Esta crítica se ha escrito tras ver la primera temporada de ‘Maldita’.
Maldita es una de esas series creadas para tener varias temporadas y que merecen cierto margen de confianza para dejarlas crecer. Pese a que en su inicio pueda parecer algo simplona, consigue colocarse cómodamente en una historia de fantasía y aventuras que devorar entre palomitas. Su primera temporada se puede ver ya en Netflix, y apuesto claramente por su renovación.
Y es que la leyenda de Arturo es de esos relatos que tienen un montón de variantes y mundos derivados que la ficción ha continuado narrando en cine y televisión. La tentación de no abandonarla y seguir explorándola es muy fuerte, aunque hace tiempo que son bienvenidas las nuevas versiones.
Ese es el caso de Maldita que, subiéndose al carro de los abundantes retellings literarios que estamos viviendo, partió de una novela para contarnos el camino de Excalibur suponiendo que Nimue hubiera tenido primero la espada de poder. Vemos a Merlín y a Arturo, pero desde otro punto focal narrativo y contándonos una visión de la historia completamente distinta.
(Fuente: Netflix)
De eso se trata cuando uno hace una nueva narración, de renacer la historia con los ingredientes conocidos, pero combinados de otra forma. En ese sentido, Maldita se sube al carro con mucha agilidad; su paso por la abadía, aparentemente irrelevante, se convierte en origen de nuevas tramas muy interesantes y en el punto de inflexión a partir del cual demuestra mayor personalidad. Y es que el camino de Morgana, con bastante más estrella que su hermano, por cierto, se plantea muy interesante para el futuro, con una Viuda que parece ser la recogedora de almas.
Pero no solo pasa con ella. Pese a ser una serie centrada en su protagonista, deja maniobra para contar otras cosas. Ese es el caso de Iris, la extraña monja que no entiende que para ser paladín una debe ser hombre y decide tomarse la muerte de Nimue por su cuenta. Es hasta bonito que todos los ejércitos del mundo no puedan con ella y lo logre (al menos hasta lo que sabemos) una chiquilla menuda y callada. Con la ascensión a las filas de la Trinidad se cierra su capítulo dejando una respuesta satisfactoria y que, a la vez, abre un montón de posibilidades alrededor de esos soldados con máscara que se nos había enseñado rápidamente unos capítulos antes.
Pese a que esta primera temporada finaliza bastante bien, resolviendo muchas de las dudas, personajes como Uter o el Rey del Hielo quedan completamente enmudecidos, algo comprensible si llegamos a tener más temporadas, pero un fallo si esto se plantea como una serie de temporada única. Y por supuesto, está Arturo el Desaparecido. No se puede llamar de otra forma a alguien que abandona la pantalla de forma tan abrupta. Lo podemos entender en casos como el de Pym, no tanto en el de Arturo.
(Fuente: Netflix)
El gran problema es que realmente no importa, porque si algo no tiene este nuevo Arturo es personalidad para que nos enganche. Su relación con su hermana parece la de dos extraños (que se puede entender conociendo su precedente), pero algo parecido ocurre con Nimue, quien tiene muchísima más tensión romántica con sus compañeras que con la pareja que se le ha asignado. Una Dama del Lago sáfica habría sido perfecta, viendo cómo se relaciona con sus parejas mujeres, con quien hay muchísima más complicidad; aún queda esperanza.
La de Maldita se puede convertir en una propuesta potente con espectadores fijos que se acomode en los que ya le son fieles y explote más esa narración fantástica que tantas veces es demasiado de nicho. En los momentos en que deja los complejos y se abre en canal ante una historia de género gana muchos puntos y resulta algo interesante y muy entretenido. Esperemos poder ver mucho más de ello en una segunda temporada.
‘Maldita’ está disponible en Netflix.
Crítica: ‘Maldita’ es fantasía juvenil que quiere ser algo más adulto
La serie de Netflix adapta un libro que cuenta el ciclo artúrico desde otro punto de vistafueradeseries.com