Cassandra y Alie son dos de las protagonistas de esta distopía juvenil. (Fuente: Netflix)
Esta crítica se ha escrito tras ver los tres primeros episodios de ‘The Society’. No contiene spoilers.
Los chavales que vemos son como todos. Jóvenes, con sus líos propios de la edad y emocionados por salir de acampada con el instituto. Ellos viven en un lugar pequeño, donde todos se conocen y su relación se remonta a la que sus familias tuvieran desde hace generaciones. Tienen un quiosco en medio de la plaza y estudian todos en el mismo centro. Ninguno espera que al volver tras un imprevisto se encuentren un pueblo desértico.
Esta es la premisa con la que arranca The Society, la última serie juvenil de Netflix que nos plantea un misterio de difícil respuesta. El lugar es el mismo. Todos encuentran sus casas, sus cosas, sólo que no hay nadie. Ni familia, ni vecinos. Ni un alma. Ante ellos, un problema evidente, cómo arreglarse. El instinto llama primero a la fiesta, a celebrar esa libertad y ese disponer de todo a su antojo. Los supermercados se abren ante ellos, bebida gratis e interminable. Fiesta sin toque de queda.
Pero después de la resaca toca darse cuenta de que eso no tiene sentido. ¿Qué ha sucedido? ¿Dónde están sus padres? ¿Quién repondrá las cervezas que se han bebido? La serie apuesta por dos caminos, el toque fantástico y las posibles respuestas ante la lógica de la situación en la que se encuentran, y la propia gestión de una nueva sociedad de la que sólo forma parte la generación joven de una población.
Pero entonces, ¿qué hay más allá de las fronteras? (Fuente: Netflix)
Una de las cosas que me sorprendieron es su concepción episódica. Así como otras series de Netflix se pueden parar casi cuando desees y es difícil diferenciar unos capítulos de otros, dado que todo forma parte de una narración más o menos continua, The Society tiene una estructura clásica en la que el primer capítulo presenta la historia y los dos siguientes acaban de plantear el problema en todo su conjunto.
En ese sentido, puede parecer que su arranque es algo más lento de lo esperado. Pero entendido cuál es el ritmo que llevará, y aceptando que no va a ser una serie de momentos icónicos y tiempos desenfrenados, atrapa. Del todo. Entras en ese mundo en el que unos te caen bien, otros no tanto, entiendes de dónde vienen sus simpatías y enemistades y consigue tenerte enganchado entre sus redes.
Es la clásica serie en la que, tras acabar el primer episodio, quedé algo decepcionada por la falta de adrenalina, pero los dos siguientes me los he visto sin parpadear. A estas alturas de la trama, tras haber devorado el tercer capítulo, no tengo ni idea de qué va a suceder. La producción no está renovada para una segunda temporada y no tengo nada más en lo que basarme que pensar en otros referentes. Pero son de esas tramas que podrían aguantar temporadas manteniéndonos con la intriga de por qué están en ese lugar y de cómo se van a seguir apañando.
A mí me han convencido. Su inicio me ha dado personajes con suficiente personalidad, situaciones que despiertan intriga sobre su cotidianeidad e ingredientes que me hacen querer saber no sólo quién los ha llevado a ese lugar, sino también qué es. ¿Es su pueblo? ¿Es que alguien ha exterminado a todo el mundo? ¿Es el trabajo de un dios jugueteando con maquetas? No lo sé, pero lo poco que he descubierto de la situación me hace estar deseando darle al play y ver lo que me queda de temporada.
‘The Society’ está disponible en Netflix.
‘The Society’, ya tenemos tráiler de la próxima apuesta juvenil de Netflix
El 10 de mayo llega a la plataforma esta serie inspirada en ‘El señor de las moscas’fueradeseries.com