(Fuente: Netflix)
Esta crítica se ha escrito tras ver la primera temporada de ‘Control Z’ y no contiene spoilers.
Sofía es la chica rara del colegio. Hace un tiempo ingresó en un psiquiátrico y desde entonces ha sido señalada; pero es inteligente, mucho, y acabará por ser la llave que desentrañe el misterio del Colegio Nacional, el instituto bien al que va. Lo nuevo para adolescentes de Netflix se llama Control Z y tira de argumentos y contextos conocidos para traer misterio y drama.
Un colegio pijo (esta vez sin uniformes), moderno, con arquitectura acristalada y bastante impersonal, y profesores que se implican demasiado en las vidas de sus alumnos son el caldo de cultivo perfecto para que una mano negra los amenace a todos por vía de los teléfonos móviles. El anónimo destapará los secretos de algunos de los protagonistas, mientras que obligará a otros a hacer cosas a cambio del silencio.
Si el argumento suena es porque ya lo hemos visto antes. De hecho, Control Z es una mezcla de muchas series ya emitidas, con un puntito mayor de enemistad y violencia. Algo así como una suma entre Rebelde y Élite de marca blanca en donde las tensiones se zanjan con trompadas. En su favor juegan los temas con los que se aventura (los alumnos transgénero o la violencia entre compañeros), pero su tratamiento, cuanto menos, descoloca. En ocasiones se rodean de bromas y comentarios completamente fuera de lugar, que se acompañan con una actitud general por parte de los alumnos de rechazo, se destape lo que se destape.
Podría querer reflejar una situación real contra la que hay que luchar, si no fuera porque esa mitad del discurso es prácticamente inexistente. La consecuencia es que el mensaje que queda es que, si un alumno tiene algo que lo diferencia, deberá soportar opiniones maleducadas, impertinentes y completamente fuera de lugar, incluso de sus profesores. Sin duda. la asunción de que este tipo de actitudes son las que tocan es lo peor que tiene, haciendo que, comparativamente, la mano negra tampoco sea tan perversa, y faltándole un serio repaso a las respuestas que generan alguno de esos secretos destapados.
(Fuente: Netflix)
Si valoramos el argumento de sus tramas, la interpretación o los diálogos tampoco es que salga muy lustrosa, pero hay que reconocer que su finalidad esencial (entretener y enganchar) lo logra. Para ello, debe superarse el primer episodio, como en todas esas series que tiran de la intriga y de estirar una trama hasta el último momento; o se entra en la historia o no se hace. Con este tipo de series suele ser suficiente con verla un rato; si no convence no es para ti. Y no sucede nada.
Obviando lo delicado de algunos de sus temas (y lo incómodo de su tratamiento), a Control Z le falta empaque y madurez estética. En los últimos años, este tipo de propuestas llevan consigo decisiones de estilo que hacen que muchas de ellas tengan una marca que las diferencian del resto. Así se consigue que el título permanezca en el recuerdo de sus espectadores y que se pueda transformar en fenómenos de masas (ojo, no digo que sea fácil, es evidente que no), pero este es un título que, de entrada, no lo consigue.
En resumen, dentro de un mar de ofertas juveniles donde falta tiempo para verlas todas, posiblemente Control Z no perdure en el recuerdo demasiado tiempo y acabe por ser olvidada entre ese montón de títulos que vienen para llenarnos únicamente durante unas pocas semanas.
La primera temporada de ‘Control Z’ está disponible en Netflix.