (Ejército de Tierra) alemana en Rusia; Pearl Harbor; la aventura africana, cortesía de Italia, del Afrika Korps; el mítico Día D en las costas francesas; la conquista de las islas-fortalezas japonesas en el Pacífico; la lucha final por las ruinas de Berlín o las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, como hechos más conocidos.
Todas estas campañas permanecen como clichés referidos en innumerables ocasiones en documentales, libros, películas y series. Sin embargo, hay un episodio que fue especialmente relevante en el esfuerzo de guerra de ambos bandos y que no es tan conocido para el gran público: la guerra submarina de la Kriegsmarine (Armada) alemana.
Algunos de los protagonistas de ‘Das Boot: El submarino’. (Fuente: AMC)
El origen de este episodio hay que centrarlo en dos hechos, fundamentalmente. En primer lugar, la tradición submarina procedente de la Primera Guerra Mundial en la Marina Imperial Alemana, sobre todo desde la derrota estratégica, que no táctica, que ésta sufrió a manos de los ingleses en la batalla de Jutlandia (1916).
En segundo lugar, las previsiones fallidas del comienzo de las hostilidades en 1939. La Kriegsmarine había planificado la reconstrucción de su flota de cara a 1945, cuando estaba previsto el inicio de la guerra. El número de unidades de superficie en el 39 era del todo insuficiente para enfrentarse con garantías a la Royal Navy británica. El Estado Mayor alemán apostó, entonces, por los U-Boot (nave sumergida, literalmente, o submarino).
Karl Doenitz, Gran Almirante alemán, contaba con sólo 56 sumergibles, entre costeros y de largo alcance, al comienzo de la guerra. Es famosa su reflexión sobre la única manera que estimaba para derrotar a Gran Bretaña: “Con 300 U-Boot ahogaremos sus suministros y la derrotaremos”. Hitler le creyó.
Tal fue la apuesta que entre 1939 y 1945, que los astilleros alemanes botaron 1.114 U-Boot; desde los primitivos clase I, hasta los clase XXI (de navegación eléctrica), pasando por los clase XIV (de reaprovisionamiento), IX (transoceánicos), submarinos enanos, y así hasta más de 25 clases de sumergibles.
Fotograma de ‘Das Boot: El submarino’. (Fuente: AMC)
¿Cuál era el motivo para emplear esos recursos materiales y humanos en el arma submarina en lugar de otras más, a priori, relevantes? Francia y, sobre todo, Inglaterra dependían de las materias primas que provenían de sus territorios de ultramar. El esfuerzo de guerra y, por ende, su resistencia caería indefectiblemente por la presión contra su marina mercante. La caída de Francia en junio del 40 dejó sola a Gran Bretaña; es en ese momento cuando la industria alemana dispara su producción submarina.
Por un lado, era necesario aislar Irlanda e Inglaterra del suministro procedente de Estados Unidos; por otro, con la entrada de Italia en la contienda, la flota alemana debía incorporar a su estrategia nuevos frentes como el Mediterráneo. La conquista de Noruega y Francia supuso la instalación de nuevas bases de operaciones para su flota submarina. En la serie de AMC, el U-Boot protagonista comienza su derrota desde el puerto francés de La Rochelle.
El esfuerzo alemán se intensificó a partir de 1942 y hasta finales de 1944, fase de la guerra donde se desarrolla Das Boot: El submarino. Es en esta época cuando nace un sistema de ataque novedoso hasta entonces: las manadas de lobos. La táctica residía en formar grupos de combate con varias unidades, acechar a los convoyes y sus escoltas, realizar ataques de distracción para condensar el fuego sobre los objetivos más vulnerables. Fue la época más feliz para los “lobos grises”.
El puerto de La Rochelle, en la actualidad. (Fuente: Flickr/Hervé)
Ya en 1944 y hasta el final de la guerra, en mayo de 1945, el arma submarina alemana, a pesar de su actividad, comenzó a perder relevancia. La activa participación norteamericana en Europa desde verano del 42, el desciframiento de la máquina Enigma y la pérdida de territorios en Rusia e Italia provocó un recorte abismal en las materias primas. Además, cada vez era más difícil reclutar y, sobre todo, formar tripulaciones.
Las pérdidas, teniendo en cuenta su participación global en la contienda, fueron altísimas. De los 1.114 submarinos fabricados, se perdieron 785; y de los 40.000 miembros de las tripulaciones, sobrevivieron cerca de 12.000. El cálculo aproximado de las bajas causadas fue abrumador. Los lobos grises hundieron 2.779 buques de carga aliados, con un total de 14.119.413 toneladas. Además, las bajas de buques militares aliados se cifraron en 136 unidades, desde acorazados hasta lanchas de desembarco.
Verdad o leyenda, hay una frase atribuida a Churchill que resume de manera muy gráfica el efecto U-Boot en la Segunda Guerra Mundial: “Lo único que realmente me aterró durante la guerra fue el peligro de los submarinos alemanes”.
‘Das Boot: El submarino’ se estrena el 21 de febrero, a las 22:10 h., en AMC. Posteriormente emitirán la película original de Wolfgang Petersen.